Liam
No logro en su totalidad abrir mis ojos, arden, y cuando los hago trato de incorporarme, pero un brazo no me permite, miro de quién es y la veo...
Khiena Riggins está abrazada de mi abdomen, está con la cabeza hundida en mi pecho.
¿Qué demonios?, entonces lo recuerdo.
Me fui al bar donde ella trabajaba, no medí cuantas copas de whiskey pedí, no sé cómo es que llegué a su apartamento, pregunté en recepción el número donde vivía Khiena Riggins, subí apenas y pese a que estaba tan ebrio me sudaban las manos para llamar la puerta, una vez abrió me dejé llevar. Desperté con un dolor inmenso en la cabeza y el cuerpo entero.
Estuvimos mirando películas hasta que nos quedamos dormidos, ella me cuidó hasta que el dolor disminuyó, le conté una parte delicada de mí, mis padres, y ella supo qué responder, supo tranquilizarme, ¿qué sucede conmigo?, al parecer le cayó muy bien a mis hormonas ya que no dejan de estar alborotadas.
Se mueve lentamente y se incorpora lo más rápido posible, es muy gracioso ver cómo agranda sus ojos, siento que ya se les saldrá.
–Lo siento... no quise molestar, yo...
–Shh, ¿cómo es que puedes hablar mucho con esa boca tan chica? –digo y ella sonríe mientras da un bostezo.
–Casi me comes, ¿tienes hambre? –pregunto, viéndola tan cansada por haber cuidado de mí.
–Ya vuelvo, iré al baño y luego prepararé el desayuno –dice adormilada.
–No es necesario yo pediré a mi chofer que traiga algo para desayunar, de todos modos es lo menos que por ahora te puedo ofrecer Khiena.
–¿No dejarás de insistir no? –dice y niego con la cabeza, asiente con una sonrisa mientras se encamina hacia su habitación.
No me tardo nada en pedir comida rápida y cancelar las citas que tengo para hoy, la verdad no me siento con ganas de trabajar, me duele todo el cuerpo y además estoy a gusto con ella, ¿por qué estás tan cursi Liam?, no lo sé quizás... me gusta.
Recorro con la mirada todo su departamento, es pequeño pero acogedor, tiene dos ventanas justo detrás de los sillones donde me encuentro, todo está tan ordenado, limpio. Me levanto para ver las fotografías que están en un rectangular mueble junto la puerta de entrada, hay fotografías de cuando ella era pequeña, en casi todas está con sus padres, en todas hay una gran sonrisa plasmado en su diminuto rostro, cuando estoy por mirar todas sus fotografías la duda me asalta, ¿dónde están sus padres?, ¿qué hay de ellos?, ¿por qué no me habló de ellos?, bueno de hecho, no tendría porqué hacerlo, solo soy un extraño en su vida además de su jefe que poco cuenta para poder contarme su vida.
Tocan la puerta y abro para recibir los cappuccinos con emparedados de queso, le doy dinero a Samuel mientras le digo que se tome la tarde libre; cierro la puerta con el pié y me encamino hacia su mesón dejando el desayuno en una fuente de vidrio, me doy la vuelta y hago un pequeño salto del susto...
Ella está frente mío sonriéndome.
–¿Qué es lo que pediste, Liam? –pregunta con una sonrisa.
–Averígualo con tus propios ojos, a decir verdad no sé si te gustarán los emparedados y pues...
–¡ME ENCANTAN!, ¿sabes?, yo los quemo y ya sabes... no me salen tan bien que digamos así que... ¡olvídalo! empecemos a devorar el pedido del señor Liam Gashter –dice sonriendo aún, ¿es que nunca dejará de sonreír?.
La miro de reojo mientras comemos y me doy cuenta que trae las medias de todos colores que le quedan espectacular, combinan exactamente con su humor, sin que me dé cuenta una sonrisa se me escapa al recordar cómo la conocí.
–¿Te estás riendo de mí?.–pregunta con un trozo de emparedados a medio comer.
–No no, es solo que me gusta tu sentido del humor, es todo.–respondo aún riendo.
Suspira y dobla el emparedado en dos para meterlos en su boca, me sorprende que solo quede un solo bocado de siete emparedados... se los comió todos.
–¡Diablos, señorita! –expreso
burlesco.–¿Qué si siempre como así? Pues, suelo comer como varón, mis tías hermanas de mi madre dicen que yo debí ser un barril y no una persona –sonríe y me mira –¿no comerás? –pregunta señalando el último bocado.
–Adelante señorita barril.–digo soltando una risilla.
Al terminar de desayunar, bueno ella sola desayunó ya que yo tenía poco apetito, miramos películas de comedia, suspenso, acción y terror.
Fue muy gracioso verla con la almohada entre sus brazos echa un ovillo por el miedo, le ofrecí mis brazos y ella no los rechazó, la verdad me la pasé genial, pero debo admitir que no puedo hacerle daño, ella parece ser una chica frágil y yo... yo solo soy un idiota sin escrúpulos para tratar a una mujer, no puedo merecer a una chica que tiene los sentimientos más puros que he podido conocer en una sola noche.
Me levanto y tomo mi reloj para ver la hora –debo irme Khiena, he perdido citas muy importantes hoy, pero ha valido la pena ya que me recuperé del todo, muchas gracias –dicho esto, tomo mis pertenencias y me encamino hacia la puerta dejándola sin articular palabra, solo le limitó a asentir con una sonrisa fingida alegre fallida.
Al encender el motor, me quedo dubitativo pensando... ¿qué acaba de ocurrir?, ella no puede gustarme, no puedo quererla.
No así.
Llego a mi apartamento y sigo sin poder sacármela de la maldita cabeza, Khiena no es el tipo de mujer que acostumbro a tratar, ella no me sedujo pese que pasé la noche y parte del otro día en el mismo techo, quizás debería cambiar la perspectiva hacia todas las mujeres, quizás.
Khiena, khiena, es lo único que pienso ahora, no le veo nada especial, no tengo que verle nada diferente a ella que a las demás mujeres, solo hay que darle tiempo y ya caerá.
Es solo tiempo para que ocurra lo de siempre, para que me quite las ilusiones y las malditas mariposas que siento en el infierno dentro mío, solo es tiempo para que me devuelva a mi realidad tétrica.
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Vida a medias [EDITANDO]
RomanceKhiena Riggins, una adolescente carismática con un sueño frustrado, una vida pesada y trágicamente destruida pero aún así, logra conocer a su príncipe de colores, Liam Gashter. Liam Gashter, un típico joven multimillonario, egocéntrico, sin escrúpu...