Inocencia

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Miles de gritos ahogados suplicando la clemencia de seres de largas túnicas negras que caminaban entre ríos y ríos de almas en pena, cuidaban que el flujo de los mismos jamás se detuviera, ya que gracias a ellos se alimentaban los demonios más grandes que gobernaban un reino de penumbra y horror. Las pobres almas desdichadas que no encontraron su camino a la luz ni el perdón por sus pecados, ahora yacían vagando, esperando su turno para ser devorados o torturados.
Algunos creían que tu camino en el universo terminaba al ser olvidados, la realidad de esto es que siempre habrá una cuota que pagar para todo aquel que jamás obró en favor de la luz, la peor condena después del olvido es pasar la eternidad en un limbo de horror.
Aquel sitio es una antítesis del mundo al que estamos familiarizados, un bosque eterno con fosas llenas de bestias, montañas de seres poderosos, castillos embrujados, edificios destruidos; ríos de almas condenadas, bailes paganos, fiestas profanas y entre otras cosas prohibidas que rondarían en temas tabú para el común de la sociedad. No existe un rey fijo, ni un gobierno justo, o algún ser que domine al resto; aquí quien manda es quien logra ser más fuerte que el resto, quien sabe, o cree saber, cómo salir de ahí y dominar el universo; en este sitio gana quien sabe como jugar de la manera más baja, ruin y sucia.

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[Puedes escuchar la canción desde aquí].

En algún castillo antiguo sobre una montaña donde se podía apreciar la vista panorámica de aquel lugar de penumbras, se encontraba un ser de túnica oscura como la sangre que cubría por completo su cuerpo, solo lograba sobresalir de entre la sobra de la capa, una amplia y oscura sonrisa. Mantenía una postura erguida y altiva sobre todos los demás, a pesar de no ver su rostro, su sola presencia causaba intimidación y miedo. Caminaba tranquilo en la sala común de aquel castillo en ruinas; y pequeños demonios de orejas largas y piel escamosa, llena de verrugas como las de un sapo; que le acompañaban y cumplían cada petición pequeña para el. Desde hacía un par de años que aquel misterioso ser había llegado, un alma que de un momento a otro apareció ahí y se ganó su lugar en lo alto de aquel sitio. Llegó con un plan, uno solo bastó para convencer a los más poderosos demonios de otorgarle poder y control.
Esperaba impaciente la llegada de Jorogumo, a quien había estado enviando por algunos artefactos indispensables para llevar a cabo su plan. En varios pedestales se encontraban varios objetos antiguos, eran las reliquias que su más leal de los demonios le había conseguido; siete reliquias olvidadas en templos, tratadas como objetos invaluables por su tiempo de existencia y no por su verdadero poder oculto, que solo aquello que cuidan de ellas sabrían.

El plan de nuestro villano consistía en adquirirlas todas para abrir el umbral y dejar salir los demonios cautivos, cada reliquia otorgaría una habilidad para facilitar su plan. El karakasa, un paraguas petrificado que yacía sobre el primer pedestal en su pasillo de "trofeos"; sería perfecta para el momento de tener frente a ellos a los mortales, con su poder podría tener el control de cada humano. La mística katana del primer rey del sol, utilizada para mandarlos al mundo de los muertos, y llave para abrir el umbral, pero solo puede ser utilizada por un descendiente directo del rey. La linterna de la luz eterna, útil para guiar a quien la porte por el camino hacia su destino. El abanico dorado, para mantener al margen todo aquel ser que desee interponerse en tu destino. El jarrón de Bizen, contiene al monje traidor capaz de encontrar la ubicación del umbral con la linterna. Un peine creado con el hueso de un gashadokuro que al romperse se puede despertar al espectro en su interior. Y por último, y no menos importante, el Daruma, pequeña estatua que cumple cualquier deseo que el corazón de quien se postre frente a él pida sin palabras, es tan peligroso que te une a tu destino y no hay manera de revertirlo. Hermosas reliquias que los humanos habían olvidado su verdadero poder.

Jorogumo entró por la puerta principal de aquel castillo, caminaba a paso lento, a pesar de ser su más leal seguidora, temía completamente de el; sabía que otros seguidores que le han fallado los ha mandado destruir con los más temibles demonios, torturas lentas y horribles. Al llegar a la sala común pudo notar que su líder se encontraba contemplando la siniestra imagen de aquel sitio de prenombres; hasta los demonios tienen miedo, se repetía Jorogumo al ver a su jefe tan distante, misterioso e imponente, nadie ha podido ver su rostro, y no importa mucho.
Se acercó, hizo una reverencia, y se alejó unos pasos.

Boleros de Soledad (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora