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—Oye, rubí. —Murmuro Verde mientras Obsidiana hablaba consigo misma en voz alta, ayudándose a recordar como había hecho para que la nave volara tan rápido como al principio.

Estaba nerviosa, Rubí podía notarlo. Tomo la mano de su amiga y entrelazo sus dedos con los suyos.

—No te preocupes, la tierra no es tan mala como dicen las amatistas. —Dijo la pequeña gema dándole ánimos.

—No—Verde señalo a la "capitana" mientras este pegaba su frente al cristal para hacerle caras graciosas a su reflejo. —Es rara ¿No crees?

—Demasiado. Me da miedo que haga estallar la nave o algo por el estilo.

Rubí se aliso su traje, compuesto por pantaloncillos oscuros y una franela sin mangas, y se acercó a Obsidiana.

—Mi capitana, si gusta podemos pilotar la nave. Usted descansara a gusto y estaremos en la tierra antes de que pueda decir "Diamante blanco".

La gema oscura volvió a sentarse en su silla de mando.

—Es un lugar realmente fascinante ¿No crees, pequeña Rubí?

— ¿Q-que cosa?—Pregunto Rubí avergonzada y a la vez conmovida por aquel epíteto.

—El espacio ¿Algunas vez habían visto algo más impresionante que esto?

—No. —Respondieron las guardias a coro.

—Es hermoso. —Comento Obsidiana acariciando su tablero.

Un destello fue visible en aquel rectángulo negro, luego todo quedó a oscuras por un momento, lo único que proyectaba luz era el tablero de control, un resplandor tan tenue que la figura de Obsidiana era un monigote de sombras y curvas. En la oscuridad, su gema parecía devolver los reflejos de la luz en destellos violeta.

—Ágata azul me conto que ustedes dos se han fusionado en dos ocasiones.

Rubí y Verde se ruborizaron al mismo tiempo. Durante una batalla en una luna se habían conocido, y desde entonces no se separaban. Rubí cuidaba de Verde, que era demasiado tímida y callada para el resto de los jaspes. En cambio Verde se aseguraba de que su querida Rubí nunca estuviera totalmente al descubierto durante los enfrentamientos. Y si, se habían fusionado en más de una ocasión. Pero al enterarse las ágatas ni siquiera se habían enfadado, en su lugar, las había asignado para que trabajaran juntas.

No había nada que las hiciera más felices.

—Fusiónense. —Pidió Obsidiana.

—Pero, mi capitana...—Respondió Rubí. —Nunca nos hemos...fusionado cuando todo está perfectamente, no veo la razón para...

Obsidiana se estiro sobre su asiento, acunando el rostro de Rubí entre sus manos. Acercando sus rostros hasta quedar nariz con nariz. Rubí dejo escapar un pequeño gemido mientras sus mejillas cambiaban de un suave rojo claro a vino tinto.

— ¿Lo harías por mí, solo para darme gusto, Rubí?—Pregunto.

Verde estaba echando chispas, cruzada de brazos con una mueca de desagrado. Se puso de pie.

—Vamos, Rubí, fusionémonos.

Ambas gemas se acercaron, mientras Obsidiana giraba su asiento y se inclinaba hacia adelante con las piernas separadas en un gesto de curiosidad total. Rubí se acercó a Verde, tomaron sus manos y comenzaron a girar lentamente, Verde hizo girar a Rubí en su mano derecha. Sus cuerpos comenzaron a brillar, Verde alzo a su compañera mientras la luz aumentaba en intensidad. Ambas gemas experimentaron como sus cuerpos eran cubiertos por aquel agradable calor, y sus cuerpos dejaron de existir para ser una sola mente, dotada de dos consciencias.

Obscura como la obsidiana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora