13|Verdades

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Liam

Estas últimas semanas han sido arduas, firmé el contrato al fin con la empresa Global después de meses, con el cheque que recibí por la primera revista y filmación, pagué mi tratamiento -así es, hice caso al consejo de Cath- me cuesta expresarme a mi psiquiatra, pero sé que es por una buena causa.

Por otro lado, Khiena renunció a la empresa hace más de dos meses, no la he visto ni por casualidad, día tras día la sigo a donde va, sé que por ello me estoy convirtiendo en un psicópata, pero no me importa, ella se ve feliz sin mí, no he dejado de torturarme con la idea de rendirme y no saber nada de ella, que eso es lo mejor para ambos; estoy curándome gracias a ella, porque es mi inspiración para hacerlo, no quiero hacerle daño, no quiero que mi enfermedad avance a grado mayor, sé de antemano que estoy siendo un maldito cursi. Pero, tal vez ella necesitaba su espacio sin estar abrumándose por cosas mías. Hoy sale del trabajo a las ocho, así que me coloco mi chaqueta negra y me encamino hacia mi coche.

Estoy a unos metros de la entrada de su trabajo, llegué hace una media hora más o menos y no sale aún, me fijo en mi reloj por enésima vez, ella jamás se retrasa para salir, un auto se estaciona en la puerta y maldigo porque me obstruye la visión. Al los minutos me rindo, enciendo mi auto para irme, cuando ella sale sonriente, me concentro en su mirada y me alerto al ver que abre la puerta del copiloto del auto que acababa de estacionarse en frente, arranca y yo los sigo.

No puedo creerlo, ahora el estúpido soy yo, Khiena no era más que una mujer falsa que Dios sabe qué cosas hizo, me engañó haciéndome creer que era una chica dulce y carismática pero la realidad era otra; al llegar a su departamento un tipo alto le abrió su puerta y se encaminaron juntos sonrientes, él agarrándole la cintura. Entraron y hasta ahora no sale de allí, ese hijo de puta me conocerá, ella es mi chica y yo...

Diablos, ya no es mi chica...

Por una mierda creí poder curarme, pero no vale la pena, no por ella; salgo del aparcamiento y manejo sin rumbo,  llego a un pequeño parque abandonado después de minutos manejando -o quizás horas, no lo sé-.

Estoy sentado en una piedra entre los jardines del parque, mi teléfono repica insistentemente, pero no me atrevo a contestar, ni siquiera me molesto en ver quién es; me levanto y me dirijo a mi auto que está a unos metros cruzando la calle, entro y pongo en marcha.

Estar sólo unas horas, me hizo reflexionar, quizás todo lo que me ha sucedido me servirá para no ser un cabrón la próxima vez que me llegue a gustar una mujer, debo de aprender a usarlas, fui un idiota al pensar que ella era diferente.

Sin percatarme, llego a mi edificio, subo las escaleras y siento mis piernas cansarse al llegar al cuarto piso, es la primera vez que las uso, siempre utilizo el elevador. Al llegar a mi piso, veo el escritorio que alguna vez usó esa mujer, la mujer que intentó curarme pero me destrozó, tiro todo lo que hay en él y entro a mi oficina.

–¡AAAAAHHH! –grito, avanzando hacia mi oficina, –¡TE ODIO MALDITA PUTA!, ¡TE ODIO KHIENA RIGGINS! –tiro todo lo que veo a mi paso.

Aún no entiendo porqué un día llegué a permitir que ella entrara a mi oficina, a mi vida. Ella me envolvió de pies a cabeza, me sedujo para mal. –Necesito un trago, ¡maldita sea!–avanzo hacia el estante de whiskey, destapo el corcho de tres y me los llevo hacia mi escritorio.

–EN LOS MIL DEMONIOS KHIENNNNA PORQUÉ ME HICISTE ESTO, ME ESTOY MATANDO LENTAMENTE POR TÍ COÑOOO–grito tomando la ultima mitad del primer whiskey.

Mi teléfono vibra y me hace sobresaltar, me toma varios segundos en tomarlo para contestar. –DIIGA.

–¿Qué diablos haces pendejo?, ¿estás borracho? –la voz de una mujer me hace estremecer y enfurecerme por cómo me trata.

–¿Y tú... que importa...

–Oye, soy yo, Aylen la amiga de Khiena, ahora dime borrachín, ¿dónde estás? –me incorporo cómo puedo al escuchar su nombre.

–Khienea... tráela a esa maldiea perrsa.

–Deja de hablar estupideces y dime dónde demonios estás imbécil.

–Estuoy en...mi... oficina. –y cuelga.

~*~

–Oye, oye, oye, levántate que pareces un vagabundo millonario pero ebrio y baboso. –dice tocando varías veces mi hombro.

–Vete perra, –escupo como puedo –vete ahuora.

–Agh, mírate ya ni puedes hablar, se te dobla la perra lengua que tienes, –sonríe y levanto la cabeza para mirarla pero mis ojos se cierran. –no deberías estar tomando así, mira que estando sobrio eres jodidamente idiota, ni te imaginas cómo te ves ebrio.

–¿Ya acabaste? –trato de sonar tranquilo.

–Ah mira vos, hasta sabes actuar, bueno, no he venido a verte la cara de imbécil que tienes así que al grano, Carolina habló con Khiena largas horas por teléfono y pues, le contó algo grave al parecer porque estuvo pegada al computador por un buen rato para luego irse y no volver, supuse que era tú culpa así que cuéntame, qué truquito hiciste para que Khiena ande así. –alzo la cabeza como puedo y está sonriendo.

–No sé de qué hablas.

–Anda, dímelo.

–No sé quién demonios es Carolina y no sé quién es Khiena.

–Uy sí, ¿esperas que te crea?–alza una ceja, al ver que no sé a qué se refiere, continúa, –¿la rubia falsa? –levanta las manos y me acuerdo de Cath.

–Ah... Cath, ¿qué pasa con ella?, –pregunto pero luego analizo lo que me dijo, Catherine hablando con Khiena por teléfono... y Khiena preocupada, ay no puede ser. –¡¿QUÉ CARAJOS?!, ¡¿CATHERINE HABLÓ CON KHIENA?! –grito y ella asiente.

–Debes de calmarte, yo te ayudaré, pero debes confiar en mí y contarme.

–¿Por qué tendría que confiar en ti?, ahora dime, ¿dónde está Khiena?– pregunto levantándome hacia ella.

Ella se levanta y me frena con su mano antes de que llegase, –Oye, no te diré aún que me mates, ahora cuéntame –apreto la mandíbula y los puños. –hazlo, Liam.

Suspiro.

–Está bien, siéntate. –abro los cajones para pasarle un sobre café madera.

Ella lo recibe y espero a que lea todas las líneas, siento que pasa una eternidad, miro hacia todos lados para no ver su reacción pero al final lo hago, me está mirando con la boca literalmente abierta.

–Lo... siento, lo siento mucho Liam, yo... Khiena debe saberlo ahora mismo, ella te ama Liam, de hecho tardó semanas en aceptarlo, ¿estás haciendo algún tratamiento?–pregunta y yo asiento.– sé que suena ilógico pero es que no sé nada de enfermedades ni medicina, así que... ¿tiene cura, cierto? No es que... esto tiene que tenerlo si no pobre de mi Khiena...

–Sí, la hay pero no la haré, dile a Khiena que se olvide de mí y vete Aylen, vete ahora quiero estar solo... por favor vete. –cubro mi rostro y ruego porque ceda, cuando escucho la puerta cerrarse, levanto la mirada y boto mi aire atascado.

Vida a medias [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora