Capítulo 6

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Joseph Brown

Una semana ha pasado desde que dejé mi país natal, gracias a eso, mi mal humor y comportamiento han empeorado en varios aspectos, la tolerancia que normalmente tengo cuando trabajo, ha desaparecido, y eso, me convierte en un ligero problema.

- Voy a decirlo por última vez... - tomo con mucha fuerza el alicate en mi mano mientras poco a poco voy sacando la uña del dedo del tipo asqueroso que tengo frente a mis ojos. El grito de dolor que sale de su garganta, hace que me sienta satisfactoriamente complacido. Si no coopera por las buenas, lo hará por las malas - ¿Dónde... - jalo de nuevo – Esta... - sus gritos suenan por todo el sótano – Grimmer...? – con rapidez logro sacar completamente la uña, dejando expuesta a carne viva el dedo, el hombre vuelve a gruñir, gemir y hasta llorar cuando dejó caer su preciada extremidad al suelo. Él me fulmina con la mirada.

- ¡VETE AL CARAJO, NIÑO! – Grita y hace una pausa – ¡No te diré un carajo! - escupe con enojo.

- Bien... – tomo mi arma, que descansa en el borde de mi pantalón – Si no me dirás nada, no me sirves – Y con frialdad lo miro y él a mí, pero con ojos asustados, trata disimularlo inflando el pecho, intentando parecer valiente – Saluda a Satanás de mi parte, idiota – Con eso dicho, alzo mi arma hasta la altura de su cráneo y un disparo en seco suena, haciendo que la cabeza del hombre caiga hacia atrás, quitándole la vida en el acto.

Me volteo sin ninguna pizca de arrepentimiento, guardo mi arma y me dirijo hacia uno de mis guardaespaldas.

- Limpia esto y no dejes ningún rastro de ADN – le exijo seriamente, el solo asiente y me pasa por un lado para empezar a hacer su trabajo.

Salgo del sótano para dirigirme a la calle, donde esperaba mi auto, camino hasta este y me monto sin más. Arranco y manejo a alta velocidad, las calles, un domingo por la noche no es muy transitada que digamos, así que, nada me asegura no tener un accidente automovilístico, pero me da igual. Con The Weeknd en mi estéreo, a todo el volumen, manejo hasta llegar al pueblo, como si la madre tierra me odiase, repentinamente la lluvia empieza a golpear mi vidrio delantero, enciendo enseguida los parabrisas, limpiando con rapidez este, para poder visualizar mejor la carretera. Luego de unos interminables veinte minutos, por fin llego a la mansión, estaciono mi auto afuera, porque más tarde pienso salir.

Corro hasta la entrada y abro la puerta enseguida, al sentir el calor de la calefacción golpear mi mojado cuerpo, me despojo de mi chaqueta y la dejo guindada en el perchero. Retomo mi caminata hasta la cocina, pero en el camino, me es interrumpido al escuchar una peculiar voz, con sigilo camino hasta el living, encontrándome a Elijah y una figura femenina de cabello largo castaño que está dándome la espalda.

Mi hermano se percata de mi reciente aparición y sonríe.

Alza su mano en forma de saludo, - ¡Hey, Jos!

La chica se da vuelta, revelando por fin de quien se trataba.

- Madeline... - la sorpresa en mi voz es notable.

Ella parece algo incómoda al mirarme, - Hola... - musita por lo bajo. Desde aquella vez que la dejé en la puerta de su casa, no volví a saber de ella, eso y porque la he estado evitando a toda costa. - Sí, llámenme cobarde, pero todo tiene una razón, su protección -

Nuestras miradas se conectan de forma incomoda, tanto de parte de ella como la mía, la retiro, no puedo mirarla después de haberla ignorado y evitado casi por una semana. Me concentro en mi hermano, que tiene una sonrisa boba en el rostro y lo que me hace preguntarme, - ¿Qué carajos se traman estos dos? – No es que este celoso, para nada, solo que es un tanto extraño que Mad esté aquí, con mi hermano, a solas en el living de nuestra casa, cuando ellos jamás se presentaron... A menos que...

El verano que te conocí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora