Capítulo 18

331 38 11
                                    

— Tenemos que volver a cazar a las magas celestiales. Estábamos tan cerca...

— No podemos. No tenemos ni recursos ni gente. Solo nos queda quedar escondidos para no caer bajo las rejas del consejo.

La cueva estaba en penumbras, siendo la única luz una vela en el centro. A lo lejos gotas de agua caían en un ritmo que parecía querer volver loco a cualquiera. Y aunque el lugar estaba acomodado con colchones cerca de las paredes y mantas calientes, junto a mochilas con pertenencias y comida, el lugar oprimía el alma.

— Si no lo hacemos, el mundo caerá en las sombras, quedando reducido a cenizas.

[...]

Afuera de nuevo reinaba una tormenta de nieve y el viento soplaba con fuerza.

El maldito tiempo era la única razón por la que seguían allí.

— Tienes que entender que las chicas, mujeres — se corrigió Igneel mientras jugaba con el fuego entre sus dedos — Son criaturas difíciles de entender. Muchas de sus respuestas son opuestas a lo que dicen.

Resoplé sin entender.

Lucy y Happy seguían durmiendo, mientras que aquí tenía lugar una improvisada clase de cómo acercarme a Lucy y que sus palabras "Te quería" vuelvan a ser "Te quiero". Algo que hacía mi sangre hervir de solo pensar.

Pasaron dos días, y Lucy no se acercó ni me dejó hacerlo a mi. Ni cuando iba hacia ella con claras intenciones de abrazarla pero ella se excusaba y salía huyendo.

Estaba cansado de dormir al lado de su puerta por si me necesitaba. Quería dormir a su lado.

— Lucy tuvo una temporada difícil. Y tu, insistiendo siempre en que sois un equipo te marchaste, vuestro gremio resuelto, la muerte de su amiga, el difícil entrenamiento y la sed de venganza... Lucy simplemente está cansada. Perdió el sentido de la vida y cuando vuelve a sentir algo tiene miedo. — suspiró y miró con seriedad a Natsu — si la presionas ella se alejará, pero si no te acercas lo suficientemente se quedará aún más lejos.

— ¿Qué quieres que haga? — espeté — Intenté traerle flores pero ella creo que ni las notó.

— Maceta con hierba no cuenta.

— Es lo único que hay aquí—lo miré mal. — También le traje dulces, una caja entera, pero ella no quería y se encerró en el cuarto.

— Te los comiste tu solo.

— Estaba triste.

Me sentía tan cansado como se veía Igneel.

Miré el techo, donde justo por encima Lucy seguía durmiendo. Incluso desde aquí la oía respirar tranquilamente.

Lucy viajó tan lejos de su casa solo con la idea de venganza. Ni siquiera podía imaginarme que es lo que sentía al ir por un enemigo tan inalcanzable. Incluso a mí se me ponían los pelos de punta al pensar en el dragón verde. En la mente me surgió la única vez que nos encontramos en la Isla del gremio. Pensamiento que de alguna manera me hizo pensar en Zeref y su magia aún más peligrosa.

Hasta que él no apareció en la cueva incluso llegué a pensar que lo conseguiríamos. Aquellas dos chicas eran fuertes, con magia parecida a la de Lucy. La rubia siendo irreconocible peleando no solo con sus espíritus sino con manos y pies también. Recordarla tan guerrera me hizo sonreír. Ella podría estar armada con una zapatilla o espada, siempre tendría el mismo gesto concentrado. Igneel y yo. Un equipo tan extraño pero a la red funcional.

Aquella magia negra me dejaba intranquilo por días. Había algo raro en ella, por un lado me repelia hasta querer rascarme pero por otro lado, me sentía capaz de dominarla. Es como si la oscuridad me rogara: "mátame, quémame".

No Te Rindas [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora