*Álvaro*
Acababa de llegar al apartamento que habíamos alquilado Ainhoa y yo cerca de la casa de sus padres, para contar con su ayuda con los niños mientras nosotros salíamos a trabajar. Ella había entrado en una tienda de ropa media jornada y yo daba algunas clases de guitarra a niños y no tan niños. No ganábamos demasiado, pero suerte que contábamos con algunos ahorros.
-Tengo noticias-comentó tras saludarme.
-¿Qué ha pasado?-Fui hasta el parque para coger a Jorge que jugaba con su sonajero-. ¿Dónde está Pablo?
-¡Pablo, papá ha llegado!-No tardó ni dos segundos en salir corriendo para saltar a mi alrededor- Laura y Dani han terminado por mudarse a Alcázar.
-¿Y eso?-Me senté con Jorge en mi regazo y Pablo a mi lado, hablándome entrecortadamente sobre algo que había hecho con la abuela.
-El padre de Laura-se encogió de hombros-. ¿Puedes creerte que Isa y ella estén ya de ocho meses?
-Parece mentira que llevemos casi cuatro meses aquí-suspiré-. Echo de menos ver todos los días a los chicos y las locuras cuando estábamos todos juntos.
-Yo también-se sentó a mi lado y cogió a Pablo para ponerlo en su regazo-. Me gustaría ir a ver a las chicas cuando den a luz, aún me siento culpable por no haber estado para Raquel.
-No podíamos hacer nada, cariño-le di un beso en la sien-, pero podemos ir a verlas cuando tengas los bebés, estar unos días en Ciudad Real y otros en Murcia, luego también podríamos ir a Granada y Málaga para ver a David y Carlos.
-Eso me encantaría-sonrió-. ¿Quieres ver a los primos, cielo?
-Sí-afirmó el pequeño con los ojos muy abiertos-. Mis pimos.
Reímos y Ainhoa abrazó a Pablo, yo me puse a jugar con Jorge que comenzó a escalarme para intentar escapar. Terminé por dejarle en el suelo y Pablo salió a correr para que su hermanito lo persiguiera hasta la habitación y de vuelta. Me levanté y los esquivé para poder entrar a la ducha, mi nueva vida era muy monótona y aburrida, echaba de menos mi casa, Madrid, los conciertos, las fans, la música y sobre todo a los chicos. Llevábamos solo cuatro meses separados y se sentía como toda una vida, apenas hablábamos ya por nuestros nuevos trabajos, aunque sabía que ninguno tenía uno que realmente valiera la pena. Solo esperaba que las cosas no se volvieran en nuestra contra.
Al salir y comprobar mi teléfono, vi un email de nuestro mánager, que se había quedado al pendiente del todo el asunto de Silvia y Diana. Decía que las cosas estaban yendo bastante despacio y que nos esperaba una larga espera antes de que pudiéramos volver a nuestras vidas normales.
*Carlos*
Llegué a casa después de una dura jornada trabajando, por suerte había encontrado algo mientras todo se solucionaba.
Clara también había conseguido trabajo, en una tienda de vestidos de novia, en la capital.
-¡Papá!- Chilló Javier cuando entré por la puerta.
Lo cogí en brazos y besé la mejilla.
Javier me miró a los ojos y bajó las cejas.
-¿Nos vamos ya a casa?- Preguntó, como cada día desde que nos habíamos mudado a Málaga.
-Aún no.-Le respondí, ya que decirle que esta era nuestra casa ahora me dolía.
Extrañaba a los chicos, y no solo a ellos, a sus esposas e hijos. Nos habíamos convertido en una enorme familia, una familia que habíamos tenido que separar por dos brujas.
Caminé con Javi en brazos hasta el salón, donde Clara acunaba a Ana mientras Víctor dormía en el portabebés.
-Hola, cariño.- Le dije y la besé.
Habíamos decidido mudarnos cerca de la familia de Clara, así podrían ayudarnos un poco con los niños.
Ana me miró y sus ojos se iluminaron, con tan solo cuatro meses ya parecía reconocerme y eso me encantaba.
Javi me obligó a soltarlo en el suelo, mi pequeño terremoto corrió hacia su habitación.
-Me encanta que tenga tus ojos.- Le dije a Clara mientras le hacía gorgoritos a Ana.
-¿En serio?, ¿te gustan unos sosos ojos marrones?- Preguntó elevando una ceja.
-¿Cómo iban a desagradarme cuando me casé con ellos?- Le dije y sonreí.- ¿Cómo ha ido hoy en la tienda?
-Como siempre, novias en busca de vestidos, madres buscando un vestido que ponerse para la boda de su hijo...
Nos quedamos en silencio un momento, mientras escuchábamos a Javier jugar con uno de sus muñecos, aunque, seguramente estaba jugando con uno de los muñecos que Sara le había dado, porque al despedirnos intercambiaron un par de juguetes, y mi rubio solo jugaba con eso últimamente. Estaba claro que extrañaba a Sara más que a cualquier otra persona.
-Me ha llamado Raquel.- Dijo Clara mientras se ponía en pie con una dormida Ana.
Clara dejó a Ana junto a Víctor y se sentó a mi lado para acurrucarse en mi pecho.
-¿Ha pasado algo?- Pregunté preocupado.
-No, solo que ha pensado en vernos una última vez en la casa de Madrid, antes de que se venda.
Dibujé una fina línea con los labios, en esa casa sucedieron muchas cosas importantes para todos nosotros, pero la vida sigue, y ya no volveremos a Madrid, al menos, de momento ninguno tiene intención de hacerlo.
Clara y yo estábamos viviendo en una casa de tres habitaciones que pertenecía a la familia de Clara, normalmente la alquilaban para sacarse un dinero extra, pero habían pensado que, siendo una familia numerosa como la nuestra, lo mejor sería dejárnosla hasta que encontrásemos algo mejor.
-¿Qué le has dicho?- Pregunté mientras le acariciaba el pelo, me encantaba el pelo de Clara, era suave y sedoso, además de que olía mejor que cualquier otra cosa.
-Que iremos.- Respondió y se acomodó más aún.
En eso Javier se reunió con nosotros en el salón, se subió al sofá y se abrazó a nosotros.
Por un momento, nos encontrábamos en paz.
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Can't Break Up
FanficCan break up by mail, by message, Can break up even by letter... I can't find the words to say... -Tengo algo que decir... -¿Qué? -No encuentro las palabras no porque no sepa cómo decirtelo, sino porque no las hay. -No entiendo. -Te amo.