Capítulo IV | Quiero saber

184 13 0
                                    

No he dejado de leer cada libro que he encontrado en la biblioteca, la medicina es compleja pero la química me es más sencilla. Puedo lograrlo, lo sé. Solo debo aprender.

Mi maestra Mel me ha ayudado a conseguir más libros, me ha acompañado unas horas en ésta fría sala de espera. Papá no mejora, y yo estoy preocupada.

Mel está impresionada por mi avance, e insiste en que no estoy al nivel de la primaria. No me gusta mucho la escuela, pero papá dice que es importante seguirla.

Leo sin parar y ella me dice que no creía que fuese posible encontrar a alguien con una memoria fotográfica como la mía —me cansé de repetirle que se dice eidética—. Sigue hablando y hablando; yo solo quiero concentrarme, ella lo entiende y se despide al marcharse al trabajo.

En algún momento me quedo dormida, y lo sé porque al abrir los ojos veo el reloj y es de noche, la sala está vacia.

Abrazo mis piernas sobre la silla, tengo frío y no tengo noticias de papá.

—Mejorarás —susurro y dejo deslizar una lágrima por mi mejilla.

Igna Fritz | El sueño de una genioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora