Su cabeza se sacudía con un zumbido permanente botando fuera de sí todo lo que no formara parte de aquella simple oración que en un desafortunado giro de los acontecimientos había sido partidario. Un sentimiento extraño lo recorría desde todos los ángulos y direcciones, era algo turbio, peligroso, tan vivo y latente que lo sentía como un ente independiente que se movía junto a él.
—¿Qué fue lo que dijiste? —asaltó Jason al entrar al silencioso recinto, redirigiendo la atención de aquel par de ojos esmerilados que le observaban sin reaccionar.
—Jason... —Matt fue el primero en llamarle después de algunos minutos, no pasando de largo el desmejorado aspecto que el chico reflejaba.
Las cálidas lágrimas asomaron con mayor fuerza al entender que su padre estaba en lo correcto, la leucemia de su hermano había vuelto. Intentó aproximarse para verificar su condición, sin embargo, Jason de inmediato alzó sus escudos para mantenerle en la distancia.
—Aléjate de mí —lanzó mordaz, tan cruel e imperturbable que Matt retrocedió tambaleante en modo de defensa. Jason se sentía traicionado por segunda ocasión—. Habla —se giró para ver ahora al imponente hombre de mediana edad que le miraba con reconocimiento, simulando buscar en él al desvalido pequeño que había abandonado a su suerte en los muros de un palacio inmaculado.
—Lo escuchaste perfectamente, ¿no es así? —prosiguió Jack a decir sin inmutarse mientras admiraba una vez más esos ojos color caramelo que le recordaban todo cuánto había amado y perdido de forma irremediable—. Qué importancia tiene que conozcas los detalles, eso no cambiará el hecho de que ella se fue. Elizabeth está muerta, fin del asunto.
—¡Papá, ya basta! —alegó Matt inquieto, apreciando de cerca cómo la oscuridad absorbía la dulzura que viera irradiar en Jason desde que fuera un adorable niño.
Una mueca sarcástica delineó las filosas mejillas del menor de los Brown, una sonrisa tan hueca que una débil alarma se hizo sonar dentro de Matt, previniéndolo. Estaba frente a frente con una criatura herida, una que sin titubeos atacaría a quienes consideraba sus agresores sí se veía amenazada por ellos.
—¿Esa es la manera en la que agradeces el que haya solventado los gastos del tratamiento de tu madre y el tuyo?, eres tan ingrato y orgulloso como ella —aludió Jack tomando posición en el mueble de piel que se situaba detrás del fino escritorio, enmascarando las emociones que por décadas aprendió a controlar.
—¡Deja de mencionarla, maldita sea!
Unos fuertes brazos fueron cerrados en la base de su cintura para impedirle arremeter en contra del hombre que ensuciaba la memoria de su madre con su sola presencia. Bajó la mirada hasta reconocer los negros rizos de Matt, entendiendo que él le había impedido atacar físicamente a su padre empleando toda su fuerza para mantenerlo inmovilizado.
—¡Jason, tienes que entrar en razón! —comenzó diciéndole conciliador—. A pesar de todo él es nuestro padre.
Cada uno de los miembros de su cuerpo cedió ante su suplica, digiriendo de a poco aquella corta palabra que le dejaba un amargo sabor de boca. Cinco letras que tuvieron el efecto de vaciar su cerebro arrojándolo a la nada, casi como si su hermano hubiese hablado en un idioma que desconocía y en efecto. Él ignoraba a lo que se refería, estaba en una dimensión paralela.
—¿Padre? —la palabra salió libre de sus labios, cruda, plana, tan amorfa como lo estaban los inestables sentimientos que le profesaba al sujeto que únicamente reconocía como progenitor gracias a los lazos sanguíneos que ante el mundo lo relacionaban con él—. Yo nunca he tenido un padre, Matt —retiró con suavidad la lágrima vagabunda que corrió por el mentón del chico ubicado a sus pies, siendo participe de su tristeza— Aprendí a no necesitarlo.
Matt estaba por apelar, no obstante, Jason le dio una contundente negativa para guardar silencio. Encaró al que de acuerdo con la sociedad y la genética estipulaban que debía llamar padre, contemplándolo tal y como aquella primera vez que se apareciera en los terrenos escolares con apenas siete años. Tragó el duro bulto que oprimía su pecho, aceptando las escalofriantes similitudes físicas que había entre ambos con excepción de sus ojos, un detalle que seguramente Jack Brown ya hubiese juzgado con bastante tiempo antes que él. Para satisfacción o quizás castigo del propio Jack, Jason había heredado la dulce mirada de Elizabeth.
Ahora finalmente lo comprendía después de años de agonía, Jason representaba el recordatorio constante y permanente de su crimen en contra de su madre. Cada vez que Jack lo mirara vería la luz de Elizabeth nacer en él, acusándole en reservas del pecado que había cometido contra un ser inocente.
—Jamás lo entenderé, ¿sabes?
Jack le miró con fijación, disfrutando de ver al único de sus dos hijos que despertaba una onda y retorcida sensación de orgullo en sus entrañas.
—No entiendo, cómo mi madre le dio su corazón a un monstruo como tú —se movió unos pasos fuera del toque de Matt—. Cómo es posible que llorara cada noche tu ausencia y al día siguiente me sonriera si su alma estaba hecha pedazos por tu causa.
Avanzó hasta el borde del escritorio viendo el pesado folder amarillo que estaba sobre puesto en la superficie, ignorante de su amenazador contenido.
—Esa mujer que dejaste a su suerte conmigo dentro de su vientre fue mi madre y padre, ella era mi universo —respiró hondamente antes de continuar—. Ella preservó intacto tu recuerdo para que yo no te odiara y hasta en sus últimos instantes la hiciste sentir dolor —descendió hasta la altura de Jack, susurrando sólo para él la verdad que quemaba ansiosa por ser libre, una sentencia que le daría algo de justicia a la premeditada muerte de Elizabeth—. Pase lo que pase, nunca seré tu hijo Jack Brown. Te juro que cada día de mi vida lucharé para no ser como tú y cuando tenga hijos, yo sí sabré ser un padre.
Se puso de pie y salió presuroso de la propiedad sin mirar una sola vez hacía atrás, no era necesario e indudablemente tampoco le importaba. Su corazón golpeteaba herido dentro de su cuerpo, cada latido siendo más lento y profundo, una tortura que no veía detenerse por ninguno de los medios empleados. Los pensamientos se agitaban furiosos uno con otro, armando escenarios escabrosos en dónde su amada madre era la protagonista indiscutible, haciendo de su perdida una emoción real.
Ignoró deliberadamente los llamados constantes de Matt que venía tras sus pasos por las solitarias calles que apenas eran iluminadas por los faroles de luz que se entremezclaban con las figuras que se recreaban gracias a la llegada del amanecer, optando mejor por perderse en ese firmamento apacible, fuera de la porquería que había descubierto dentro de esa familia envuelta en joyas y riqueza.
—¡Jason, por favor, detente!
—¡No me toques! —gritó Jason dolido, empujando a Matt cuando alzara su mano para rozar uno de sus hombros y pretender frenarle—. Eres como él... —lo señaló despectivo, barriendo con la manga de su chaqueta las tibias lágrimas que caían como prueba del sufrimiento que latía desde el interior sintiéndose morir—. ¡Tú también me engañaste!, ¡Todos lo hicieron!
—¡Te equivocas, no soy como él, debes creerme! —rogó Matt mostrando el sobre de color amarillo que viera con anterioridad en el estudio del mayor de los Brown—. Tienes que leer el contenido que está aquí adentro, por favor, Jason, confía en mí —le dijo sin conseguir algún resultado favorable.
—Es suficiente, Matt —Jason condenó a su hermano, arrojando el paquete de información que el ojiverde sostuviera entre las manos para ofreciéndoselo como evidencia—. A partir de hoy, te quiero fuera de mi vida.
Cruzó el tramo restante de la avenida, no prestando la debida atención ante el grito de advertencia que provenía desde la orilla contraria. Viró en busca del punto focal, cegándole el golpe de los focos del automóvil que circulaba en su trayectoria, sin embargo, una fuerza adyacente fue lanzada para alejarle del impacto expulsándole lejos, cayendo su cabeza de lleno al pavimento desorientándolo. La niebla que lo ahogaba fue haciéndose más espesa con el ir de los segundos arrastrándolo hacía la inconsciencia, aturdiéndole la explosión ensordecedora de los cristales y el chirrido aterrador de la carrocería entera al destrozar a quién en un acto de amor, se había sacrificado para salvarlo.
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47 Razones para Amarte (Libro 1 Saga Razones)
RomanceLibro #1 de la Saga Razones. Jason es un niño que vive sumergido en el dolor debido a la leucemia. Hana es una pequeña con Síndrome de Down que es atacada y discriminada. Ambos se conocerán en el mismo hospital, lugar en donde Jason, encontrará más...