21|Viaje

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Khiena Riggins

Aylen me convenció de irnos a pasar un par de semanas a casa de sus padres o tal vez hasta que esté más tranquila y me pueda estabilizar. Debo de pensar en mi pequeño o pequeña que crece dentro de mí.

Una sonrisa se dibuja al pensar en mi bebé.

Estamos terminando de cerrar las maletas. Aylen se tira encima de una de ellas y suspira. Yo la imito y la abrazo.

–Bueno nena, si nos quedamos así perderemos el bus.–se incorpora tan rápido como se tiró en las maletas hace instantes.

Yo por lo contrario me quedo un momento más, no he estado durmiendo bien así que por inercia cierro mis ojos. Sin querer me quedo dormida.

–¡KHIENA MARIE!–.Grita y mis oídos zumban. Está mujer debería estar en ópera. En teatro. En lo que sea menos aquí.

–Ya, ya me levanto Aylen–.Digo incorporándome pesadamente.

Llevamos las maletas a rastras hasta la planta baja dónde un taxi nos espera, subimos con cuidado nuestros bultos y una vez lo hacemos nos adentramos en él. Aylen indica el destino y el taxista arranca. Abro la ventanilla para recibir un poco de aire. Estoy tan cansada que siento que dormiré ahora. Suspiro y trato de pensar en otra cosa que no sea Liam. Pero fracaso.

«Bendito seas cabrón»,Pienso delicadamente y sonrío.

Mi sonrisa se me borra al pensar si se encuentra bien en estos momentos, ¿estará yendo a sus terapias?, me tortura la sola idea de él echándose a perder. De todas formas es el padre del bebé que estoy esperando. De mi bebé. Aunque si no quiere saber de él yo misma le daré ese cariño paterno, a mi ñiño o niña no le faltará nada de eso estoy completamente segura. Liam que se quede con el espacio que el quiera, total él se lo pierde.

«Ay si Khiena eso si tu misma te lo crees», la vocecita zumba dentro de mi cabeza.

Suspiro.

Creo que me tomará un buen tiempo adaptarme sin él. Aunque sólo hayamos estado un par de meses juntos la tuve que cagar con preñarme. Soy la desgracia andante. Estoy en cinta y sin esposo. Seré madre soltera. ¿Qué más me podría salir peor?.

Sin darme cuenta el taxi se ha detenido y Aylen está caminando hacia la parte trasera de este para bajar nuestras maletas. Habíamos llegado a nuestro destino y ni cuenta me di. Bajo y me dispongo a recoger mi bolsón seguido de mi maleta.

–Enana, ¿te encuentras bien?.–pregunta con tono de preocupación.

–Sí, es solo cansancio Aylen, no te preocupes. Dormiré todo el camino. ¿Te parece si compramos algo de comer? Muero de hambre–.Le sonrío y ella me toma de la mano para buscar una tienda.

Un golpe me despierta aturdida, miro hacia mi amiga que está a mi lado pero está profundamente dormida, miro a mi alrededor y me doy cuenta que un niño me está mirando riéndose  de mi, se golpea la cabeza mirándome y vuelve a reír. Es ahí cuando me doy cuenta que me he golpeado la cabeza durmiendo. Le sonrío porque me causa gracia como imita. Saco un paquete de galletas que compramos con Aylen, me coloco mis audífonos y me dispongo a comer mientras escucho talking to the moon de Bruno Mars.

Todo el tiempo mi mente divaga por todo lo sucedido en los últimos casi seis meses. Me aceptaron en el edificio Gashter donde mi crush era el dueño, me enamoré aun más cuando intentaba ser atento conmigo o eso creía yo, me dio una sorpresa para mis dieciocho años. Me dejó. Me hizo su novia por dos meses para luego preñarme. Me volvió a dejar. Eso sin contar las innumerables veces que me hizo su drama bipolar a causa de su enfermedad. Y mírenme aquí, en un bus camino a casa donde me refugiaron y me sentí amada cuando mis padres fallecieron. Aún siento una opresión en mi pecho al mencionarlos. Los amaba y aún lo hago. Los extraño aún más en esta situación. Los necesito. Una lágrima recorre mi mejilla hasta desaparecer en mi sudadera. Sigo en mi ensimismamiento hasta que el cansancio vuelve a pasarme factura.

Siento como me vuelven en el hombro.–¡Khiena!, ¡Enana, despierta!–me sigue moviendo hasta que me levanto de golpe y la aparto.

Siento mareo y me vuelvo a sentar.

–¿Ya llegamos?–.Pegunto a una Aylen  ojerosa.

–Sí enana, ayúdame a bajar nuestras maletas que nos están esperando.–dice y se encamina fuera del bus. Entonces, me levanto y la sigo.

–¡Khiena mi amor!–.Dice eufóricamente la mamá de Aylen mientras corre hacia mi para luego enfundarme en un abrazo que me deja sin aire. Seguido otro abrazo que corresponde a su papá. Y por último su hermano que me levanta y me hace girar.

–Te extrañamos muchísimo cariño.–dice el papá Harold. Le sonrío como respuesta.

–Vamos, apresurémonos que nos espera un banquete de esos que te gustaban.–dice mamá Frida. Y Pedro que es el hermano de Aylen me toma por el brazo para ayudarme a avanzar. Todos derrochan felicidad. Los extrañaba tanto. Extrañaba su 'banquete' que hacía mamá Frida, sabía tan delicioso que me lo comía todo y aún pedía más.

Me hacen sentir feliz.

Y así pasó una semana. Una semana sin teléfono ni nada para comunicarme. Mamá Frida me ha estado consintiendo desde que supo lo de mi embarazo. Creo que llegaré a rodar. Me hace comer como diez veces al día eso sin contar los postres. Aún no sé de cuántas semanas estoy, pero supongo que entre las seis u ocho. Al volver me haré mi seguimiento para ver los latidos del bebé y esas cosas.

Me encuentro sentada debajo de los árboles, aquí como es campo son inmensos y hermosos. Estoy dándole círculos a mi no-notoria panza pensando si será mujercita o varoncito, sonriéndole y pidiendo que sea lo que sea salga sano. Desde ya, amo a mi bebé y lo protegeré siempre.

Estoy ensimismada que cuando levanto mi rostro veo una camioneta acercarse.

Oh no.

Vida a medias [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora