Me encontré caminando sola, aturdida, hacia la salida. El médico, quién finalmente se presentó como Dr. Carter, no estuvo muy de acuerdo con mi repentino interés por irme. Pero, técnicamente no puede obligarme a quedarme, así que tras firmar un papel para hacerme totalmente responsable de mi temprano abandono del hospital en caso de consecuencias como otro desmayo o lo que sea, salí a la calle y me tomé el primer taxi que vi.
Sólo quería irme a casa.
Una vez en la comodidad de mi habitación, arropada en mi cama, lloré. Lloré todo lo que podía llorar, y aún así sentía que no alcanzaba.
¿Cómo mierda había permitido esto? Un bebé. Yo, teniendo un bebé. Con Harry. Harry. Quien malditamente no estaba listo para ser padre. Tampoco yo lo estaba. Y no sabía qué carajos hacer con eso.
Había una carrera de por medio, su carrera. Su imagen. Su familia. Mi familia. Mi vida, acá, en Londres, o allá, en ______ (tu país). Su vida, por todo el mundo. La vida del bebé.
Simplemente, no encontraba la forma de salir de esto. Bueno, formas hay. Pero una forma real, digna. No podía escapar de esto, ¿o sí?
Dejé que las lágrimas me consumieran, hasta que caí dormida.
Horas más tarde, el tono de llamada de mi celular me despertó. Era Harry, porque sonaba Neon Lights. Sip, lo sé, ¿cuántas veces había cambiado el tono que tenía para él, a estas alturas?
Alcancé despreocupadamente mi celular, y estaba a punto de pulsar el botón para contestar, cuando una simple palabra apareció en mi mente como un cartel brillante de neón, haciéndome recordar todo lo ocurrido unas horas antes.
Bebé.
Para cuando volví a mirar el celular, recuperándome del impacto, ya había cortado. Suspiré aliviada, volviéndome a recostar en la cama, acunando el aparato en mis manos. Definitivamente, no sé si podría hablar con él ahora. O en un futuro cercano, para ser exactos. ¿Qué le diría? ¿Podría? “Hey, Harry, ¿sabés qué? Hoy estuve por el hospital, y, er, me dijeron que seremos padres. ¿Quieres helado o waffles?”
Creo, que nunca podría hacerlo. Que lo mejor es mantenerlo en secreto. No podía contarle, no podía saberlo. Sólo…
Nuevamente, mi celular comenzó a sonar, alejándome de mis pensamientos. Maldije en voz alta al ver su nombre en la pantalla, casi riendo de haber pensado que dejaría de llamar. Estamos hablando de Harry. ¿Desde cuándo se da por vencido con algo?
Inhalando profundo, atendí, rogando para enviar fuera los nervios que tenía acumulados en mí.
-INICIO VÍA TELEFÓNICA-
Tu: Hola- saludé, quizás demasiado alegre. Intenté bajar un poco el tono para la próxima vez que hablara, antes de que sospechara algo…
Harry: Bebé- dijo, preocupado. Oh, no. Mierda. Mierda, mierda, mierda.
Tu: ¿Be…bebé?- repetí, incapaz de asimilar del todo lo que había dicho. Lo sabía. Ya se había enterado, la putísima madre.
Harry: Eh… ¿Sí? ¿Te molesta que te llame así? –preguntó extrañado, liberando el enorme nudo que se había atascado en mi garganta. Me relajé, sintiéndome estúpida.
Tu: ¡Ah! No, no, no pasa nada. Es sólo que me acabo de despertar. ¿Y tú?
Harry: ¿Tan pronto se durmieron?- preguntó nuevamente, confundido. ¿Eh?
Tu: ¿Quiénes?
Harry: Vos y Vivien- respondió, obvio. –Me dijo Niall que te habías ido a dormir a la casa de ella, y que no tenías batería para avisarme vos…