Capítulo 1

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Flores de Diamante

Capítulo 1

Tras la emotiva despedida entre Eli y Eva, los chicos fueron a sus respectivos vuelos. Eli y Arno se sentaron juntos mientras que, en el vuelo del inglés, en un principio, Evie quería que Lena, su protegida, se sentara al lado de Eva. Pero Jacob no lo permitió ya que, conociéndola y sabiendo cómo estaba, sabía que se echaría a llorar en cualquier momento de su conversación si algo le recordaba a Eli. Además, ella era muy tímida cuando conocía a gente nueva, así que acabaron por sentarse los protectores con sus respectivas protegidas.

-Eva, cielo, te veo…-Susurró el apodo para que no le escuchara Evie mientras pensaba la palabra con cuidado.-Cansada, ¿qué tal si te duermes?-Acarició su pelo.

-No puedo…-Suspiró.-La extraño. Quiero que esté a mi lado.-Miró a la ventanilla del avión con los ojos cristalizados todavía.

-Sé que no soy tu hermano, ni soy como ella, pero, por Dios, somos pareja, y sabes que me tienes.-Cogió sus manos, besándolas.-No te me vengas abajo, ya verás como tienes que darle tiempo para acostumbrarte.-Susurró lo de “pareja”.

-Lo siento mucho, es que estoy destrozada no me…-Jacob la calló con un pequeño beso. Tras separarse le chistó.

-Anda muñequita, duerme, se te hará más corto el viaje.-Besó su mejilla.-Además, ya de por sí no es muy largo.

Eva sonrió ante la acción y acomodó la cabeza en el hombro de su protector, cerrando los ojos para descansar. Sin embargo, Lena tenía los ojos puestos en Jacob, ya que Evie estaba leyendo un libro mientras escuchaba música en Spotify, ignorándola.

Al verle le llamó mucho la atención su atractivo, y solo se le vino un pensamiento a la mente, uno que denotaba lujuria y deseo por el inglés. Exacto, pensó que Jacob estaba como un queso y, además, se preguntó cómo sería el inglés en la cama, relamiéndose los labios.

Mientras, en el vuelo de Eli y Arno, Eli estaba sumida en sus pensamientos, no paraba de darle vueltas a cómo podría estar sin su hermana en esos momentos.

-Eli.-La mencionada salió de su trance al escuchar la voz de Arno.-¿Qué ocurre?-Preguntó mirándole a los ojos.-¿Estás bien? A ver, es obvio que no pero... No estés así, por favor. Si vas a estar deprimida solo vas a desperdiciar el tiempo que estemos en Francia. Creo que deberías centrarte en conocer a fondo París y…-Arno no estaba seguro en si decir lo que había pensado, pero, finalmente, se decidió:-Y en vivir conmigo feliz.

-¿Para qué si no puedo disfrutar de la ciudad con Eva?-Respondió tajante. Se sintió mal por hablarle así a Arno, pero, para ella, el francés no había escogido el mejor de los momentos para hablarle.

Las palabras de la rubia se clavaron cuales dagas afiladas en el corazón de Arno. Comprendía que él no era Eva ni mucho menos, pero, ¿acaso no contaba para Eli? Molesto, se puso los cascos que la compañía aérea les había dado y vio la película que estaban retransmitiendo por las pantallas de los asientos.

Tras una hora y media de viaje, la inglesa y el francés ya estaban en tierras galas. Por otro lado, Eva y Jacob tardaron dos horas en llegar a Londres.

-Odio madrugar.-Dijo Elizabeth al entrar en el coche de Arno, el cual habían transportado en el avión, encendiéndose un cigarro.

-¿Ya estás?-Preguntó Arno molesto.

-No empieces.-Escupió.-Llevo una jodida hora y media sin nicotina, no me dés la brasa.

Arno sabía que el horno no estaba para bollos, así que prefirió dejar fumar a la chica, pero le advirtió de que ese sería el primer y último cigarro que fumaba en su coche.

Una hora después de aquello, Arno y Eli ingresaban en el apartamento del francés, el cual tenía unas bonitas vistas de la Torre Eiffel, el lugar más emblemático de todo París.

-Debió de costarte una fortuna este apartamento.-Susurró Eli al entrar.

-¿Qué importa eso?-Dijo él. Elizabeth lo fulminó con la mirada, ¿no valoraba el dinero?

-Mucho. Al menos para mí.-Dijo dolida por la actitud de su protector, recordando en la miseria que ella vivió.-¿Acaso no te das cuenta del valor que tienen las cosas?-Susurró yendo hacia la ventana, pensando que Arno no la había oído.

-Claro que me doy cuenta.-Respondió él siguiendo a la chica.

-No lo parece.-Gruñó encendiéndose otro cigarro.-¿Puedes darme un cenicero? No me apetece llenarte la casa de polvito.

-No, no te voy a dar uno, ya que no fumarás.-Le arrebató el cigarrillo.-Y que sepas que yo aprecio más a las personas que me importan, las cosas, como tu dices, se compran con dinero, sin embargo, las personas que más amas una vez que se van o bien no las vuelves a ver en tu vida por que no están aquí, o bien se han ido a hacer otra vida.-Dijo seriamente. Le dolía recordar la pérdida de su amada.

-Arno, mi cigarrillo. Ahora.-Dijo ella, haciendo caso omiso a la parrafada del francés.

Arno, cabreado al ver que no le había hecho caso, le dio el cigarrillo, yendo a su cuarto para relajarse después.

-Jódete los pulmones, pero te las vas a tener que apañar para no ensuciar.-Gruñó cerrando su puerta de un portazo.

-Imbécil.-Susurró ella.

La convivencia entre aquellos dos no se esperaba buena. Elizabeth tenía carácter, y Arno también. Eran como polos iguales en cuanto a eso. Y eso solo causaría estragos a la larga.

Mas al francés le gustaba eso de Elizabeth, era una cualidad que Élise también poseía y que, si bien llegaba a odiarla, le encantaba. Le encantaban las mujeres de caracter fuerte, aunque le sería difícil arreglar lo que acababa de pasar para poder empezar de buenas con Eli y poder... ¿enamorarla? No sabía si ya era hora para eso pero… Debía intentarlo.

Tras acabarse el cigarro, Elizabeth se dio una vuelta por el piso: el recibidor era lo primero que había al entrar al alojamiento, seguido de un pasillo con puertas. Primero estaba la cocina, seguida de un pequeño cuarto con lavadora y secadora. Al final del pasillo se encontraba el comedor, que estaba decorado con un estilo moderno y minimalista. Las habitaciones estaban en un pequeño pasillo que salía del comedor. Había dos, cada una con un baño propio. El piso no era muy grande que se diga, pero lo más importante era que estaba en pleno corazón de París.

Elizabeth, al volver al sofá del comedor, vio en un pequeño mueble con discos una foto enmarcada: Se notaba que era de un estudio de fotografía, y mostraba a Arno con una chica pelirroja, espalda con espalda. Cada cual tenía un sable en su mano derecha, y lo tenían en posición de ataque, levantado.

¿Sería esa la tan famosa Élise?

¿Sería esa la tan famosa Élise?

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