Se guío entre el amplio espacio dirigiéndose hasta el vistoso ventanal frontal de su estudio, envolviéndose con el amaderado sabor del whisky que quemaba a lo largo de su garganta cada vez que el fuerte líquido ambarino entraba en su sistema para adormecerle el alma solo un poco más.
Ignoró premeditadamente los desesperados golpes que se dejaban caer contra la puerta bloqueada, las palabras que salían en una mezcla perfecta entre ruego y reproche para que abandonara la seguridad de aquellas cuatro paredes revestidas. Eve Brown gritaba frases sin sentido, oraciones llorosas en dónde se le comunicaba que un oficial de la policía le aguardaba en la entrada de la residencia para informar del terrible accidente automovilístico en el que sus dos hijos estaban involucrados y su salud comprometida.
Quería dejar atrás el peso de sus actos, el dolor que cargaba acuestas mereciéndolo mientras arrancaba los hechos de un pasado que latía tan presente que no podía evitar cuestionarse sí en verdad el tiempo hubiese manipulado el mover de las manecillas que regían el ir y venir de las eras para que purgara debidamente sus pecados.
—Elizabeth —pronunció el nombre de la mujer que le robaba el sentido aún después de tanto, la causante de que los espectros de la noche susurraran promesas escalofriantes impidiéndole conciliar el sueño inundando su mente en sofocantes pesadillas—. ¡Esto es tu culpa! —acusó frenético haciendo que los golpeteos del exterior se detuvieran.
Arrojó el delicado vaso de cristal al punto contrario de la habitación, arrumbando su cuerpo hacía la pared más cercana cuando el alboroto se apaciguara. Se dejó derribar como la fuerte figurilla en un tablero de ajedrez, una vez alguien hiciera un impecable movimiento para ganarle la partida. Sonrió con amargura, él había perdido hace mucho tiempo atrás cuando tan solo era un joven de veintitrés años, desde el día en el que permitió que su sádico corazón fuese cautivado por una dulce mirada, una cálida sonrisa y el embriagante aroma de los pétalos de lirios que flotaban junto a ella.
Apuntó con el lente de la sofisticada cámara que traía consigo al conjunto de gigantes edificios, todos ellos aglomerados como monstruos de metal dentro de una pequeña caja de juguetes. Miró el tiempo que le restaba antes de reunirse con su padre en el interior de sus oficinas, comprobando que tenía los minutos justos para tomar una más y partir a su destino sin que el hombre sospechara que había vuelto a su apasionante obsesión por la fotografía.
Solo un disparo en la dirección de aquella sencilla florería ubicada casi al final de la avenida había sido suficiente para transformar su mundo, una fracción de segundo bastó para distraerse y que ella apareciera en el foco siendo capturada dentro de la imagen. Alzó la cabeza para conocer a la joven que por error se había entorpecido en el camino, sintiéndose atrapado por la frescura que emanaba en cada una de sus frágiles acciones mientras sostenía un bello manojo de girasoles.
—¡Demonios! —se maldijo Jack por lo ridículo de la situación cuando ella dirigiera su vista hacía él, ocultándose mejor detrás del vehículo que estaba estacionado frente a la florería por largo tiempo, el necesario para que el chofer que había sido enviado a recogerle hiciera acto de presencia.
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47 Razones para Amarte (Libro 1 Saga Razones)
RomanceLibro #1 de la Saga Razones. Jason es un niño que vive sumergido en el dolor debido a la leucemia. Hana es una pequeña con Síndrome de Down que es atacada y discriminada. Ambos se conocerán en el mismo hospital, lugar en donde Jason, encontrará más...