Introducción

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Las manos de Adriana empezaron a temblar en aquel instante, dos segundos después de que el airbag saltara y su pie pisara con la mayor fuerza el pedal del freno. Pero no pudo hacer nada, era demasiado tarde y aquel momento se estaba convirtiendo en una pesadilla. Chocó contra él y todavia no podía creer como habia pasado. Habian sido milésimas de segundos.
De sus ojos asomaron unas lágrimas de rabia e impotencia. Su cuerpo estaba totalmente paralizado, mientras alguna persona se acercaba a aquella escena.
Él estaba tendido en el asfalto, inmóvil, sin ninguna señal de poder moverse. La mente de Adriana empezó a desfallecer y de repente sintió un zumbido en sus oídos. Era una pesadilla, estaba segura de ello. Quería despertar, volver a su almohada y darse cuenta que todo esto no había pasado.
Pero no despertaba, era real.
En aquel momento, una mujer, la despertó de sus pensamientos, tocando en el cristal de la ventanilla. Adriana intentó abrir su coche, después de desabrochar su cinturón, y después de varios intentos lo consiguió. Se puso en pie pero sus piernas desfallecieron haciendo que se desplomara en los brazos de aquella mujer desconocida. Adriana se desmayó, pero en su subsconciente aún seguía despierta. Sentía como aquella mujer sacaba de su bolso un paquete de pañuelos, se hacía con uno de ellos y lo acercaba a su frente. Eso le había dolido, pero Adriana estaba fuera de escena.
Aquella mujer tendió a Adriana en el asfalto también, de lado. Esperando a que vinieran a socorrerles. La ambulancia no tardó demasiado. Nada más llegaron se ocuparon de él. Intentaron reanimar su cuerpo. Su vida se estaba apagando. ¡Lo siento! ¡Perdoname! Eso era lo que Adriana queria decirle a aquel chico. Deseaba con todas sus fuerzas que no muriera.
Lo trasladaron a la camilla y de ahí a la ambulancia. Adriana vio como cerraban las puertas de aquella ambulancia, pero antes de eso vio como le seguían reanimando y uno de sus brazos caía por su propio peso.

Adriana había despertado de su desmayo pero no se sentía bien, no había tenido muchas secuelas de aquel accidente pero tenían que ponerle puntos en la ceja. Así que se la tendría que llevar también al hospital. Otra ambulancia la esperaba a ella.
Adriana seguía sumida en aquel zumbido y por supuesto sus ojos no dejaban de llorar.
Tenía años de carnet y nunca aún se había visto en una situación de esta manera. Aquello era diferente, era una pesadilla. Se lo repetía una y otra vez, ¡Pesadilla!.


Sebastián.

Todo fue rápido, no pude reaccionar. Veo mi cuerpo en segundo plano, como si yo estuviera fuera de él. Aquellas personas se acercaron rápidamente a mí. No osaban moverme de allí hasta que no vinieran los médicos. Yo miraba la escena desde allí como si de una película se tratara. ¿Me estaba muriendo? ¿Todo para mí se había acabado? ¿Hasta aquí mi vida?

Desde aquel plano pude ver como una temblorosa chica salía del coche que había chocado contra mí. Pero rápidamente observé como se desplomaba en los brazos de una mujer que intentaba socorrerla...

Sin ti   (Sebastián Yatra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora