Sesenta y ocho días para la boda

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Media noche. Media noche en punto y yo llegaba a mi casa.

Dejé el celular encima de la cama y me metí a bañar.

¿Cómo había pasado de una infinita felicidad a sentirme el ser más despreciado del mundo? ¿un cerdo asqueroso que no merecía todo lo que tenía?

Me apoyé en la muralla de la ducha para recordar lo que le había hecho a Andie, sintiendo el agua correr por mi cuerpo, esperando limpiar mis errores y mentiras.

Salí de la ducha y me puse pijama.

¿para qué? ¿esperaba dormir?

Mi conciencia no me iba a dejar.

Me senté en el sillón con la mirada perdida por horas. Era el único departamento con la luz encendida cuando salí de mis pensamientos, cuando por fin encontré ese segundo de cordura.

Encendí mi celular y quedaban solo dos horas para irme a trabajar. Había pasado toda la noche sentado en el sillón, sintiéndome la mierda más grande del mundo.

Agradecí que Andie no me enviara un mensaje, porque no sabía cómo iba a explicar el resto de las cosas que pasaron esta noche.

Me apoyé un segundo para dejar de pensar, pero los ojos me comenzaron a pesar y me quedé dormido por unas horas.

La alarma sonó y me vestí aun sabiendo lo que había pasado. Aun recordando todo y temiendo que Jackson o Andie me miraran a la cara y supieran de inmediato que la había cagado, pero con mayúscula.

Pasé a comprar un café porque sentía que las ojeras las llevaba como mochila y llegué media hora antes al trabajo. Me senté a mirar la pizarra que aún estaba intacta después del trabajo que habíamos hecho con James los días anteriores. Él me había dicho que trabajaría en el video la tarde que pedí libre y hoy se suponía que debía darle mis impresiones, pero no tenía cabeza para nada.

-Señor.

Escuché la voz de Linda desde la puerta y levanté la vista de golpe. Tenía dos cafés en la mano y me estiró uno. La hice pasar y ella se sentó en la silla junto a mí. Sabía que algo andaba mal.

-¿Está todo bien?

-Si-mentí-solo pasé mala noche. Me siento un poco mal.

-Tengo medicamentos en mi escritorio ¿quiere que le traiga alguno?

Negué mirando el suelo, pero luego recordé la licencia que había pedido hace unos dos años.

-¿Tienes un ansiolítico?

Ladeó la cabeza, quizás pensando que mi malestar era por un resfrío o el estómago. No que me estuviese comiendo la ansiedad por dentro.

-Tengo-asintió-se lo traeré.

Me dejó toda la caja en mi escritorio y tuve que mentirle diciendo que el matrimonio me traía loco, por lo que su actitud cambió hacia mí y me dio algunos consejos.

Me comencé a sentir mejor y temí que fuera por los medicamentos y no porque mi conciencia dejara de sentirse culpable por lo que pasó, pero James entró a la oficina, sabiendo que el trabajo me haría olvidar lo que estaba pasando.

-Buenos días.

Me dijo con una sonrisa y traía un café en su mano. Si lo recibía sería el tercero en menos de dos horas, pero no podía estar en peor situación, por lo que boté los vasos vacíos y le recibí el nuevo.

-Se ve cansado.

-Lo estoy.

Dije mientras asentía y el abría su laptop para mostrarme su trabajo.

Piensa y Elige [Larry Stylinson] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora