NATALIE
Es hora de conocer los límites y de poner a prueba los propios.
Han dejado a nuestro servicio una suite preciosa. Cuando entro, realmente tengo miedo de lo que puedo llegar a encontrarme.
¿Alguna vez pensaste que tendrías la posibilidad de entrar en una habitación cinco estrellas de un hotel de la industria del porno junto a dos muchachos enormes y sexys? Uno es Cai, pero lo que no me esperaba es que en verdad optara por uno de los otros chicos. Se llama Josh, no ha de tener más de veintiún años, mide unos cinco centímetros más que yo, (quizá uno sesenta y cinco) y tiene buen cuerpo, músculos marcados y definidos, pero no al extremo de Cai, un hombre enorme afroamericano, que ha de rondar los dos metros y los cien kilos de pura masa muscular.
Si no fuese que estoy siendo observada en este momento, temería que puedan hacerme algo a mí.
De hecho, lo temo. Pero el haber elegido ser quien lleve el control de la situación de modo observadora participante, ha sido un giro que probablemente no se esperaban.
Y con decir que estoy siendo observada no implica continuar con la presencia de Magda tras de mí, sino que puedo sentir la presencia de las cámaras a cada paso dado.
—Adelante, madame—me dice Josh. Y antes de ingresar me quedo pensando si alguna vez tuvo otro tipo de experiencias o realmente lo haré sufrir. Después de todo, según dicen, él ha consentido estar acá. Yo no. Por eso no quiero ser quien deba prestar el cuerpo para...para lo que sea que se puede hacer con la carne.
Es un chico precioso, de esa belleza que incomoda y te hace sentir infinitamente más pequeña. Tiene sus ojos de un color azul intenso, mucho más de lo que había visto en cualquier persona, su piel es pálida y lisa como la de un bebé, lo cual hace resaltar el sonrosado de sus labios llenos y sus mejillas. Que yo recuerde, nunca estuve con un chico así antes, y Kaneki dice que saben exactamente mis gustos, por ello seleccionaron a estos chicos. Quizás indagaron en mi historial de Internet.
El cabello rubio de Josh y el costado derecho de su rostro adquiere un tono rojizo en cuanto la entrada filtra luz y baña su tez desnuda. A excepción de un "suspensorio". No es que sea una persona que frecuente tiendas de ropa erótica para hombres, pero este tipo de cosas suelen ser de esas que te encuentras por accidente en internet. Los suspensorios son similares a calzoncillos muy adheridos al cuerpo, en el que hay cintura y tela para la parte de adelante, dejando la parte de atrás libre, evidenciando su cola redonda, rosada y levantada. Santo cielo, Kaneki te detesto. ¿Y si hubiese incluido también al tercer chico?
Ya empiezo a notar la razón de existir de este lugar. Cuando conocer lo placentera que puede ser la carne, te llenas de insatisfacción por querer conocer más de las sorpresas que ella tiene para ti.
Finalmente ingreso, sintiendo el paso de Josh y por último Cai, quien cierra la puerta a nuestras espaldas.
La habitación está a media luz, iluminada con focos flúor color rojo y violeta. Descubro un enorme espejo a mi izquierda que, tras encontrar a Josh y Cai detrás de mí, los tres en una misma imagen reflejada en el cristal, logra hacerme sentir un extraño cosquilleo en el interior de mi abdomen.
Me veo tan menuda, con el cabello negro enmarañado cayendo sobre mis hombros, mis diminutas dimensiones y una pequeña marca en el pómulo tras haber caído de la silla cuando Kaneki me tuvo atada.
Atada. Con ellos dos. Desnuda. ¿Qué serían capaces de hacer conmigo? ¿Y si los atados fuesen Josh y Cai? Yo podría hacer tantas cosas con ellos. Observo sus piernas, sus nalgas, sus paquetes, sus brazos, los pectorales, me observo a mí y a la extraña media sonrisa que asoma con malicia en mis labios.