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Hace ya más de un año, Tweek y Craig entablaron una amistad. Ambos se habían vuelto cercanos y de vez en cuando el rubio se juntaba con el grupo del azabache. Poco a poco se fue incluyendo a su Team, la soledad a la que ya se había acostumbrado, ya no estaba, ahora tenía amigos, amigos de verdad. Clyde, Token y Jimmy se volvieron amigos del joven, se dieron cuenta de que Tweek no era tan raro como parecía, la verdad era un chico simpático e inteligente, sólo que no lo demostraba por su apariencia.

Al pelinegro le gustaba la compañía de su nuevo amigo y era extraño, ya que esto nunca le había ocurrido, incluso le gustaba más estar con él que con el resto. Se juntaban a jugar videojuegos después de clases o jugar con sus demás amigos. Craig lentamente comenzó a relacionarse con otras personas, de vez en cuando se sentaba con sus antiguos enemigos, que ya ahora se habían vuelto unos conocidos para él. Había perdido ese odio que les tenía.

Desde que llegó Tweek Tweak a su vida comenzó a relacionarse más con la gente, aunque esta no le importara o agradara, de cualquier manera seguía siendo el mismo chico indiferente de siempre que rara vez sonríe, excepto con el rubio de cabello alborotado, ese era un caso aparte que aún no comprendía. Ni siquiera podía encontrar una razón lógica o racional del porqué era así con él.

¿Qué tenía él que le provocaba sonreír cada vez que lo veía? ¿Será que es por qué es el único no idiota de esta escuela? Esa eran las preguntas que le surgían en la cabeza a Craig. No lo entendía.

A la mañana siguiente el pelinegro fue a clases acompañado de su amigo, Clyde.

Había una duda que le surgió en su cabeza y necesitaba respuestas, y cómo no preguntarle a su mejor amigo experto en el tema.

— Oye -intentó llamar la atención del castaño- Amigo... -le tocó el hombro, este seguía hipnotizado- ¡Despierta! -lo golpeó en el rostro y sacándolo de su trance.

— Lo siento hombre, ayer me pasó algo muy extraño y aún no lo proceso del todo. -dijo mientras se sobaba la mejilla donde recibió el golpe de Craig.

— ¿Qué ocurrió? -le preguntó, aunque la verdad no le interesaba mucho.

— Bebe... -susurró con un pequeño rubor en sus mejillas.

El azabache lo miró confundido.

¿Se le habrá declarado por fin a esa rubia hueca? -pensaba.

— E-ella... ¡¡Me invitó a salir hermano!! -gritó saltando de emoción mientras hacia una especie de "baile de la victoria".

— Bien, cara de culo. Te felicito. -le tocó la espalda en señal de aprobación- Aún así eres un marica, porque ella fue capaz de invitarte y tú no.

Soltó esto último con la intención de provocar a Clyde. Este no le tomó importancia a su comentario, estaba demasiado feliz porque la chica que le gustaba lo había invitado a salir.

— Oye...volviendo al tema. -dijo Craig algo nervioso. El castaño lo miró confundido por su actitud- Te quería preguntar algo.

— ¿Qué sucede?

— Mira, tengo un amigo que siempre que ve o habla con su otro amigo se siente feliz, siente de el deseo de estar siempre con él. Además de que le da una extraña sensación en el estómago, como si quisiera vomitar. Es raro y asqueroso.

— Oh, pues que la invite a salir, tal vez le guste y sean novios. -dijo sin darle mucha importancia.

— Viejo, son hombres. -dijo obvio cruzándose de brazos.

— Coño, Craig... ¿Eres gay? -preguntó asombrado.

— ¿¡Qué!?... No, no, no. ¡Yo no! Mi amigo -habló alterado. Espera, yo soy el amigo-. Es decir, mi amigo no sabe porqué le pasa eso solo con él, es hetero, al parecer...

— Es simple. -se encogió de hombros- Siente algo por el chico.

— ¿Qué cosa? -preguntó el de chuyo azul desorientado. ¿Sentir?

— Lo que yo siento por Bebe. - Craig lo miró dudoso y el castaño rodó los ojos- Idiota, es amor. Está enamorado.

— ¿Pero cómo? Si le gustan las chicas ¡No tiene lógica! -realmente no lo podía creer.

— ¿Ha estado con una?

— No seriamente, pero... -Clyde lo interrumpió.

— Entonces es gay, fin de la discusión. Y ya vamos, que se nos hace tarde.

Durante todo el camino Craig se fue preguntando ¿Soy gay en verdad? ¿Me gusta Tweek? No, eso no puede ser, imposible. Cuando llegaron a la escuela, el azabache buscó al rubio con la mirada, quien aún no había venido.

¿Se habrá enfermado o algo? Agh, Mierda ¿Por qué me preocupo?

Entraron a clases y aún no habían señales de Tweek, el pelinegro se estaba inquietando.

Coño, lo iré a ver después de clases, no es normal en Tweek faltar, por lo general es muy responsable.

Fue un largo y aburrido día para el azabache, sin su amigo, del cual ya se había acostumbrado verlo siempre. Estuvo ansioso toda la tarde y preguntándose si de verdad era homosexual.

Al finalizar la jornada, Craig se despidió de sus amigos y fue directo a la casa de Tweek. Tocó la puerta y le abrió una mujer, supuso que era su madre.

— ¿Está Tweek en casa? -preguntó preocupado.

— ¿Son amigos? -el pelinegro asintió- Está en su cuarto, si quieres puedes pasar a verlo, hoy se sentía bastante mal. -dijo con un tono de inquietud, el azabache le dio las gracias y subió a ver a su amigo.

Tocó la puerta de su habitación.

— Pase... ¡Cof cof! Ngh. -tosió un Tweek enfermo detrás de la puerta, esto angustió más a Craig.

Abrió la puerta y encontró al rubio tembloroso recostado en la cama, en sus manos tenía su taza de café favorita.

— Amigo, ¿Qué te sucedió? ¿Cómo te enfermaste? -preguntó inquieto tocándole la frente revisando si tenía fiebre. El ojiazul lo miró desconcertado por su acción y luego le sonrió. Le pareció lindo que su amigo se preocupara por él.

— Oh, sólo es un resfriado, ya se me pasará. -lo tranquilizó dedicándole una cálida sonrisa. Él
se sonrojó al verlo- ¡Gah! ¿Qué te pasa? ¿Te enfermaste también? -preguntó al verlo colorado.

— N-no ¡No! Es que hace un poco de calor aquí -dijo y se sacó su chuyo azul para ponérselo a Tweek- Tú si que necesitas abrigarte amigo.

— G-gracias por preocuparte por mí. -le sonrió con un pequeño rubor en sus mejillas. El gesto del pelinegro le había enternecido.

Estuvieron toda la tarde charlando de temas varios, hasta que cayó la noche y Craig tenía que irse.

— Bueno, me tengo que ir. Pasaré por aquí mañana después de la escuela para ver como te encuentras. -Se levantó de la cama- ¡Ah! y puedes quedarte con mi gorro, lo necesitas más que yo. -se despidió de Tweek y se fue camino a su casa.

El rubio estaba confundido, Craig nunca había mostrado preocupación por alguien, ni por su familia, excepto por su cuyo Stripe, pero el no cuenta, ya que no es humano. Se quedó un rato pensando sobre ello hasta que se quedó profundamente dormido.

El azabache por otro lado pensaba en todo lo había hecho hoy por Tweek, ¿De verdad le dejó su chuyo azul? El nunca se lo quitaba. No podía comprender el porqué lo hacía. Fue de manera instintiva y sentía la necesidad de estar con él. Cuidarlo. Es extraño.

¿Soy gay? Fue la pregunta que se hizo antes de caer completamente dormido.

El chico de cabellos dorados | CreekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora