Adicto, me he vuelto adicto a ella, escribió Harry en su libreta. Sentía la necesidad de dejar evidencia escrita de las maravillosas semanas que había vivido por miedo a olvidarlo alguna vez. Todos decían que algún día se convertiría en escritor.
Es una declaración radical, lo se, pero no podría darle otro nombre. Me he vuelto adicto a su risa, y las diferentes tonalidades de esta. A veces es escandalosa, otras veces es tan ligera que parece más un suspiro. A veces su sonrisa es tan grande que puedo ver todos sus dientes, y otras apenas si se levantan las esquinas de sus labios.
Es divertida, inteligente, asombrosa. Sabe tantas cosas.
A su lado soy un simple observador, un oyente, un explorador. Cada segundo que paso con ella me encuentro memorizando su rostro, esa graciosa curvatura en su nariz, esas mejillas suaves y esos labios hermosos. Dios, he pensado tanto en sus labios.
Me ha enseñado música, tal como lo prometió. Cada tarde la invito a mi casa−porque nunca quiere que vaya a la suya−y nos encerramos en mi habitación. Yo recostado en mi cama y ella sentada en mi escritorio, buscando y buscando y buscando canciones que ahora no dejo de tararear. A papá le agrada, y se que secretamente a mamá también, solo cree que es algo intimidante para mi.
Es mi vecina, pero nunca toma la ruta que yo solía tomar. Cuando empecé acompañarla no entendía por qué tomaba el camino largo, pero después de un tiempo me dije que no importaba, porque así podía pasar aun más tiempo con ella.
Hemos descubierto que mi ventana está justo al frente de la suya. No lo sabía antes porque siempre se mantiene cerrada y con las cortinas abajo. Cuando le pregunté porqué ella respondió "no me gusta la luz solar" pero se que miente.
Oculta cosas, lo tengo claro. Hay tanto que no se de ella, pero me repito que no necesito saberlo todo. Ella no toca temas como familia, nunca menciona a sus padres. Nunca menciona a su hermano, mientras que yo siempre hablo de la mía. No se queda a cenar, pero siempre se devora su merienda y parte de la mía.
A veces está emocionada, me busca en el instituto y me cuenta un millón de cosas. Me habla de música, de tendencias, de libros y hasta de extraterrestres. Discutimos pro y contra de cualquier tema que se nos pase por la cabeza y reímos, porque me es imposible no hacerlo cuando ella lo hace. En casa rebusca en mis cosas, hacemos la tarea entre comparaciones y luego cantamos a todo pulmón. Kiss es lo que predomina, podría jurar que todo el vecindario nos puede escuchar cantar Heven's on fire. Ella dice que soy bueno memorizando letras, lo que ella no sabe es que, cada vez que se va, yo me quedo dos horas repitiendo todo lo que sale en el historial.
Pero hay días en los que no es posible ni que diga más de tres palabras juntas. Esos días escuchamos The Smiths, ninguno canta. Ella solo mira por la ventana, y a pesar de que estoy justo a su lado, siento que nos separan kilómetros y kilómetros.
Me preocupo por ella. Me preocupo demasiado por ella. Tanto que siento que me está volviendo loco.
A veces se escuchan gritos, peleas, vasos rotos y demás cosas en su casa. Siempre la llamo, nunca contesta. He aprendido que debo esperar. Con ella debo esperar. Una vez que todo el escándalo termina, las luces de su habitación parpadean dos veces, y luego se apagan otra vez. Se que es su forma de decirme que está bien.
Quisiera saber más, quisiera hacer más. Siento que algo ocurre y se me está escapando de las manos. Siento que está justo frente a mis ojos pero no puedo descifrar que es. Nunca olvidaré la manera en la que me sentí cuando ella, una de esas tardes donde Asleep nos tenía tumbados a los dos en mi cama, susurró "No significo nada". Le pregunté a que se refería, sabiendo que mis segundos estaban contados antes de que se cerrara de nuevo. "No significo nada. Soy una partícula diminuta. No tengo rostro, ni cuerpo, ni nada. No significo nada".
Quería gritarle ¿no ves lo que significas para mi? ¡Vivo por ti, suspiro por ti, Olivia! Pero no lo hice. Solo dejé que cerrara los ojos y que una lágrima se deslizara hasta mi colchón.
Me desespera no saber que hacer.
Siempre había creído que yo era una persona simple. Y por ende asumí que todos los demás también lo eran. Pero se, con certeza, que nada que tenga que ver con Olivia era simple.