CAPÍTULO 1- LA CONFUSIÓN

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"La amortentia, la poción de amor más poderosa, dicen que huele diferente para cada persona según sus gustos"

Harry es una persona que tan pronto como se le mete una idea en la cabeza, hace hasta lo impensable para saciar su curiosidad.

Después de la guerra y de que el colegio fuese reconstruido, volvió a Hogwarts a terminar sus estudios o quizás a encontrarse a sí mismo.
Harry había tenido que crecer más rápido que los demás, quería al menos uno de sus años de escuela para poder ser como sus compañeros, sin tener que preocuparse por su vida o la de sus seres queridos, aunque el sabor amargo de la guerra no pasaba desapercibido.

Y es así como había terminado en una clase de pociones, repasando algunas, que sin él libro del príncipe mestizo se le complicaban un poco, aunque con un poco de paciencia, no muy propia de él y tres intentos fallidos, por fin había logrado obtener una poción decente de aquel filtro de amor.

Respiro hondo mientras trataba identificar los olores que percibía y aunque pudo reconocer algunos, no podía asociarlo con alguien en específico. Se preguntó si quizás, sólo quizás, más que revelar sus sentimientos por una sola persona fuera por un grupo de personas, como sus amigos o los Weasley.

A Hermione, por ejemplo podía asociarle el olor a libros, el olor a césped a Ron o Ginny, el olor a menta le recordaba a Neville quien se la pasaba en el invernadero, aunque había uno en particular que no le recordaba a nadie, era una especie de loción masculina, pero a Harry no se le ocurría algún amigo que desprendiera ese aroma que lo hacia sentir tranquilo y confundido.

Se preguntó si sus compañeros tendrían el mismo problema que él, supuso que no, ya que la mayoría de los que estaban ahí estaban un poco sonrojados y con los ojos brillantes, como si estuvieran expuestos a que alguien los descubriese. Incluso algunos de Slytherin lucían un poco abochornados.

Sin embargo también había rostros sin expresión y otros como el de Malfoy, que paso de la confusión con los ojos muy abiertos y la nariz arrugada a sonrojarse furiosamente hasta las orejas y mirando hacia los costados esperando que nadie lo hubiera notado.

Durante el resto del día, Harry se encontró pensando si Malfoy también había pensado lo mismo que él, aunque el rubio quizás tuviera la respuesta y probablemente fuera que no, que los olores de la poción sólo pueden pertenecer a una persona y no a un grupo como Harry había querido simplificar, de ser la respuesta de Harry correcta, este no tendría que hacerse líos sobre quien le gustaba y por qué razón olía tan exquisito.

Durante la cena, Hermione, lo noto un poco perdido, más de lo usual, así que pregunto que le ocurría, Harry se sonrojo y se sintió un poco tonto,  sabía la respuesta a su pregunta aunque no quisiera admitirlo, pero sabía que si comenzaba a investigar sobre el aroma de su poción, no pararía hasta encontrar a su persona de aroma magnífico y por ahora no quería líos amorosos, no quería rechazar a alguien o peor, que el rechazado fuera él.

Le dijo a Hermione que no pasaba nada, ella pudo haber insistido pero no recordaba la última vez que había visto a Harry sonrojado y pensó que lo que se le pasara por lo mante debía estar bien para que su rostro tomara esos colores.

Sin poder conciliar el sueño y pensando en todo y nada a la vez, Harry terminó frente a la chimenea de su sala común, mientras las llamas se consumían, se le dibujo una sonrisa en el rostro cuando se dio cuenta de la razón de su insomnio. Estaba inquieto, pues no sabía si debía encontrar al dueño de aquellos aromas.

Después de la guerra, Harry vivo en Grimmauld Place, auto-confinado y con esporádicas salidas al mundo muggle; muchas veces pensó en lo fácil que sería huir del dolor de la guerra, tenía los recursos para vivir por su cuenta, pero ya no pertenecía a aquel mundo, al menos no por completo. Así que por muy doloroso que fuera, trataría de llevar las cosas de la mejor manera.

Harry recordaba su época viviendo solo, con una sonrisa de tristeza, había sido un período relativamente corto, pero había aprendido muchas cosas, en especial sobre si mismo; como que no le gustaba el silencio, que parecía tener un don para la cocina y que le gustaban los chicos, esa última era la que más había trascendido, al menos con sus allegados, quienes eran los que conocían sus gustos, pues como Harry mismo había dicho "eso al mundo mágico no tiene porque importarle".

A la mañana siguiente los alumnos de la casa de Gryffindor, encontraron al niño que vivió, dormido frente a una chimenea apagada.

El aroma del amor [Drarry] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora