GUERRA

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— ¿No, para nada? ¿Por qué me lo pregunta, señora? —dijo Ulises, intentando sonar calmado, aunque una gota de sudor le rodaba por la frente.

— Sólo digo, me parece que tú deberías saberlo —respondió la tía de Soledad, observándolo con desconfianza.

Ulises comenzó a transpirar aún más y bajó la mirada.

— Es que hace mucho calor... —balbuceó, sintiéndose acorralado.

— Ajá, como digas. —La tía lo miró fijamente, pero luego se fue, dejando a Ulises aliviado.

Sin embargo, Abby, que había estado escuchando desde la puerta, notó el nerviosismo de Ulises y se acercó.

— Hola, Ulises. ¿Todo bien? —preguntó ella, buscando leer sus gestos.

— Sí, gracias. —contestó Ulises rápidamente, evitando el contacto visual.

— Es terrible lo que le pasó a Cameron. Todos estamos muy preocupados. —dijo Abby, dándole a entender que no confiaba en él—. Sabemos que nunca te llevaste bien con él, pero... podrías al menos fingir que te importa, por Soledad. Ella confía en ti. —Abby le tomó la mano, tratando de apelar a su empatía.

Ulises sintió por un momento que sus planes se desmoronaban, pero se recompuso y, soltándose de Abby, trató de mostrarse relajado.

— Está bien, lo prometo. —dijo, sonriendo falsamente.

Pero mientras regresaban con los demás, Abby notó algo extraño en la chimenea: restos de los volantes de búsqueda de Cameron, parcialmente quemados. Se giró hacia Ulises, con una mezcla de sorpresa y repulsión.

— ¿Así que esto era lo que te ponía tan nervioso? ¿Cómo pudiste? —demandó, mostrando los restos de los folletos.

— Déjame explicarte... —intentó decir Ulises, tratando de calmarla.

— No, díselo a todos. —Abby cruzó los brazos y, sin darle tiempo a replicar, se dirigió hacia el grupo.

— Hay algo que deben saber. —anunció Abby, y todos voltearon hacia ella, sorprendidos—. Encontré los volantes que Soledad preparó para buscar a Cameron... estaban quemados en la chimenea.

El grupo murmuró en shock. Soledad se adelantó, mirando a Ulises con incredulidad.

— ¿Cómo es posible? Ulises... ¿fuiste tú?

Ulises intentó negar, pero Abby insistió.

— Admite lo que hiciste. Te vi. —dijo ella, sin apartar la mirada.

Ulises se sintió atrapado y, sin más opciones, trató de escapar, pero Abby lo detuvo, sujetándolo del brazo.

— Dime dónde está Cameron, Ulises. Ya sabemos que tuviste algo que ver. Dinos la verdad. —dijo ella, con voz firme.

Finalmente, Ulises confesó en un susurro.

— Lo llevé a un galpón abandonado y lo até a una silla...

Todos reaccionaron horrorizados. Sin darle oportunidad de escapar, bloquearon las salidas y llamaron a las autoridades. Ulises fue arrestado y trasladado a la comisaría, mientras Soledad y los demás se dirigían al lugar que él había mencionado, con la esperanza de encontrar a Cameron.

Al llegar, el galpón estaba en llamas, y solo encontraron una silla con una soga rota. Desesperada, Soledad se desmayó ante la posibilidad de haber perdido a Cameron.

Narra Soledad: No puedo creer que Ulises me haya mentido así. ¿Por qué quiso hacerle esto a Cameron? Juro que nunca lo perdonaré. Sólo espero que Cameron esté a salvo en alguna parte.

Por otro lado, Cameron, habiendo escapado del incendio, se encontraba a salvo en la casa de Andrea, quien lo había rescatado sin conocer su identidad.

Narra Cameron: Hoy tengo algo especial planeado para Andrea. Quiero agradecerle por salvarme la vida con una cena que espero le guste.

Andrea llegó de trabajar y se encontró con la sorpresa que Cameron, ahora conocido como "Salvador," había preparado para ella.

— ¡Hola, Andy! —la saludó él con una sonrisa.

— ¡Salvador! ¿Qué es todo esto? —preguntó, emocionada.

— Quería agradecerte por todo lo que has hecho por mí. Esta es mi forma de demostrarte lo agradecido que estoy. —le respondió él, invitándola a sentarse.

Pasaron una velada inolvidable, y entre risas y miradas, compartieron un beso.

Narra Andrea: Salvador es tan dulce y atento. Esta noche ha sido perfecta. Me ha dado una paz que hacía mucho no sentía. Ojalá algún día encuentre a alguien como él.

Narra Cameron: Andy es increíble. Esta noche me ha hecho sentir algo muy especial, aunque hay algo en mí que me recuerda que no puedo olvidar quién soy, aunque no lo recuerde del todo.

Sin embargo, la noche dio un giro cuando Cameron se desvaneció súbitamente. Andrea llamó a una ambulancia y lo llevaron al hospital de urgencia.

Mientras tanto, Soledad seguía buscando a Cameron. La vecina de Andrea, la señora Salma, se acercó a Soledad y le dio una pista crucial sobre su paradero.

— Señorita, sé dónde podría estar el joven que busca. Andrea, mi vecina, lo rescató de un incendio. Él está ahora en el hospital.

Soledad, con el corazón acelerado, fue directo al hospital. Al entrar a la sala, vio a Cameron en una camilla. Su corazón se rompió al notar que él no la reconocía.

Narra Soledad: ¿Cómo es posible que mi propio novio no me reconozca? Esto parece una pesadilla...

Al rato, llegó Abby, quien abrazó a Soledad y trató de calmarla. Soledad, con lágrimas en los ojos, le contó todo.

Andrea, la joven que había cuidado de Cameron, se acercó entonces, presentándose.

— Hola, me llamo Andrea, pero todos me dicen Andy. ¿Tú eres la novia de Salvador... digo, Cameron? —preguntó, confundida.

— Sí, me llamo Soledad, y Cameron es mi novio. —respondió Soledad, tratando de sonreír.

Andrea parecía sorprendida y le explicó a Soledad que, sin saber su nombre real, había llamado a Cameron "Salvador". Al parecer, en el tiempo que habían compartido, ella y Cameron habían desarrollado un vínculo especial.

— Cameron fue muy atento conmigo y mi hermano. Incluso preparó una cena para mí. —admitió Andrea con una sonrisa melancólica—. Hubo un momento en que nos besamos, aunque él no recordaba que tenía novia... lo lamento mucho.

Soledad respiró hondo, sabiendo que el verdadero Cameron aún no la recordaba. Sin embargo, decidió mantenerse firme, esperando a que recuperara sus recuerdos y volviera a ella.

Un amor inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora