22|Carta

3 0 0
                                    

Khiena Riggins

Detienen la camioneta y de ella baja un hombre de camisa negra que se adhiere a su trabajado cuerpo voluminoso. Me quedo observando hasta que me mira y se acerca con un sobre en su mano.

Al estar cerca me sonríe y se inclina.–¿Señorita Khiena Marie Riggins?.-asiento y prosigue- buenas tardes, esto,-me alcanza el sobre- es para usted.

Lo miro aturdida. Y él captando mi desconfianza sonríe.

–Ábralo. –ordena y yo hago lo que me pide. De pronto papá Harold aparece en mi campo de visión junto a mamá Frida. Se miran confundidos y el hombre parado frente a mi contesta respondiendo a las miradas.

–Buenas tardes, he sido enviado para entregar un sobre a la señorita. –señala el sobre y yo lo levanto sin abrirlo aún.

–Oh claro, está bien. Por favor espéreme que ya traigo un jugo, no se vaya a ir. –él sonríe y asiente. Yo por lo contrario estoy dudosa abriendo el sobre.

Cuando me decido a romperlo de una vez por todas comiendo a abrir el papel qué hay dentro. Son dos. Leo el primero y es un documento donde dice que Liam me ha dejado dinero a una cuenta que por cierto está anotada también. Desde ya estoy a toda madre, si no voy y estrello mi puño en su cara no estaré tranquila.

¿Quién rayos se cree?, ¿cree que necesito dinero?, ni lo sueñe. No aceptaré dinero viniendo de él.

Sigo leyendo y especifica que es para mis gastos durante la gestación, parto y la crianza hasta los cinco años de la criatura. Maldito idiota. Me las va a pagar. No aceptaré nada de él.

Creo que si sigo maldiciéndolo no terminaré de leer. En fin, dice que él no se hará cargo personalmente ni quiere ningún vínculo porque desconoce a la madre de la criatura pero considera que es su hijo. ¿Espera, qué?, ¿cómo es posible que preñes a una mujer sin conocerla?. Definitivamente me las pagará.

«Me las vas a pagar Gashtercito, prepara tu culito.»

Termino de leer el primer documento y el segundo es una carta. Una muy corta carta.

«Hasta para eso le dio pereza.»

Para: Khiena Marie Riggins

Lo siento mucho por todo lo que he causado, pero necesito mi espacio así como tú misma lo dijiste. En el documento que te estoy enviando especifica lo que realmente quiero y necesito entregarte. Por favor tómalo. Me sentiré mejor si así fuese. Khiena gracias por todo y perdón por tan poco. Yo no seré capaz de lidiar con un título muy grande como lo es el de ser padre, no es mi decisión ni fue tener esta enfermedad. No quiero que sufras viendo como la criatura que estás llevando en tu vientre tenga lo mismo que yo, no quiero dejarte todo el peso en tus espaldas así que acepta lo que te ofrezco. Sé que te dañé y sé también, que el dinero no lo es todo, pero ayudará en algo. De nuevo Khiena, lo siento. Adiós.

Liam Paul Gashter

Odio, ira y prepotencia de no poder ir y arrancarle esos ojos eso son los únicos sentimientos que quedan hacia él. Jamás pensé que esto pasaría a una tonta e ingenua como yo, podría imaginarme todo menos esto. Una lágrima cae resbalando por mi mejilla y la limpio de inmediato. No lloraré por ese imbécil. No ahora, no nunca.

Se acabó.

–Señora, disculpe. El señor Liam se fue a vivir a otro país, sólo me pidió que le entregase ese sobre y le dijera que él ya no estaría aquí. Con su permiso me retiro. -se levanta y yo asiento- Muchas gracias señora por el jugo, estaba delicioso, con permiso.–se retira despidiéndose de mis padres.

Papá Harold se acerca y me da un abrazo, mamá Frida lo imita también y así es como me desmorono en llanto.

Tratan de consolarme y no se cansan de decirme que todo estará bien porque soy una mujer fuerte y que no necesito de ningún hombre para sobrevivir. Los amo tanto. Simplemente la vida me ha dado muy duro esta vez pero no caeré. Me limpio mis lágrimas que se deslizan por mis mejillas y suspiro sonriéndoles a mis padres que están con sus caritas preocupadas. Son tan tiernos.

–Gracias papás, me iré a dar una ducha y ya regreso, ¿si?.– ellos me sonríen y asienten. Me levanto con el sobre aún entre mis manos. Camino con nerviosismo y cuando quiero dar el siguiente paso todo da vueltas, no logro sujetarme y caigo.

Despierto en una habitación con decoración blanca, parece el cielo pero claro no es porque aparecen rápidamente mis padres a mis costado junto con Aylen y Pedro. Todos con cara de asustados. Me toman de los brazos y me preguntan si estoy bien en coro. Sonrío.

Definitivamente es la escena más tierna del mundo.

–Estoy bien, tranquilos. –digo y les sonrío de modo que sueltan un suspiro.

Mamá Frida decide hablar por todos. –El doctor dice que el bebé se encuentra perfectamente bien, es un luchador mi pequeño nieto.

–Mi sobrino hermoso.–dice Pedro y Aylen lo codea.

–Me querrá más a mi que a ti.–Pedro sonríe y le saca la lengua.

Parecen dos niños por Dios.

–Ya cállense par de ineptos.–es el turno de hablar de papá Harold.

Sonrío y le tomo la mano de mamá Frida con mis manos y le digo que no se preocupe, le agradezco a todos y les anuncio que dormiré otra vez. Ellos asienten sonrientes.

Me despierto y lo primero que veo es a Aylen encima de Pedro ambos durmiendo en el sillón de visita. Sonrío y contemplo a ese par de inmaduros que tanto amo. El primero que despierta es Pedro y cuando termina de hacerlo, empuja la cara de Aylen porque le ha caído una baba.

–¡Qué asco engendra, apártate!–dice Pedro levantándose lejos de Aylen y esta se está retorciendo de la risa.

Cuando ambos se calman me miran y se acercan.

–¿Cómo estás, enana?–pregunta Aylen y Pedro me toma de la mano.

–Con mucha hambre. –digo y ellos sonríen.

–Mis padres han ido por unos sándwiches. No tardan. –contesta Pedro. Y yo asiento sonriendo.

A los minutos aparece la pareja sonriente con unas bolsas.

Vida a medias [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora