Razón #2 - El Canto de La Pequeña Sirenita

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El persistente sonido del marcador cardíaco era todo con lo que contaba dentro de esa horripilante oscuridad. El único indicativo que le confirmaba que estaba vivo, atrapado en un cuerpo que expiraba cada día más. Intentó abrir sus parpados, pero el dolor continuaba ahí, tan presente y desgarrante que temía hasta respirar y terminar de fragmentarse.

No quería verlos, esos coloridos tubos entrando y saliendo en diferentes trayectorias desde las profundidades de su carne magullada, rompiendo sus venas para así efectuar las acciones básicas que a él le era imposible realizar. Un espectáculo humano sin duda. Era sólo un muñeco de trapo, una marioneta a la que movían con hilos plásticos para permitirle subsistir dentro de aquella caja de juguetes, encubriendo con su inofensiva apariencia el sufrimiento que le producía estar postrado en una cama que lo consumía. Una pena que no podía seguir controlando. Ya no era apto para estar ahí, finalmente había rebasado su límite.

Hizo un repaso mental de todos los episodios importantes que armaban su corta vida. Suspiró casi al instante con derrota. Nueve años sí que no daban para tanto, ¿verdad? ¿En serio había tan poco? Quiso reír con un dejo de vacilación, pero sus músculos se sentían ahora mismo como una masa amorfa de gelatina que podía disgregarse por las baldosas si en un descuido hacia un movimiento mal calculado.

Se forzó en alejar el malestar generalizado, enfocándose mejor en evocar esas valiosas memorias que parecían brindarle una especie de bálsamo contra el dolor, un dulce y cálido anestésico emocional. Sólo tres hechos eran los que podía calificar como inolvidables. El primer balón de básquet que su madre le obsequió por su séptimo cumpleaños, el día que encontró a su querido y pelirrojo gato "Weasley", atrapado en uno de los matorrales del parque, y por supuesto, esa mañana de enero que vio sonreír a Hana, después de aplaudir la interpretación que le había ofrecido mientras cantaba con aquella voz que hacía despertar de forma vertiginosa a las traviesas mariposas de su estómago. Sintió una tibia lágrima rodar por su marcada mejilla al recordar a su adorable compañera de juegos.

"H-Hana"—musitó apagado desde lo hondo de su mente extrañándole más que nunca. Algo muy dentro se contrajo con pesadez estrujando su débil corazón con tal fuerza que temió perecer sin tener la oportunidad de verle nuevamente.

Lloró con amargura dentro de la nebulosa que le retenía por días en una lejana dimensión desconocida, pensando en la personita que le aguardaba fuera de esas paredes, lejos de todos esos doctores y enfermeras que no se cansaban de tocarle, experimentando, introduciendo y comprobando que los resientes medicamentos fueran los correctos para que así su organismo reaccionara. La fiebre lo tenía en la inconsciencia, o al menos eso era lo que creían, porque él podía escucharlos hablar con preocupación y aunque no lograra entender su complicado lenguaje, sí le fue posible oír con claridad lo dicho por su médico. Él les había comunicado a sus asistentes que este era su peor declive en más de dieciocho meses desde que toda esa horrible pesadilla había iniciado. Una recaída de la que dudaban fuese capaz de reponerse.

—Monitoreen sus signos vitales cada treinta minutos e infórmenme si ocurre cualquier cambio—ordenó el alto sujeto que le observaba desde la orilla de la cama, anotó algo en numerosas hojas y dándole una última mirada a su paciente entregó el expediente a una de las enfermeras para que cumplieran con lo solicitado—. Tienes que despertar Jason, no puedes darte por vencido cuando estas por ganar la batalla, si lo haces me molestaré, ¿entendiste? —Le reprendió con falsa ira denotándose la zozobra en sus maduras facciones, sacudió gentilmente sus cabellos y abandonó la habitación esterilizada.

 Tienes que despertar Jason, no puedes darte por vencido cuando estas por ganar la batalla, si lo haces me molestaré, ¿entendiste? —Le reprendió con falsa ira denotándose la zozobra en sus maduras facciones, sacudió gentilmente sus cabellos y aban...

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47 Razones para Amarte (Libro 1 Saga Razones) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora