Razón #10 - Flotando entre Burbujas de Colores

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Habían transcurrido horas, días o quizás sólo minutos el tiempo que llevaba dentro de ese engañoso laberinto siguiendo paciente a las lustrosas burbujas danzarinas que emergían desde un lejano sitio, indicándole con discreción la dirección especifica que debía mantener para llegar a su incierto destino. Mantuvo la atención fija, contando los pasos que sus Converse azules realizaban para aproximarlo un poco más a su meta. Sus pisadas eran firmes mientras continuaba avanzando por un sendero que desconocía. Moviéndose, siempre moviéndose. De algún modo detenerse no era una opción viable. Subió la vista hacia las coloridas pompas de jabón que flotaban tranquilas en el aire, tan glamorosas que parecían reflectar los fugaces rayos de luz transformándolos en arcoíris miniatura. Un grandioso espectáculo. Una adorable fantasía.

Las ligeras risas infantiles escaparon espontaneas de su boca, exponiendo su delirante sonrisa tan natural que los pómulos los sentía entumecidos. Sus cortas piernas se flexionaban continuamente para poder saltar sobre las redondeadas formas, riendo justo antes de escuchar el divertido "poom" que indicaba el característico estallido, seguido por una estela de polvo de colores que se esparcía por su rostro impregnando los alrededores con un dulce aroma a frutillas. Otra sonrisa involuntaria bordeó su cara al evocar la cálida sensación que se colaba por su pecho al pensar en aquella fragancia tan conocida. Crayolas, manzanas, cuentos de hadas. El perfume de la felicidad. Él estaba convencido que aquel olor le hacía pensar en alguien en particular, ¿quién era esa persona?, ¿por qué no le recordaba?

"Me gusta tu gorro, es del color del cielo".

—Duele —confesó Jason con la mueca de dicha tambaleante, borrándola de tajo hasta convertirla en una línea recta remarcada entre sus labios—. ¿Por qué duele tanto? —se cuestionó confuso retirando de mala gana las lágrimas que brotaban sin explicación aparente para evidenciar su imperdonable falta. Buscó un indicio que diera solución a la profunda nebulosa en la cual navegaban sus memorias, sin embargo, su cerebro estaba vacío y completamente a la deriva. No había nada, no estaba nadie.

"¡Prometiste ser fuerte!, ¡Lo prometiste!".

Los murmullos lo abordaron en un instante, una lastimera protesta que incitó a que sus entrañas se contrajeran en una vibrante ansiedad. El simple sonido de su voz bastó para que un millar entero de mariposas despertaran agitando vigorizantes sus alas, demostrando el valioso significado que aquel ser representaba para su alma.

"Quisiera hacer lo imposible para estar a tu lado".

Su cuerpo reaccionó en automático cuando aquellas palabras fueron procesadas por sus oídos precipitándose hacia adelante con el fin de localizarla. La desesperación se mezclaba con la furiosa adrenalina en el interior de sus venas haciéndolas tronar, silbando por encima de sus tímpanos forzándolo a correr. Guío una de sus manos a dónde los latidos retumbaban eufóricos, añorantes de ver algo que sentía le habían arrebatado y su enloquecido corazón exigía de vuelta. Largos mechones azabaches, brillantes pupilas azules. La sonrisa de Blancanieves. Fue el primer pensamiento que se filtró consiguiendo que sus miembros aceleraran su carrera bajo las jabonosas esferas, rompiendo los límites de su propia resistencia física.

Un gigantesco espejo bloqueó la continuidad entre los pasadizos encajonándolo e impidiéndole libertad. Ese era el final de su camino. Las pompas se escabullían de alguna descabellada e inexplicable manera desde el polo opuesto, comprendiendo que quién deseaba ver se mantenía oculta detrás de aquella muralla de vidrio.

Se aproximó lo suficiente para que el perfil de sí mismo tomara posición en su visión panorámica, estudiando con precisión al pequeño que se exponía sobre la platinada superficie. Echó un rápido vistazo disgustándole la impecable apariencia que se apreciaba desde su perspectiva. Abundante y reluciente cabello castaño, tersa piel sin imperfecciones, hermosas mejillas sonrojadas. Frunció el entrecejo evidenciando su irritación. Ese encantador niño de complexión ideal era falso, tanto como lo era el irreal mundo que le rodeaba.

47 Razones para Amarte (Libro 1 Saga Razones) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora