Capítulo 38

565 65 20
                                    

Narra Dulce

Llevábamos cerca de una hora en la sala de juntas hablando con Franco, de última hora habíamos acordado vernos allí; un sinfín de documentos para firmar, términos y cuestiones legales que esperaba me permitieran disponer del dinero que me pedía mi madre, quería acabar con esto antes de volver a Madrid, el jet llegaría por nosotros en un par de horas, la inauguración de las oficinas finalmente sería el viernes, así que era mejor volver ahora.

—Bueno creo que he firmado todo lo que me pediste. — Comentó Chris tendiéndole una carpeta a Franco.

—Así es, ya sólo falta tu firma Dulce. —Franco me tendió los documentos

—Les importa si los dejo un momento, sólo quiero dar algunas instrucciones antes de irnos.

—Descuida, yo terminó aquí.

—Bien, no tardaré. —Era mi oportunidad para hablar con Franco a solas.

—Respecto al dinero que te corresponde, Dulce, aquí esta la cantidad que se te ha asignado, además, Christopher pidió que se te destinara una cuenta para que tú puedas disponer en el momento que así lo requieras, te entregarán todo en Madrid. —Empezó diciendo Franco, que pareció leer mi mente.

—Pero... ¿Eso es posible?

—Bueno, sí, Christopher así lo dispuso.

—Entonces, ¿puedo disponer de ese dinero sin problema?

—Sí, desde luego.


Horas más tarde aterrizábamos en Madrid, Chris me había pedido que me mudara con él, por evidentes razones no contemplaba siquiera la idea de vivir en mi piso, en primer lugar, era un lugar diminuto comparado con el suyo, y encima estaba la amarga experiencia con Paco, así que estaba completamente descartado. Apenas bajamos del jet y ya había un auto esperándonos.

—Mañana pediré que te ayuden a trasladar tus cosas, supongo que necesitarás más que ese par de maletas. —me dijo cuándo subimos al auto.

—Sí, gracias. —Me acomodé en el suave asiento relajada, tanto que debí adormitarme un poco, sentí el auto detenerse y abrí los ojos.

—Justo a tiempo, ya llegamos dormilona. —Dijo Chris abriendo la puerta del auto. Miré por la ventana, pero no estábamos en el hotel, sino frente a una enorme y preciosa casa, debía estar dormida aún.

—Pero... ¿Dónde estamos? — pregunté cuando abrió mi puerta.

—En casa, recuerdas que acordamos que te mudarías...

—Sí, lo sé, pero asumí que viviríamos en tu piso, en el resort.

—Bueno, pensé que sería mejor vivir aquí que en el hotel, no estaremos tan expuestos. Vamos, te gustará. —me tendió la mano para ayudarme a bajar, la construcción estilo moderno se encontraba rodeada de un gran jardín iluminado, al menos era lo que podía apreciar desde el frente, desde luego era un lugar muy privado.

El lugar era impresionante, moderno pero muy cálido y acogedor, apenas entramos apareció una mujer de mediana edad a recibirnos.

—Martha, ella es Dulce, mi esposa. —Se adelantó Chris colocando una mano alrededor de mi cintura.

—Estoy a sus órdenes señora, lo que necesite, sólo tiene que decirlo. —la amable mujer se comentó con una cálida sonrisa. Minutos después, Chris se ofreció para darme un breve tour por la casa, realmente estaba encantada con cada parte de ella.

—No entiendo cómo es que teniendo un lugar como este, prefieres vivir en un pent-house. —Mencioné cuando subíamos las escaleras hacia el siguiente piso.

Tal vez en RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora