Capítulo 8

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- Christopher ya te puedes ir.

- Gracias. - Me despido de mi jefa y salgo de su oficina. En el camino veo Samantha y me detengo a despedirme. - Hola Samy.

- Ho-Hola Chris. - Me contengo de rodar los ojos. No importa que tengamos 1 semana hablando aún se sigue tartamudeando y sonrojando cada vez que le hablo. - ¿Y-Ya te vas?

- Sip. ¿Tu igual?- Samy asiente con la cara roja. Miro la hora en mi reloj. Mierda, 9:30 pm. Es muy tarde. - ¿Quieres que te acompañe? Es demasiado tarde.

- N-No, yo vivo a 3 cuadras de aquí.

- Insisto. Es muy tarde para andar por ahí sola. Te acompaño.

- E-Esta b-bien. - Samy baja la cabeza, toma sus cosas y salimos de la Almacenadora. - Hoy el trabajo estuvo duro, ¿Cierto?

- Sí. Por primera vez, desde que empecé a trabajar aquí, salgo tan tarde. Mi abuela me matará.

- Nah, de seguro entenderá. Además nos pagaron las horas extras. Eso es bueno.

- Sí.- Samantha hace una mueca. - Necesito el dinero.

- ¿Para...?. - Ella me interrumpe

- Mi abuela empeoró hace unos días, la llevé al hospital, me dijeron que tiene cáncer de apéndice y necesitan operarla para luego hacerle las quimioterapias pero esa operación es muy costosa y los medicamentos.

- ¿Cuánto?

- 5 mil dólares. - Abro los ojos como platos. ¿5 mil dólares? Eso es demasiado dinero. - Lo sé, es mucho dinero

- ¿Y cómo harás?

- No sé. Sé que estoy loca por estar pensando esto pero, tal vez, si me acuesto... - La interrumpí

- Por favor, dime que no estas pensando prostituirte. - La miro serio y ella no responde. Maldición. -¿Estás loca? Samantha por favor, no puedes hacer eso.

- Sé que está mal, pero mi abuela lo necesita. No puedo dejar que muera.

- Tiene que haber otra manera. - Alex. Él tiene que ayudarme en esto. - Conseguiré el dinero por tí.

- Pero Chris, tienes una familia que mantener. ¿Cómo demonios vas a hacer eso?

- Tengo contactos. - Ella alza una ceja. - No es nada malo, tranquila.

- Pero Chris. - La interrumpí de nuevo.

- Nada, tu déjame esto a mí.

- Esta bien. - Sam se queda mirando al vacío. . ¿Qué tal Mía y tu mamá?

- Muy bien. Mía ama su nueva habitación. Le compré algunos libros.

- Entonces sí te convenció.

- Hago todo por mi hermana. No tienes idea del pánico que sentí cuando ví ese hombre encima de ella. - Ya pasó una semana desde que pasó el incidente y hace dos días se lo conté a Samantha. Ella se horrorizó y quiso conocer a Mía. Le dije que cuando pueda se la presentaré.

- Puedo imaginarlo, pero ella esta a salvo que es lo importante. - Asentí. - Oh, esa de ahí es mi casa. - Sam señaló una casa pequeña que teníamos en frente.- Gracias por acompañarme. Te dije que era super cerca.

- Sí, pero quería asegurarme. Y no te preocupes con lo de tu abuela. - Le sonreí con confianza.

- Está bien. Bye.

Samantha me dio un beso en la mejilla y cruzó la calle, esperé hasta que entrara a su casa para darme la vuelta e irme a la mía. Sam es una buena chica, es dulce, simpática e inocente. No dejaré que siquiera piense en ser puta. ¿Está loca? Tendré que llamar a Alex. Mientras camino, veo a una chica a unos cuántos pasos de mí escribiendo en su teléfono, no es hasta que la tengo en frente que la reconozco. Vaya, vaya. Es la chiquilla. Me pongo en su camino apropósito y espero hasta que ella choca conmigo.

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