11|Pequeña rubia

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Liam

Nunca había invitado a una mujer a una cita o darle un obsequio, definitivamente esto es nuevo para mí y no sé si estoy siendo lo que ella espera que sea, estas últimas semanas me he estado torturando con la sola idea de que ella me rechace, me encontró con Catherine teniendo sexo y mi pecho se estrujó al ver la expresión que puso cuando su mirada cruzó con la mía.

No sé porqué, en el infierno, me tuve que fijar en una mujer después de lo que me han hecho, definitivamente aunque me duela, la alejaré de mí; ella no merece este desastre, puedo estar mejor sin sentir estos demonios que siento al verla y ella también.

Tomo mi teléfono y llamo a Cath que al tercer timbrazo me contesta. –Hola –contesta secamente.

–Necesito verte, te espero a las cuatro en mi apartamento –no espero respuesta por parte de ella y cuelgo.

No puedo sacarme de la cabeza la felicidad con la que me recibió la pequeña caja que le llevé, es tan frágil, tan indefensa. Ella merece que le irradien felicidad, no que la destruyan.

Nadie merece que le quiten esa parte que es solo de uno, la sonrisa.

Mientras estoy pensando en mis adentros, no me doy cuenta que ya son las cinco y Catherine no ha llegado, me incorporo y me encamino hacia el estante donde dejé mi celular.

Está apagado.

¿Qué le habrá sucedido?, me apresuro a tomar mis llaves y salgo del apartamento rumbo a su casa.

No debería preocuparme por ella, no tengo ningún sentimiento hacia Cath solo amistad; hace unos años, iba en mi auto con la mente en blanco, estaba lloviendo torrencial y no podía ver el camino así que me estacioné hasta esperar a que cese un poco la lluvia, estaba tan destrozado en ese entonces que grité golpeando el volante como un maniático, una vez calmado, miro hacia mi ventana y una pequeña rubia me estaba mirando fijamente con expresión triste y asustadiza, dudé unos momentos en ir a por ella pero así lo hice, cerré la puerta a mis espaldas y caminé lentamente hacia la rubia empapada, por otro lado, ella no se movió así que continué.

*Flashback*

–Hey, ¿qué haces?, no pretendo hacerte daño –expreso con las manos en el aire.

–Vete, quiero estar sola –tapa sus ojos y rompe a llorar.

Me acerco a ella le ofrezco mi chaqueta mientras ella llora sin cesar.

–Lo perdí todo... –aparta las manos con cuidado y me mira.

Tiene unos ojos preciosos.

–¿Qué...pasó? –pregunto cautelosamente.

–Mi casa...se quemó yo... yo lo hice –aparta la mirada más calmada y continua– yo no quería hacerlo lo juro yo solo quería hacerle una tortilla a mi hermana y no... no me fijé que ella había encendido la cocina y el gas estaba saliendo... mama me llamaba para ir a comprar arroz entonces, explotó; Retrocedí unos metros y oía gritos... llegaron los bomberos, pronto escuché que decían que la causa del incendio fue que el gas de la cocina estaba botando gas y mi pequeña hermana encendió el encendedor que yo había dejado en el mesón... yo fui una estúpida... no debí dejar eso allí, debí fijarme yo... –rompió a llorar.

–Shh.. no fue tu culpa, tranquila.

*Fin del flashback*

La llevé a vivir conmigo por un año, la ayudé a reponerse hasta que una noche no respondía cuando llamé a su puerta varías veces, entonces abrí y me encontré a Cath desnuda; desde allí comenzamos a tener una relación plenamente sexual por un tiempo, luego decidió irse después de descubrir sus sentimientos hacia mí.

Llamo a la puerta varías veces y nada, decido volver a mi coche a esperarla.

Después de dos horas la veo, está ebria... y viene con dos tipos a sus costados, abro la puerta y la cierro de golpe haciendo que se detengan.

–Pueden irse –digo sin mirarlos tomando a Cath de los brazos.

–¿Quién demonios te crees que eres?, nosotros hemos venido con ella y no nos iremos hasta que obtengamos lo que esta puta nos ofreció –escupe uno de ellos.

Hago amago de enfrentarlos pero veo que Samuel y Harold vienen a por ellos; llevo a Cath en mi hombro, la echo con cuidado en su cama y cuando la suelto ella tira de mi corbata antes de plasmar un beso en mis labios, dejo que su deseo culmine y me aparta con delicadeza para susurrarme: quédate por favor...

Pasé la noche con ella, lloró, gritó, me golpeó y terminamos teniendo sexo varías veces; al despertarme, por inercia toco a mis costados y me percato que ella no está.

–Hola... –me sonríe con una charola entre sus manos, está parada justo en el marco de la puerta.

Me incorporo y le devuelvo la sonrisa. –Hola, ¿ya estás mejor? – pregunto.

–Sí, te preparé el desayuno –dice colocando la charola entre mis piernas.

Nos fundimos en un silencio incómodo por varios minutos, ninguno de los dos se atrevía a romperlo; al terminar lo que había preparado para mí, me atrevo a mirarla... está llorando.

–No llores Cath, ¿qué tienes? –pregunto tomándola entre mis brazos.

Niega con la cabeza mientras tapa su boca ahogando sus sollozos.

–No puedo seguir así Liam, sé de antemano que desde que la viste a esa chica, te gustó, –se seca una lagrimilla que baja hacia su mejilla– yo no quiero ser un estorbo más en tu vida, me la arreglaste y te debo mucho por ello, es más, te debo la vida y por ende, no debo meterme, sé feliz que lo mereces. Me ofrecieron un trabajo en Francia, una amiga mía me contactó y mi vuelo sale mañana.

Me quedo petrificado con la noticia que me acaba de dar, pero mi cuerpo se va relajando al pensar que algo por ella y ya no me veré obligado a tratarla mal por Khiena.

Khiena...

Al ver que no respondía, continuó –Liam... tienes que ir a tus terapias, hazlo por favor, ahora mismo sé que ya no lo harás por mí, pero hazlo por ella, si la quieres... hazlo. –me quedé fijamente mirándola, ella no tendría porqué husmearse en mis asuntos –No tienes porqué meterte en eso, Catherine, es mejor que cierres tu boca para siempre, no debiste haber visto eso –me refería a mis análisis que un día por esperarme en mi oficina, ella recibió el sobre donde dentro portaba una verdad que para mí no es fácil de sobrellevar.

–Lo sé y lo siento, pero ahora que por error sé, trata de hacerlo... por favor.

–¿A qué hora te vas mañana? –cambié drásticamente el tema, a lo que su mirada se intensificó.

–A las ocho.

–Bien, te llevaré.

–No es necesario Liam... pero por ahora quisiera que te quedaras. –Asentí.

Por la tarde me despedí diciéndole que trataría de arreglar mi supuesto problema y ella agradeciéndome por todo lo que un día logré hacer, me acompañó hasta la puerta y nos dimos un abrazo fugitivo acompañado con un beso, me dí la vuelta para dirigirme a mi auto y la veo...

Vida a medias [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora