Capítulo 29

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Otro narrador

Franco se encontraba revisando unos documentos en su despacho, cuando Blanca seguida de Paco irrumpió echa una furia, su secretaria había intentado detenerla inútilmente.

—Impugnaré el testamento —anunció Blanca sin más. Franco se tomó un momento para observarlos.

—Si alguno de los involucrados lo hace —Franco se puso de pie y dirigió una mirada a Paco por obvias razones— lo único que conseguirán será malgastar su tiempo y perderlo todo. —advirtió sin pestañear.

Blanca tenía ganas de golpear algo. Su marido se había encargado de dejarlo todo muy bien atado antes de caer fulminado por un ataque al corazón. Debía de haber alguna escapatoria. Tenía que encontrarla.

—Franco, sabes tan bien como yo que mi marido debía de estar senil para redactar este testamento. —Pero no lo estaba, Blanca. —replicó Franco— Lo conocía perfectamente bien y te aseguro que Fernando estaba completamente lúcido y consciente de lo que hacía. Trabajaba con él todos los días, tú mejor que nadie deberías saberlo y sí estás considerando ese argumento para impugnar, de una vez te digo que no procede. —añadió sin ocultar su enfado.

—Debe haber algo que se pueda hacer, no pueden perder todo, así como así. —Añadió Paco.

—Sí, desde luego pueden hacerlo. —Blanca y Paco le miraron con interés— Una boda, que Dulce y Christopher se casen antes de que se cumpla el mes.

—No me refería a eso, Dulce no se va a casar con ese tipo. —Respondió Paco molesto.

—Sí me permite, señor Álvarez, no es usted el que tiene que decidir, sobre todo porque ni siquiera es uno de los beneficiarios del testamento.

—Paco es mi representante legal y tiene todo el derecho a inmiscuirse en esto. —Intervino Blanca.

—Como sea, ya les he dicho cuales son las opciones viables, sin embargo, pueden intentar lo que ustedes consideren. Sólo les informo que a partir de hoy Christopher se hará cargo de administrar toda la fortuna de Fernando, eso incluye la Villa por su puesto —Blanca intercambió una mirada con Paco— así que, si pretendes impugnar, sin importar que tu hija y Christopher se casen, debes saber que puedes perder tus derechos sobre la propiedad y la cuenta de banco al hacerlo. —Mencionó Franco sereno— Bueno, pero supongo que eso ya te lo ha explicado tu abogado, así que no te hago perder más el tiempo.

—No me quedaré de brazos cruzados, no permitiré que un extraño maneje lo que por derecho nos pertenece. —Espetó Blanca antes de salir seguida de Paco.


Narra Dulce

Como si fuera un animal enjaulado, Christopher deambuló inquieto por el salón con los puños cerrados. Su rostro denotaba frustración contenida, pero en este instante estábamos en las mismas condiciones, era cierto que había puesto en su lugar a Paco, pero a mí me había tratado como un objeto, en ningún momento habló de sentimientos, sino como una posesión más que estipulaba el testamento, me había lastimado con sus palabras, estaba claro que dijera lo que dijera no me daba ni un gramo de crédito. Su mirada había conseguido helarme hasta la sangre, pero no me doblaría, no frente a él, no dejaría que viera mi dolor.

—Lo mejor será que me vaya. —Dije tragando el nudo que se había formado en mi garganta.

—No, tú no vas a ningún lado. —Dijo bloqueándome el paso— Así qué estaban planeando casarse ¿Desde cuándo?

—Yo no estaba planeando nada...

—Vamos Dulce, pretendes que te crea, olvidas que los vi, carajo ¡yo sé lo que vi! —Lanzó furioso, haciéndome retroceder un poco.

Tal vez en RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora