Piensa y Elige [Larry Stylinson] [Terminada]

Nueve días para la boda

Tiempo. Tiempo. Tiempo.

Eso le pedía al árbitro de mi vida. Que me diera más tiempo, porque la vida se me estaba pasando muy rápido por mis ojos y cada día me sentía más perdido.

No veía a Louis desde que salí de su casa. Tampoco había visto a Andie. Me las había arreglado para mentirle a los dos, ya que necesitaba estar este tiempo a solas y saber quién era más importante en mi vida, a quien extrañaba más, a quien pensaba más.

Viernes en la noche y estaba aun con el teléfono en mi mano.

Había hablado con mamá unos veinte minutos sobre la vida. Desde que Louis me dio ese consejo, la comencé a llamar más seguido y ahora se hizo un hábito diario. En un principio fue raro, lleno de silencio incómodos, pero ahora reíamos y me contaba sobre todo su día.

Estaba metafóricamente ahogado, ya que me preguntó cómo era mi traje. No supe que decirle, ya que aún no lo elegía. Había olvidado por completo todo eso.

Nueve días para la boda y aun no sabía que traje iba a ocupar. Si Andie se enteraba de esto me mataba y me compraba el traje que ocuparía en mi funeral.

No tenía idea que iba a hacer, aunque mamá me recomendó un par de tiendas y marcas que tendrían el traje listo para la boda, por lo que iría en la mañana a resolver esto.

No sabía si esto lo veía como algo normal de la boda o como un problema, como hace unos segundos. Un problema que resolver. Un papeleo, sacar fotocopia, firmar un papel en la línea punteada o sellarlo.

Dejé el teléfono en la mesa y volví a reproducir la película, pero no fueron ni cinco segundos lo que se demoró en escuchar el teléfono de nuevo, aunque esta vez era el conserje.

-¿Hola?

-Perdón que lo moleste tan tarde, señor Styles.

-Está bien-sonreí-¿Qué ocurre?

-Aquí hay un hombre que quiere subir a verlo, pero se niega a firmar el libro de visitas, por lo que el protocolo indica que no lo debo dejar pasar.

Me quedé callado unos segundos pensando que esto era un tipo de broma, pero el conserje esperaba por una respuesta.

-¿Puedo hablar con él?

-Quiere hablar con usted.

Escuché como le dijo a la persona que esperaba por mí y escuché su voz.

-¿Hola?

-¿Y esta sorpresa?-pregunté con una sonrisa nerviosa.

-Bueno, tenemos que conversar, pero no me gustaría que fuese por teléfono.

-Claro, claro-asentí-sube. Es el piso veintinueve.

Escuché como le devolvió el teléfono al conserje y preguntó que debería hacer en estos casos.

-Déjelo pasar, es un amigo.

-Pero...

-Si tiene problemas con el administrador, yo me hago cargo. No se preocupe.

-Entendido, señor.

Dejé el teléfono donde debía y abrí la puerta, para escuchar el ascensor abrirse y verlo caminar por el pasillo hasta mi casa. Se detuvo en la entrada, mirándome serio.

Tenía el cabello mojado, una chaqueta dos tallas más grandes que él y las manos en los bolsillos.

-¿Quieres pasar?