Capítulo 6 - Especial

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Mientras era un dragón, mi preocupación principal eran Natsu y Acnologia. Desde que formulamos todo el plan de viajar al futuro sabía que moriría y no me sorprendí cuando me lo dijo la maga celestial, Lucy.

Sin embargo, aunque me lo esperaba, igualmente dolió. Dolió ser impotente, dolió ver a mi hijo llorar. En aquellos segundos estaba asustado de que todo aquel arreglo era vana imaginación, producto del miedo.

Aún más doloroso fue renacer. Abrí los ojos en el mundo celestial como un espíritu, una de las constelaciones en el cielo, con forma humana. No recuerdo sentirme tan débil en mi vida.

Incluso ahora, meses después, la debilidad persistía en mis miembros. Era una completa putada sentirme bien cuando era invocado, y volver al dolor aquí.

Maldije bien feo cuando se me cayó el cuchillo. Me temblaban las manos mientras el dolor me incapacitaba. Cerré los ojos y apreté los dientes bien fuerte que la mandíbula me dolió.

Odiaba esa parte de ser espíritu celestial. Revivir en cuerpo, no en mente, la muerte y renacer una y otra vez. Todos los músculos parecían ser desgarrados, después curados, y así se repetía demasiadas veces.

Sentí unas delicadas y frescas manos sobre mis puños en una caricia suave, tranquilizadora. Su voz, sonó igual de delicada y suave como su tacto, como la más ligera pluma:

—Respira, enfócate en el presente.

Abrí los ojos y al instante me perdí en el azul de sus ojos, como las aguas del océano en un día soleado y tranquilo.

Sentí mi cuerpo relajarse con cada respiración, pero no era por mi, sino por ella. Su aroma, ni siquiera conseguía describirlo, me tranquilizaba. Era por un lado nada especial, sin embargo tenía cierto toque salvaje. Y el olor de cuero.

—¿Va a ser siempre así?—pregunté odiando la debilidad en mi voz. Cuando el dolor se alejaba, para más tarde volver a golpear, me quedaba tembloroso como un árbol joven en una tormenta.

—No sé—se encogió de hombros—Para todos es diferente.

Si, ya me habían dicho eso. Para todos es diferente porque murieron de diferentes maneras. A algunos solo les tuvieron que dar el aliento para que renazcan, pero a mi me tuvieron que reconstruir, recoger partes de mi alma por el mundo y cocerlas.

Virgo me apretó las manos antes de alejarse hacia la encimera donde estaba cocinando una tarta de carne. Los espíritus celestiales no necesitábamos los alimentos para sobrevivir, más lo hacíamos por gusto, o eso es lo que me dijo.

—Con el tiempo olvidarás esta sensación y solo será un desagradable recuerdo. Eso te lo digo segura.

Quería preguntarle cómo era ella antes de ser Virgo, pero era descortés, según la ética estelar, preguntar sobre el pasado del espíritu por lo que me mordí la lengua y recogí el cuchillo del suelo de baldosas con cierto esfuerzo.

Casi todos los espíritus ahora se encargaban de enseñarme todas las cosas que un humano debe saber, pero no solo para saber hacerlo, sino para acostumbrarme al cuerpo humano, y empezar a pensar como uno en parte, porque no era un humano sino espíritu.

Un brillo dorado me distrajo de las verduras cortadas irregularmente y en unos instantes apareció la figura de Loki, Leo del zodiaco, en una pose casual con su característico traje y pelos de loco.

—Buenas—nos saludó. Virgo le devolvió el saludo con un "Hola hermanito" y yo simplemente con:

—Hey.

—¿Como lo llevas Igneel?

—Regular—¿Regular? Y una mierda.

—Mejor, Rey Celestial te estaba llamando, pero al no haber respuesta me mandó a buscarte.

No Te Rindas [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora