Tu: ¿Qué haces...?- pregunté, sin saber muy bien qué respuesta esperar.
Desde donde estaba, podía notar cómo los ojos de Harry se habían oscurecido considerablemente.
Harry: Solo relájate... Y disfruta el resto de tu regalo de Navidad.
Tu: ¿A qué te refieres con ''el resto de mi regalo de Navidad''- pregunté, desconfiada. Estamos hablando de Harry... nunca se sabe qué es lo que pasa por su atrofiada cabecita.
Harry: Bueno...- volvió a comprobar que el cerrojo de la puerta estuviera bien colocado (de seguro para ponerme nerviosa) y se giró, dando dos pasos al frente, hacia mí- estuve pensando... ¿Te gusta mucho el chocolate, cierto?- quiso saber, con ojos demasiados traviesos. Y oscuros.
Tu: Ajá…- apenas respondí. Eso hizo que una enorme sonrisa se dibujara en su rostro.
Harry: ¿Qué pasa princesa? ¿Te estoy poniendo nerviosa?- preguntó, juguetón. Rodeé los ojos, fingiendo la seguridad que en ese momento era inexistente en mí. Sí, Harry me pone nerviosa. Desde el primer día que lo conocí. No es necesario aclararlo.
Tu: ¿Tú a mí? Sí, claro- ironicé. Aunque no estaba siendo tan irónica en mi cabeza...
Harry: -alzó una ceja- ¿No? Bueno, supongo que podemos arreglar eso...
Dicho esto -y no sé cómo llegó tan rápido hasta mí- sentí sus manos en mi cintura, pegándome a él. Su boca no tardó en aterrizar en la mía, apremiante, dominante. Jugó un poco con mi labio inferior, tironeándolo, succionándolo, mordiéndolo, hasta que finalmente su lengua entró en mi cavidad bucal.
Comenzó a recorrer de punta a punta el interior de mi boca, danzando sensual y seductoramente en ella. Dejé que tomara el control, únicamente porque tenía algo más en mi cabeza. « Si él puede jugar, yo también. »
Luego de varios minutos sumidos en aquel beso, se alejó un poco, observándome intrigado y la vez con ganas de más.
Harry: ¿Eso sí te pone nerviosa, linda?- preguntó seductoramente, con una increíble voz sexy que alertó a todos mis sentidos. Y cuando digo ''todos'', me refiero a todos.
Tu: Uhm...- me tomé mi tiempo, paseando mi dedo índice por su hombro izquierdo- ¿Eso es todo lo que tienes, Styles?
Aquella pregunta bastó para volverlo loco, lo sé. Lo conozco. Casi sin darme cuenta, había acabado sentada en la mesa, la única de la habitación, aquella en la que estaban apoyados pequeños bombones de chocolate blanco y negro.
Tu: ¿Y ahora? ¿Qué tiene en mente el señorito Styles?- volví a hablar, para molestarlo. Y porque sabía qué efecto causaba en él.
Harry: Tengo en mente dos cosas; tú y el maldito chocolate- replicó, visiblemente alterado por mi aparente naturalidad.
Tu: ¿Ajá? ¿Qué el chocolate no sirve para comer?- pregunté, fingiendo inocencia. De reojo, noté cómo la erección bajo el traje de baño de Harry, se hacía aún más fuerte.
Harry: Me vas a volver loco, ______(tu nombre) ¿Lo sabes, no?- habló, sin quitar sus ojos de los míos.
Tu: -sonreí; ¿quién pone nervioso a quién ahora?- Es lo que intento- me limité a decir, antes de atraer su boca hasta la mía. Mi lengua entró en su cavidad, sin permiso, apremiante y sin la intención alguna de dejarse dominar por la de Harry. Rodeé su cintura con mis piernas, para atraerlo más hacia mí, si esto era posible -seguía sentada en la mesa-. Él, respondiendo a mi avance, bajó sus manos hasta mi trasero, sujetándolo fuertemente. Seguí recorriendo con mi lengua su cavidad bucal, mientras mis manos acariciaban su espalda desnuda y húmeda, debido a la piscina. Una de sus manos viajó hasta la mitad de mi espalda, y rápida y experimentadamente desató el nudo de mi traje de baño -sin tirantes- haciendo que mis pechos quedaran completamente expuestos. No sé a dónde fue a parar la pieza superior del bikini, pero sí sé que ambas manos ahora se encontraban masajeando mis pechos, mientras continuaba besándome abrasadoramente. Luego de unos pocos segundos -demasiado pocos, diría mi pervertido yo- se separó de mí, jadeando.