NICK
Abro la puerta de un portazo y Gus se levanta de un salto. Me mira con los ojos desorbitados y la cámara está a punto de caérsele de las manos, de no ser que la tiene sujeta al abrojo.
—Apártate de ella.
Sé que en mis ojos debe haber fuego vivo, que logra dejarlo completamente petrificado y asustado. Lo noto así y me surge la pregunta de si ¿existe fuego capaz de producir hielo? Sí, el que te congela las pelotas.
—Se...Señor...Jefferson, ¿qué...?
Gus parece no salir de su asombro.
Él salta del sillón y Norah se hunde en el de ella, como si la situación la estuviese exponiendo a un peligro de muerte.
No te haré daño, Nat, nunca lo haría... O eso es lo que pensaba, demonios.
—Déjala tranquila—le digo—, no te atrevas a tocarla.
Avanzo.
Un paso, dos, tres y llego donde está ella. Me detengo para observarla bien. Su pelo, su gesto, sus ojos, sus manos... Ella no...
La observo y quedo inmóvil.
Las pupilas de sus ojos tiritan mientras me observa como si le estuviese por dar una paliza.
Mi corazón se encoge.
Ella no es mi... No es... Santo cielo.
—¿Qué. Mierda. Estás. Haciendo?
Me vuelvo a la puerta.
Kaneki tiene sangre en la nariz. Hay un guardia de seguridad a su izquierda. Ambos me están enfrentando, también creen que quiero hacerle daño a la chica. Piensan que he enloquecido.
Empiezo a pensarlo yo también.
Me vuelvo a Norah.
—Yo... Lo siento...
Intento acercarle una mano para ofrecerle que se ponga de pie. Ella sigue temblando.
—Nick, vete de aquí. Te estás exponiendo demasiado—me dice Kaneki. El guardia avanza. Entiendo que está dispuesto a reducirme de ser necesario, pero también entiendo que podría romperle la nariz si así lo quisiera.
Gus corre hasta la puerta con la cámara en la mano, aunque ha dejado de grabar hacer un momento.
—Di...Disculpa. Yo creí que él...que él te iba a...—empiezo, tropezando con mis propias palabras, y el alarido de Kaneki me interrumpe:
—¡¿Que Gus iba a qué, carajo?! ¡La chica firmó un contrato donde dejaba su claro consentimiento!
—Además—se mete el cámara—, ella está en pleno derecho de detenerlo todo si no quiere.