18.Ficción

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En la mañana del lunes cuando despierto me sorprende estar envuelta en una desconocida pero suave tela, la sudadera de Tyler, antes de entrar al baño y darme una ducha me la quito y la cuelgo en una percha justo al lado de su chaqueta.

Sonrío al recordar cuando dijo que pronto se quedaría sin ropa por mi causa.

Cuando llega la hora del desayuno es una novedad ver a mi tía Jen leyendo el periódico en la barra, ya se me hacia costumbre que se pase todo el día en el hospital.

—Buenos días cariño ¿dormiste bien? —asiento y ella sonríe—. Te he preparado tu desayuno favorito.

La miro con sospecha, demasiado bueno para ser real, me siento mientras ella deja un plato con humeantes huevos revueltos, tocino y tostadas, acompañados por un café con leche.

Su sonrisa es tensa y de pronto lo recuerdo, hoy es 11 de febrero el aniversario de la boda de mis padres. Supongo que me espera un largo día.

Permanezco impasible y trato de restarle toda la importancia posible, aunque el resto del desayuno es incomodo y no termino mi comida. Dejo mi plato de un lado y me despido de mi tía antes de salir a la parada a esperar a Ale, ella me da una mirada preocupada pero me deja ir sin decir nada.

El resto de la mañana es sofocante con Ale y Sammy detrás de mi cual guardaespaldas, atentos a cada movimiento, mueca o reacción de mi parte, a la hora del almuerzo no me quitan la mirada de encima y suelto un suspiro aliviado cuando Tyler se sienta a mi lado ajeno a todo.

—Toda la noche, en serio, no sé cómo puede leer tanto y no cansarse en serio es un monstruo. —me río ante la justificación de Tyler por sus pronunciadas ojeras.

—Recuérdame nunca aceptar una invitación para una pijamada de su parte.

—¿Y de la mía la aceptarías? —me pregunta en un susurro.

Le pongo los ojos en blanco antes de responder.

—¿Qué parte de solo amigos no te ha quedado clara aún?

—Los amigos hacen pijamadas —se excusa—. Podemos hacernos faciales, pintarnos las uñas y hacer una guerra de almohadas ¿qué dices?

Vuelvo a reírme y Ale me mira como si fuera a salirme otra cabeza de un momento a otro, continua su conversación con Sammy fingiendo no prestarme atención.

—¿Vienes a mi departamento hoy?

Abro la boca para responder, pero es otra voz la que habla en mi lugar.

—No es un buen día, Lia y yo tenemos planes —me mira para luego añadir—. Peli y helado ¿no es grandioso?

Sinceramente no. ¿Por qué todos se empeñan en tratarme como si estuviera en un estado grave de depresión? Es ridículo.

Poseída por el enojo, miré a Tyler con una gran sonrisa, este puso cara de confusión, quizá tenía razón y no me mostraba muy amable con él a veces.

—Prometí pasar a ver a la hermana de Tyler, espero que no te moleste Ale —antes de ver su gesto descompuesto agregue con desanimo, de tanto juzgar a Tyler y en este momento yo estaba aprovechando de loa situación—. No me apetece estar en casa hoy.

Sin ganas de contradecirme, como había estado todo el día, accedió sin reproches. Sammy no dijo una palabra, pero en el fondo sabia que a él le agradaba que rompiera un poco con la rutina.

Al salir de clases fui directa a la camioneta de Tyler, el esperaba apoyado en esta. Cuando subía, las rubias oxigenadas pasaron por mi lado cuchicheando entre ellas y pude oír claramente cuando una de ellas le decía a su prima que yo ya había caído en el juego de Tyler.

Tu Propio ReflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora