Capítulo 4

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Joseph Brown


- ¿Todo en orden? – Mi voz gélida hace eco en toda la casa, Frank, uno de los hombres de mi padre me da un vistazo cuando le hablo y solo asiente con firmeza, - Bien, lleva la carga al sótano – él vuelve a asentir y empieza a alejarse – Y Frank – se detiene y gira – Procura que ningún vecino los vea.

- Sí, señor.

Frank desaparece por el jardín y yo respiro profundo. Odio estar encerrado, hasta que esa mercancía no esté segura no puedo dejar la casa, mi padre me mataría si algo llegase a pasarle, es negocio y los negocios para él son más importantes que sus propios hijos, literal. Me dirijo hacía el patio trasero cuando de repente el timbre de la mansión suena haciendo estruendo por toda ella, mi ceño se frunce y mi cuerpo se tensa, todas las alarmas de mi cuerpo indicaban peligro, todo queda en silencio de un momento a otro, yo agarro mi arma, solo por precaución, camino sigilosamente hasta la puerta, y en eso vuelve a sonar el timbre, escucho murmullos por detrás de esta y miro por el ocular que contiene la madera.

- Esto debe ser una broma... - mi alma vuelvo al cuerpo al ver a las dos chicas paradas al otro lado de la puerta, una era la hija de la señora Allen y la otra no tengo la menor idea.

Abro la puerta de un tirón, haciendo que las chicas se sobresalten con sorpresa. Me quedo quieto mirando a las intrusas, trato de reflejar desinterés e impaciencia al hacer contacto con la morena, pero algo de ella me ha llamado mucho la atención, intento reprimir alguna facción de mi rostro que me delate y lo consigo.

- ¿Se les ofrece algo? – pregunto con sequedad.

La morena codea "disimuladamente" a la chica, - Eh... - alzo una ceja – Mi madre ha mandado esto para ustedes de bienvenida – habla con rapidez y estira una canasta llena de galletas, a mi parecer. La miro desconfiado por unos segundo, la ojiverde parece incomoda por mi mirada, así que tomo las galleta para acabar con su estado agónico.

- Gracias.

Nos quedamos ahí los tres, sin saber qué hacer, hasta que la morena decide hablar, - Soy Madeline y ella es Kaylee – estira su mano cordialmente y la tomo con tacto suave.

- Joseph – Digo sin más, Madeline parece sonrojarse cuando aprieto levemente su mano, y eso me hace colocar una pequeña sonrisa torcida.

Suelto su mano para ahora estrechar la de la castaña.

- ¿Se encuentra su hermano? – Kaylee pregunta, interesada.

Ay Elijah, tenemos carne fresca para ti...

- No, pero no tarda en venir.

- ¿Tampoco su padre? – Vuelve a preguntar y niego – Oh...

- Si gustan pueden pasar a tomar el té – ofrezco, solo con la intención de tener más tiempo con la morena, que me ha despertado bastante curiosidad.

- Yo no creo que sea buena ide... - Madeline empieza pero su amiga la corrige con rapidez.

- Nos encantaría.

La mala cara que ella le da a Kaylee era para una foto, me abstengo para no reírme y me hago a un lado para que pasen, indicándole que son bienvenidas.

La castaña arrastra literalmente a la morena hacía el interior de la casa, luego de que ellas entren, entro yo y cierro la puerta tras de mí.

- Wow... - escucho decir sorprendidas a las dos.

El verano que te conocí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora