NICK
El doctor Pemberton sirve una taza de café para él y para mí desde su cafetera en la oficina del hospital.
Lleva unos diez minutos hablando y dando vueltas sin soltar de una vez el motivo por el cual se supone que estoy acá.
—Y ahora—sigue con su discursito llevándolo esta vez al asunto universitario—, ya sabes que la situación con el Departamento de Asuntos Internos no está del todo bien.
—¿Eso qué significa?—me atrevo a interrumpirle mientras deja la taza de café para mí y se ubica en la silla al otro lado del escritorio.
—Pues... Amenazan con recortes de presupuesto en las articulaciones con causas académicas; están enviando supervisiones rigurosas. La universidad tiene que recuperar el prestigio perdido y para eso, es importante que nuestro hospital también. Tú conocerás de esto mejor que nadie, entraste aquí gracias a esas oportunidades.
—El plan universitario con el hospital sigue estando entre los más prestigiosos del país. La calidad de enseñanza es excepcional.
—Pero no es bueno que un montón de medios y chicos de Internet hablen de lo que ocurre entre un profesor y una alumna... Algunos lo han calificado de "pederastía".
—Oh, vamos. Desde un principio me vi venir que la situación podría desembocar por ese lado. ¿Adónde quiere conducir esta conversación? Creo que tanto usted como yo estamos perdiendo el tiempo.
—Nick... No quiero que te lo tomes a mal—su tono se endurece bruscamente y puedo percibir al fin su verdadero interés—, sé que has trabajo muy bien todos estos años, pero desde hace algún tiempo que los alumnos hablan, señalan malos tratos, cosas que la gente reproduce y no se puede frenar. Cuando se trata de hablar bien sobre algo, es difícil que eso se divulgue, pero si se trata de algo malo, eso llega a todas partes muy pronto.
—Usted siempre dice que los directivos debemos tener rigurosidad para ejercer autoridad y no orientarnos sólo por lo que otros opinan.
—Oh, claro, claro. No estoy contradiciendo eso. Todos sabemos que antes el apellido Jefferson era sinónimo de "autoridad indiscutible", hecho que ahora ha perdido un poco de peso...ya sabes, has ridiculizado un poco tu nombre. No lo digo para que te sientas ofendido sino para aconsejarte. Creo conveniente esperar a que todo esto se calme.
—¿"Ridiculizado"?
—Ya sabes, lo sucedido con la niña Hale...
—¡NO ES UNA NIÑA! ¡NO SOY UN PEDÓFILO!
No sé en qué momento me he puesto de pie, aunque estoy a punto de hacer reventar todo este lugar.
—Nick, hay una diferencia de más de diez años entre ustedes.
—¿Y?
—¡Y ERA TU ALUMNA!
—Ya no lo es.
—Pero la gente sigue hablando. ¿Sabías que hackearon a los chicos que defendieron su extraña relación? Ahora resulta que está bien que un profesor se meta con una alumna, demonios. ¿Dónde carajos queda el profesionalismo?
—Queda en la manera de trabajar y punto.
—Queda también en la imagen pública que se tiene del profesional y tú enviaste todo eso a la mierda.
—No tienes que estar hablando en serio...
Hemos perdido las formalidades al hablar y en cierta manera no me importa. Él pierde los estribos muy rápido, lo cual es el combustible que necesito para reaccionar también. Sólo que en esta ocasión debo contenerme, toda mi trayectoria en la profesión pende de un hilo muy frágil.