INTENTOS FALLIDOS

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Narra A: Esta vez, mi plan no va a fallar. Rodrigo está completamente enamorado de Soledad, y voy a aprovechar eso a mi favor. Nada puede salir mal.

—Bueno, escucha bien el plan —le dije, explicando cada detalle—. La idea es que invites a Soledad a salir "como amigos". Logra que se emborrache y en el momento justo, cuando empiece a insinuarse, tú la abrazas y la besas. En ese instante, toma fotos.

Rodrigo asintió, aunque con cierta duda.

—Solo asegúrate de no grabar nada. Si Cameron ve que está borracha, podría sospechar.

—Entendido —respondió Rodrigo.

Con todo listo, Rodrigo y yo comenzamos a ejecutar el plan. Mientras tanto, Soledad estaba en el aula con su amiga Abby, sin imaginar lo que le esperaba.

En el aula

—Abby, tengo algo importante que contarte.

—Dime, Sole. ¿Qué pasó?

Soledad se sonrojó un poco antes de hablar.

—Bueno... ¿recuerdas la noche de mi fiesta sorpresa? Cuando todos se fueron, me quedé con Cameron. Estábamos solos en su casa, y casi pasó algo.

—¿Qué? ¿"Casi" qué? ¡Entonces, para qué me cuentas! —respondió Abby, con los ojos bien abiertos.

—Es que... cuando le dije que no estaba lista, él me dijo que esperaría el tiempo que hiciera falta, que me cuidaría y que no había prisa. Creo que ya estoy lista. Confío en él, y sé que puedo contar con su apoyo en esto.

—Bueno, Sole. Si estás segura, ve adelante. Pero no te apures, haz lo que sientas correcto.

Soledad le dio un abrazo a su amiga, aliviada de compartir sus sentimientos con alguien en quien confiaba. Fue en ese momento cuando Rodrigo entró al aula.

—Sole, ¿podemos hablar?

—Claro, dime, Rodri.

—Quería invitarte a salir esta noche. Irán algunos de los chicos y pensé que podría ser divertido. ¿Qué dices?

Soledad sonrió, pero dudó un poco.

—¿Pueden ir Abby y Cameron también?

Rodrigo se apresuró a responder.

—No, es una fiesta privada y solo dejan traer a una persona por invitado.

—Oh, entiendo. Bueno, voy un rato, entonces.

—¡Genial! Gracias, Sole.

Rodrigo sonrió, sintiendo que su plan avanzaba. Soledad no imaginaba lo que estaba a punto de suceder.

Esa noche, en la fiesta

Soledad llegó y saludó a todos, incluyendo a Rodrigo, quien rápidamente le ofreció una bebida a la que había añadido un poco de alcohol sin que ella lo supiera. A medida que bebía, Soledad comenzó a perder la noción de dónde estaba, y Rodrigo aprovechó el momento. Ella se le acercó, tambaleante, y lo abrazó. Con un atrevimiento inesperado, pasó sus brazos alrededor de su cuello y lo besó.

En ese instante, Ana, escondida y atenta, capturó la imagen con su teléfono. Rodrigo, dándose cuenta de lo que estaba haciendo, comenzó a sentir remordimientos. Apartó suavemente a Soledad y la ayudó a tomar un taxi de regreso a su casa antes de retirarse él mismo.

Lunes por la mañana

Al día siguiente, Soledad llegó al colegio con una sonrisa y se acercó a Cameron para saludarlo.

—Hola, amor.

Pero Cameron dio un paso atrás, con el rostro endurecido.

—Aléjate de mí, Soledad.

Ella lo miró, confundida.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás actuando así?

—¿Qué me pasa? Más bien, ¿qué te pasa a ti? —dijo Cameron, mostrando su teléfono—. ¿Crees que soy un idiota? Esta foto es bastante clara, Sole. Tú y Rodrigo besándose. ¿Es que no tienes límites?

Soledad sintió cómo su rostro se ponía pálido al ver la imagen. En ese momento, Rodrigo apareció, notando la discusión. Sabía que Ana estaba detrás de todo y que era hora de asumir su responsabilidad.

—Cameron, para. No es culpa de Soledad. Todo esto fue un plan de Ana... y mío —dijo, bajando la cabeza avergonzado.

Cameron lo miró con desconfianza.

—¿Ana? Siempre está metida en nuestras vidas cuando las cosas se tuercen. ¿Qué fue lo que hicieron?

—Ana me convenció de que Soledad solo estaba contigo para olvidarse de mí y que tú la usabas para olvidar a Ana —explicó Rodrigo, con la voz rota—. Fui un tonto y caí en su trampa. Me gustas, Sole, pero ahora entiendo que tú y Cameron deben estar juntos.

Cameron apretó los puños.

—¿Y el beso? ¿Fue planeado también?

Rodrigo asintió.

—Ana me pidió que pusiera algo en la bebida de Soledad. Quería que se emborrachara y se insinuara conmigo para poder tomar una foto y arruinar su relación. Yo accedí, pero me arrepentí en el último segundo. Sin embargo, Ana ya había capturado la imagen. Lo siento mucho, de verdad, pero Soledad no tiene la culpa. Fue Ana, y también fui yo.

Soledad miró a Rodrigo, dolida.

—No puedo creer que hayas sido capaz de eso, Rodrigo. Casi arruinas todo.

Rodrigo suspiró, arrepentido.

—Lo sé, y lo siento. Estaba cegado, pero ahora entiendo que fue un error terrible.

En ese momento, Soledad intervino.

—¡Bueno basta! Esto tiene que parar. Ana jugó con todos nosotros. Manipuló a Rodrigo, y me manipuló a mí también. No podemos permitir que ella nos controle más. Esto no significa que no esté enojada contigo, Rodrigo, pero quiero dejar de pelear.

Cameron respiró profundamente y extendió su mano a Rodrigo.

—De acuerdo. Esto termina aquí.

Rodrigo aceptó el gesto de paz y se dieron la mano. Pero justo entonces, Ana apareció en el pasillo y los vio. Al notar que estaban unidos, su rostro se contorsionó en una mezcla de sorpresa y rabia.

Todos la miraron, y en ese instante, cualquier rastro de cordialidad desapareció de sus rostros.

Un amor inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora