La playa. Hoy Olivia quería ir a la playa. A pesar de las objeciones de Harry, usando argumentos como que apenas era miércoles, que la playa estaba a tres horas y que no tenía traje de baño, ambos se encontraban estacionando el auto del padre de Harry frente al hermoso mar. Eran ya las cuatro de la tarde, y debían regresar en dos horas porque a Harry no le gustaba conducir de noche. No le gustaba conducir en absoluto. Olivia bajó corriendo apenas el auto se detuvo y no esperó el rizado, que ahora cargaba su mochila y la de ella.
No había nadie y las olas irrumpían contra la orilla de manera fuerte, irónicamente creando una melodía suave que serenaba el turbio estrés de Harry por conducir tanto tiempo. Él se acercó a ella, que se encontraba de pie frente al mar.
—¿vas a meterte? —preguntó.
—Solo si lo haces conmigo—ella tenía una mirada especial hoy. Estaba triste, él sabía que no era un día de Kiss, sin embargo, estaba actuando como si todo estuviera bien.
—Te dije que no tengo traje de baño.
—Yo tampoco−sonrió—. Venga, que la ropa interior es la misma cosa.
Harry iba a refutar, pero se detuvo antes de hacerlo. ¿Qué esperas? se alentó, no quieres que piense que eres un tarado. Harry no podía negar la atracción que sentía por esta peculiar chica, y eso no le gustaba nada. Claro que había tenido relaciones antes, pero nunca había sentido algo como esto. Su corazón se agitaba, se oprimía y se paralizaba cada vez que estaba con ella. A este punto, terminaría con problemas cardiacos.
Olivia se terminó de sacar la ropa, quedando simplemente con un conjunto negro sin encaje. Cruzó sus brazos y los pegó a su pecho, seguramente porque estaba muy avergonzada y no quería que él la viera así. Antes de que Harry pudiera reaccionar, ella salió corriendo despavorida hasta que pudo sumergirse en el agua azul claro. Harry terminó de quitarse el pantalón y, ya en bóxer, le siguió los pasos a su amiga.
—Está fría—se quejó cuando la tocó. Olivia se rió. Sobre sus cabezas, parecía que llovería pronto.
—No va a matarte, llorón.
Nadaron por rato a una distancia prudente. Por más que Harry quería acercarse, Olivia parecía alejarse un poco más.
Por un momento no dijeron nada, solo se dedicaron a ser. Sentir las olas, el viento, el movimiento involuntario que sus cuerpos hacían para mantenerse a flote. Olivia parecía estar pensando, y Harry sabía que era un buen momento para pensar algo, también. Solo que no podía. No podía reflexionar acerca de nada estando allí, en esa playa desierta con nubes grises.
—No son mis padres—rompió el silencio Olivia. Su cabello largo flotaba a su alrededor, y Harry solo podía verle la cabeza y el cuello—. Son mis tíos.
—¿Qué pasó con tus padres? —se atrevió a preguntar. Ella había iniciado el tema, después de todo.
—Mi mamá murió. Un...un hombre la mató—Harry no sabía que decir, así que permaneció en silencio—. Papá tenía...bueno, ambos tenían problemas con algunas personas. Le debían dinero a alguien, no lo sé. La mataron en mi fiesta de cumpleaños.
—Olivia—fue apenas capaz de articular.
—Había un pastel—sonrió—, era enorme. Estaba cumpliendo trece.
—¿Dónde...dónde está tu padre? —Harry apenas podía respirar con esa opresión en el pecho. Quería llorar.
—En prisión. Él...tomó algunas malas decisiones hace unos años.
Harry sabía que la única manera que tenía para ayudarla era conociendo más, y eso solo pasaría si el preguntaba, así que lo hizo—: El pequeñito, ¿no es tu hermano?
—No. El es Byron, su hijo—después de un rato agregó—. Debo quedarme con ellos hasta que papá salga y podamos vivir juntos de nuevo. No me quieren allí.
—No digas...
—Es verdad—lo interrumpió—. Rompí con su rutina perfecta. No quieren a una adolescente molesta que lo daña todo. Me lo dicen todo el tiempo. Siempre lo daño todo.
—no es verdad.
—¡Si lo es! —alzó la voz. Su voz se produjo con una violencia poco clásica de ella, y Harry se sintió mal—. Si lo es—dijo esta vez más bajo.
—No puedo hablar por tus tíos—se fue acercando un poco—, no les conozco. Pero puedo hablar de mi. Olivia—rara vez se permitía decir su nombre en voz alta, porque entonces un montón de mariposas se agitaban en su estómago y volaban hasta su pecho, donde sentía pinchazos que lo recorrían por completo. Ella lo miró—. No has hecho más que mejorarlo todo desde que apareciste en mi vida.
Pronto los ojos de Olivia se llenaron de lágrimas, porque eso es lo que pasa cuando la luz te golpea después de tanto tiempo de oscuridad. Cerró los ojos, de otra forma se cegaría, y Harry aprovechó para nadar hasta que estuvo justo al frente de ella. Él era más alto, pero podía sentirla en todos los lugares correctos.
—Olivia—repitió su nombre. Esta con lágrimas en los ojos lo miró, pero pronto bajo la vista—. Di lo que estés sintiendo, y dilo ahora.
—Tengo el presentimiento de que te vas a alejar—respondió ella.
—No lo haré.
—No podría soportarlo.
—No tienes que preocuparte por eso—él se aventuró a tocar sus mejillas con ambas manos—. No me dejes ir, Olivia.
Y entonces la besó.