Flores de Diamante
Capítulo 9
-Estoy hecha polvo…-Suspiró Elizabeth al sentarse en la mesa del restaurante con Arno.
-Normal que lo estés, París es muy grande, así que hemos andado bastante.-Le dijo sonriente.
-¿Saben ya lo que van a tomar?-Dijo la camarera acercándose a la pareja, encendiendo las velas de la mesa.
-Sí, canard au sang, por favor.
Con una sonrisa, Arno pidió la comida, quedándose a solas de nuevo con su querida Eli.-Bueno, y ahora después de cenar, iremos al globo, te va a encantar, te lo prometo.-Sonrió mirándola a los ojos.-Ha sido un día diferente.
-Ya ves… Estoy muerta.-Rió mirándole y cogió su mano encima de la mesa.-Cuando vayamos a casa la cama va a ser mi única prioridad.-Rió, realmente estaba muy cansada.
-Procura aguantar despierta, ma chérie.-Le sonrió el francés.
-Tranquilo.
-Aquí tienen su cena, bon appetit.-Deseó la camarera dejando la comida sobre la mesa para marcharse después, no sin antes repasar a Arno con la mirada de pies a cabeza.
En ese momento una bestia despertó dentro de Elizabeth, rugiendo fuerte y estruendosamente, cual dragón enfadado. ¿Qué era esa sensación? ¿Celos? ¿De verdad estaba sintiendo celos de aquella chica cuando Arno y ella no eran absolutamente nada?
Para despejarse, Elizabeth tomó su copa de vino y la alzó hacia Arno.
-¡Cheers!-Dijo Elizabeth, haciendo reír al francés.
-An santé.-Respondió Arno viendo que Elizabeth no sabía cómo decir la expresión en su idioma natal.
Finalmente unieron las copas suavemente y las llevaron a sus bocas, disfrutando del delicioso sabor del vino.-Esto está de fábula.-Alagó Elizabeth tras el primer bocado a su comida.-¿Qué es exactamente?
Arno la miró por un momento y le tradujo el nombre de la comida:-Pato a la sangre.
Elizabeth abrió los ojos como platos. La verdad era que el pato le resultaba un animal entrañable y le daba algo de pena estar comiendo ese animal, pero, por regla de tres, también debería pensar así respecto a otros animales que también se comían.
Llegó a la conclusión de que dejaría de pensar en esas cosas, la carne le gustaba demasiado.
-Bueno, ¿has disfrutado de la cena?-Le preguntó Arno al salir del restaurante, tendiendo su brazo a la rubia para que se agarrara.
-Mucho Arno. El postre ha sido una verdadera gozada, al igual que la comida. Ha sido genial.-Le sonrió.
Arno sonrió internamente al ver a la chica sonreírle de aquella manera. De hecho se derritió y todo por dentro de lo tierna que lucía. Seguía preguntándose como alguien, en tan poco tiempo, podía haber llegado a conquistarle de aquella manera.
-Quizá ya sea momento de pasar página…-Pensó para sí mismo al subir en el globo.
Observó a Elizabeth embelesado: ella se encontraba de espaldas a él, con los brazos apoyados en el borde de la cesta, mirando hacia la inmensa ciudad de las luces. Arno sonrió y soltó lastre para luego meter más mecha al globo.
-It’s so beautiful…-Susurró ella mirando hacia la Torre Eiffel.
-Oui.-Respondió el francés colocándose a su lado, tomando su mano.
Elizabeth lo miró un poco extrañada. No era porque le hubiera cogido la mano, sino por la manera en la que él lo había hecho: de forma cariñosa y tierna.
Eli aún no se acostumbraba a ese tipo de cosas. Clavó sus ojos en los Arno, y él la miró embelesado. Sus ojos le hipnotizaban siempre que se clavaban en los suyos.
Por un momento, el joven Assassin se quedó sin aliento ante la belleza de la chica. Ella se giró hacia él y él, por inercia, hizo lo mismo, quedando uno frente al otro.-Ma chérie, yo…-Dijo él tomando la otra mano de la chica, acercando su rostro al de ella.
Elizabeth, en respuesta, puso su dedo índice sobre los labios del francés.-Just let it happen, darling.-Susurró mirándole a los ojos.
Ambos cerraron los ojos y se acercaron lentamente, dejando a Cupido hacer el resto. Era un momento mágico entre ellos, y no querían que terminase nunca.
-Arno, yo…-Susurró ella cuando se separaron.
-Calla, mon amour.
Sin darle oportunidad a la rubia de decir nada, Arno se lanzó de nuevo a sus labios, rodeando su cintura dulcemente, pegándola a él. Definitivamente, Elizabeth le volvía loco, y más cuando sus suaves manos entraron en contacto con su cuello y nuca.
-Je t’aime.-Dijeron al separarse, mirándose a los ojos.
Arno se sorprendió al escuchar a la rubia decir eso, mas supuso que era una de las tantas cosas que Eva le decía a menudo, así que simplemente la abrazó fuertemente, aspirando el aroma que de su pelo se desprendía.
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Flores de Diamante
FanfictionTras la separación de Elizabeth y Evangeline, las chicas conocen los países de sus protectores, descubriendo así nuevas cosas y nuevos sentimientos. Sin embargo, la amenaza que supone la mafia controlada por Andreas aún sigue sobre la Hermandad, dis...