Capítulo 10

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Flores de Diamante

La primeras semanas entre Jacob y Eva fueron las mejores, aunque, cuando la chica y Lena se quedaban solas en casa de los Frye, la rusa no tardaba ni dos segundos en maltratarla, insultarla o meterle pájaros en la cabeza.

Hubo un día en que Lena logró romper el colgante de Eva, -el cual le había regalado el propio Jacob- haciendo que aquel día el Assassin se enfadara con Eva al no recibir respuesta alguna cuando le preguntó qué le había pasado al collar.

Además, tras mucho tiempo insistiendo, había llegado a convencer a la pequeña de que Jacob la engañaba o que simplemente la usaba para tener compañía. Debido a esto la pobre Eva entró en una leve depresión, aumentando considerablemente la cantidad de cocaína que se solía consumir. No dejaba de preguntarse internamente si aquellas cosas eran ciertas, hasta que llegó a la conclusión de que sí debido a la insistencia de Lena.

Ella sabía que no debía hacerle caso a la rubia pero, después de escuchar todos los días algo tan grave como eso, llegó a creerla. Lo peor de todo eso era que Eva, aparte de que Lena le diera todas esas “evidencias”, muchas veces escuchaba a su pareja hablar por teléfono con una mujer.

Fue por eso que Eva terminó por creer a Lena. Mas lo que ella no sabía era que la mujer que se encontraba al otro lado de la línea era una de las jefas de los Rooks en el distrito del Támesis. Además Clara, la niña que se encargaba del orfanato de Londres, también llamaba periódicamente preguntando por Evie principalmente.

Estando en estas circunstancias de desconfianza, no era de extrañar que la relación entre Eva y Jacob se enfriara, llegando al punto en que, por las noches, pasaron de dormir completamente abrazados a dormir espalda con espalda.

Por otro lado, Jacob se encontraba confuso. No sabía el porqué del comportamiento de su chica, había intentado hablar con ella pero Eva solo apartaba la cabeza y sollozaba, no podía hacer nada más que resignarse.

Después de un mes y medio, la hora de que Eva y Eli hablaran había llegado, inundando de felicidad a las hermanas.

-Eva.-Dijo un triste Jacob entrando a su habitación, donde Eva se encontraba sentada en el escritorio lápiz en mano. Aunque su atención estaba centrada en la calle hasta que él la llamó.-Eli ya está en la otra línea, ya podeis hablar.-Jacob se acercó a ella y le entregó el teléfono con un intento de sonrisa en el rostro. Eva miró el móvil sonriente, llevaba mucho sin sonreír así, y a Jacob le dolía no ser la razón de esa sonrisa.-No hay prisa, hablad lo que queráis.-Sonrió levemente y depositó un beso en su mejilla. Echaba de menos besar a Eva en los labios.

Al salir el inglés del cuarto Eva se llevó el teléfono al oído.

-¿Eli?-Eva seguía sonriendo, mas de su boca se escapó un sollozo, no podía aguantar más, estaba al límite y tenía que contárselo a alguien, desahogarse por fin. Y ese alguien era su querida hermana.

-¿Eva?-Respondió la rubia preocupada.-¿Eva qué pasa? ¿Qué te ha hecho el cerdo de Frye?
No hubo respuesta, solo sollozos.

-No es él… Sino Lena… Me acosa, me maltrata… Tengo mucho miedo hermana.-Admitió entrecortadamente.

Los ojos de Eli se abrieron como platos, maldita perra rusa.

-¿Se lo has dicho a Jacob?-Silencio.-Eva, tienes que decírselo.

-¡No va a creerme!-Exclamó la pequeña.-¡Y menos engañándome con ella como lo hace!-Lloró más fuerte, esas palabras se le clavaron en el corazón cuales dagas afiladas.

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