Amén: 2 Mi muerte.

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Nota.- Las notas aclaratorias figuran al final del texto.

II Mi muerte

Nunca tuve una salud envidiable. Por eso estaba a cada rato en el médico. Me hice muchas pruebas que nunca me tenía que haber hecho. Porque lo que me mató no estaba contemplado por ellas: morí en un accidente de tráfico.

Me acuerdo de la cara de mi cuñado Paco, que era médico de esos que dicen que cuando uno no tiene calidad de vida debe saber irse, que es mejor que le pongan a uno un tranquilizante y que pase a mejor vida sin que se dé cuenta; recuerdo su cara todavía, cuando le dije que yo iba a escribir un testamento vital. Su cara de complacencia se alteró visiblemente cuando le dije el texto que iba a poner, que más o menos era este:

 Yo, Ángel del Valle, en plenas facultades físicas y mentales, elaboro el presente Testamento Vital en Murcia, a cinco de febrero del año dos mil veintisiete, a las catorce horas cuarenta.

 Cuando yazca indefenso en una cama sin que tenga posibilidades de recuperación hasta unas condiciones de vida que se consideran deseables, a saber, de ambulancia independiente1, conocer y ser conocido por mis familiares y amigos, orientación espacial y temporal, y estar exento de dolores agudos y crónicos, ante la posibilidad de que sea desenchufado de aparatos que me mantengan con vida, sea consciente o no de ello, por el presente TESTAMENTO VITAL

 DECLARO que no deseo ser desenchufado de ninguna máquina o artilugio diseñado para prolongarme la vida,

 QUE no reconozco como concepto válido y presentable esa falacia liquidadora llamada interrupción del  ensañamiento terapéutico, que es la forma pervertida de hablar de la ayuda médica y clínica a quien la necesita,

 QUE ante la eventualidad de que algún pariente próximo se sienta tentado de firmar para que “se me alivien los dolores” mediante la desconexión,

PUEDO DISPONER Y DISPONGO que por este documento desheredo, a tenor de lo dispuesto en el Código Civil español2, a dicho o dichos familiar o familiares, puesto que en esa hora suprema se han negado, por acción, a prestarme la ayuda necesaria para que siga con vida.

OTROSÍ manifiesto, que en caso de que haya otra vida, o bien continuación de esta en la manera que fuere, volveré de ella para atormentar a todos los médicos, enfermeros, parientes y todas otras personas que hayan colaborado activa o pasivamente en el procedimiento de mi liquidación del mundo de los vivos. La vida es el regalo más maravilloso que recibí de mis padres, y no lo perderé sin lucha.

En Murcia, en la fecha que consta ut supra,

Fdº Angel del Valle Ricote

Mi cuñado era una persona bastante amigable y comprensiva, pero reconozco que aquello le pudo. Se quedó serio, y me dijo, “Hombre, Ángel, no sabes lo que dices”. Le escuché todos los argumentos que da la gente que defiende la muerte temprana cuando se nos acaba lo que ellos llaman calidad de vida, y que en realidad no es más que vivir sin dar la lata a los demás por causa de salud. Al final de su docta exposición, le dije que me reafirmaba en lo que pensaba, y que esperaba no tener que venir del Más Allá a atormentar a la gente que, de momento, quería o por lo menos apreciaba. Los demás deudos nuestros callaban durante toda la argumentación. Podría pensarse que estábamos solos, pero no, estaba mi suegra, una venerable ancianita de 120 años de edad, mi esposa, cuatro años menor que yo, mis hijos, que ya no cumplen los cincuenta, y sus hijos y alguno que otro de sus nietos, mis biznietos, los tataranietos de mi suegra, la persona más longeva que he conocido, y quizá tú también, lector que aún me sigues.

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