Piensa y Elige [Larry Stylinson] [Terminada]

Treinta días para la boda

-Dame un segundo.

Le dije sin aliento. Me detuve por completo, pero mantenía mis manos apoyadas en la pared, sintiendo como mis pulmones se llenaban de aire y mi corazón volvía a su ritmo normal.

-Conmigo no existen las pausas.

Nos giró en la cama y me miró sonriente, por lo que subí una de mis piernas a su cintura.

-¿Qué se supone que significa e...? ¡Louis!

Un gemido salió de mi garganta al sentir como me volvía a envestir de improviso. Sentí la mano de Louis sobre mi boca y me hizo un gesto para que callara.

-Baja la voz o los vecinos van a pensar de que estoy matando a alguien.

No podía bajar la maldita voz, ni controlar mis gemidos si él me estaba cogiendo de esa manera. Cada vez más rápido, pero sintiendo su respiración en mi cuello, tomando cálidamente mis manos y cada cierto tiempo mirándome a los ojos para darme un beso corto.

-Espera un poco.

Le volví a pedir y me acomodé en la cama para no caerme, para notar algo de inmediato.

-Funcionan.

Dije sin pensar y Louis levantó la vista sin entender.

-Las sábanas que te regalé. No se sale de la esquina.

-¿En serio estás pensando eso ahora?

No dije una palabra más, ya que ese no era el momento para hablarlo, pero en parte estaba feliz de que las usara y la cama no terminara siendo un maldito desastre después de todo el sexo.

Terminé antes de lo que pensaba y Louis estaba rendido junto a mí. Miré la hora y aún tenía tiempo para almorzar.

Louis volvió a acostarse, pero ya tenía su ropa interior puesta, por lo que me senté en su vientre y él me miró sonriente. Ambos estábamos de tan buen humor que la felicidad se sentía en el aire.

-Combinan con tus ojos.

Giró su rostro y miró las sábanas, para volver a mí.

-En serio es un tema para ti esto.

Reí por como lo decía, pero no había nada de malo en querer follar en lindas sábanas. Había gente que se preocupaba de la limpieza, otros del orden y a mí me gustaban los detalles. Esos que hacen recordar lo lindo de la vida.

-Traje comida, por si quieres bajar y acompañarme.

Le propuse mientras me movía lento de arriba abajo, pero él nos acomodó en la cama, sintiendo como sus manos bajaban de mi cintura a mi trasero.

-Sabes, si te mueves así, no va a haber comida.

-Es un tipo de motivación, por si comemos rápido.

Me incliné hacia él y lo besé, sintiendo como me sostenía con fuerza, para volver a girarme en la cama. Acomodó el mechón que estaba en mi frente y me la besó, para bajar y besar mi nariz, mentón y cuello.

-Vamos a almorzar. O te voy a comer a besos.

Me encantaban ese tipo de amenazas algo tiernas. Odiaba el tiempo limitado que teníamos, pero realmente hacíamos maravillas. No quería imaginar cómo sería un día entero juntos, un fin de semana o simplemente tiempo ilimitado.

Se levantó y se comenzó a vestir. Solo lo observaba sentado en la cama y me miró sonriente.

-Me gusta tu camiseta.

-Gracias-la miró-es tuya.

-¿En serio?

Me levanté para verla, ya que no estaba seguro de que lo fuese.