I won't save you

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Honey se encontraba a media discusión entre Gogo, Fred y Wasabi, éste último discutía vía llamada telefónica; Gogo tecleaba códigos en las computadoras, a pesar de su semblante serio podía notarse la preocupación por no encontrar a su amigo dentro de ese lugar. Honey intentaba calmar a Wasabi, quien describía lo que había pasado y Fred se preparaba para ir a auxiliar a su amigo, entre buscar su traje y tararear algunas canciones que se improvisaba para inspirarse. Ya con gran preocupación, Honey no había tenido otra opción que llamar a Miguel, confiaba en que su extraña habilidad les ayudaría a encontrar a Hiro. Luego de colgar la llamada con el latino, regresó a intentar tranquilizar, de nuevo, a su amigo.

— ¡Honey, te lo juro... encendimos esa cosa con lo que nos dieron funcionó mejor de lo que esperábamos... pero toda la estructura está colapsando y no puedo mantener el portal abierto o pasará lo mismo que la otra ves!... No me vendría mal una ayudadita—.

—Te entiendo Wasabi, Fred irá a ayudarte, pero trata de resistir—. Tapó el micrófono que tenía frente a ella y volteó a ver a Gogo con notoria preocupación. —Dime que ya lo encontraste, ¿sí? —.

—Honey, hago lo que puedo pero ni su ritmo cardiaco puedo detectar, es como si no existiera... no es igual que esa vez... cuando él entró aun podíamos detectarlo en nuestros radares... no lo entiendo...—. El proceso de detección del ritmo cardíaco una vez más había dado el resultado como negativo, lo que causó la molestia de Gogo, quien descargó su ira dándole un buen golpe al teclado. — ¡Maldita computadora de porquería, funciona! —.

—Gogo, tranquila... vamos a encontrarlo, respira lentamente para relajarnos...—.

—No intentes calmarme, no soy Wasabi—.

—Lo siento.... Fred, ¿ya estás listo? —.

— ¡En un segundo! ¿Alguien vio mi patineta? —. Salió de la habitación a toda prisa sin dejar de tararear.

Un portal se abrió por la pared detrás de las damas y de ese extraño rectángulo de energía entró un joven de elegante traje de charro en color negro con encajes dorados, con un sombrero bien colocado y una máscara que le hacía juego. Al quedar frente a ellos, aquel traje se transformó en un cuervo de hermoso pelaje negro, para así dejar ver la identidad de Miguel. Dejó caer su mochila y caminó hacia Honey y Gogo.

— ¡Miguel! —. Los tres saltaron hacia el joven latino diciendo su nombre al mismo tiempo.

—Dios bendito y milagroso, creí que te tardarías en venir—. Honey se lanzó a abrazar a Miguel, sentía un poco de alivio.

—Cielos Miguel, esa si es una manera genial de llegar a un lugar—. Fred saltaba de emoción.

— ¿Dónde está Hiro? —. Fueron las primeras palabras que a Miguel se le ocurrieron.

—Y ahí vas tú con tus joterías—. Marco voló hacia una silla para luego transformarse en su forma humana y sentarse tal y como todo buen mexicano fachoso lo haría, mal sentado y con las piernas bien abiertas.

—No es momento para bromear, tenemos un problema grande—. Gogo se acercó a Marco para darle un ligero golpe en la cabeza.

—Miguel... necesitamos tu ayuda, Wasabi y Hiro fueron a una misión, habíamos encontrado la manera de poder ir a recuperar las reliquias, pero algo salió mal... No podemos contactar a Hiro y Wasabi está conteniendo el portal, Fred va a ir a ayudarlo... pero ninguno de nosotros tiene la fuerza para entrar, nuestros trajes no están hechos para lo que sea que esté ahí dentro, el traje de Hiro era el único porque tiene las actualizaciones que nos ayudaste a hacer y ahora estamos desesperados porque tú eres nuestra única opción de ir a encontrarlo—. Sí que cuando Honey se preocupaba hablaba mucho y muy rápido, Miguel apenas pudo procesarlo todo.

Boleros de Soledad (Higuel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora