Emparejados.

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—¿Minnie? —escuchaba su voz a lo lejos —Bonito despierta.

Abrí lentamente mis ojos viendo unas orejas color mostaza y una cola del mismo color con manchas negras.

—¿Cómo te sientes?

Estábamos en nuestra habitación, pero nunca había visto a Dae con orejitas así que me reí un poco.

—Veo que estás bien —sonrió conmigo y dió un corto beso en mis labios.

—Todo mi cuerpo duele —me queje al tratar de levantarme e imágenes de lo que había pasado vinieron a mi mente sonrojándome enseguida.

—Oh no, suelta esas cobijas y déjame ver tu rostro —negué inflando mis mejillas.

—Qué vergüenza.

—¿Acaso no te gusto nuestro apareamiento?

—Sí —susurre.

—No te escucho.

—¡Sí! Wahh —comencé a retorcerme por las cosquillas que hacia en mis costillas.

—Mi príncipe —susurró sonriente sobre mis labios.

—Tuyo, Dae.

Tomamos un baño juntos y llevaron el desayuno a la cama, las criadas dijeron que era la primera vez que él hacia eso.

—Otra vez.

—¡No!

Me senté enojado en la cama cruzando mis brazos.

—Anda~

Negué con un puchero y el ceño fruncido.

—Oh vamos Minnie, solo una vez más y ya.

Suspire pesado.

—¿Solo una?

Asintió sonriendo, me levanté lento y le di la espalda tapando mi rostro con mis manos.

—Aww en verdad adoro ver tu colita moviéndose de un lado a otro.

—¡JongDae! —grité sin quitar mis manos hasta que sentí sus brazos rodear mi cuerpo.

—Esta bien, precioso —beso mi cuello donde estaba su marca —Tu animal interior está feliz —abrí mis dedos un poco —la mía también lo está, recuerda que esta mañana tiré todo con ella en el baño.

Saque una pequeña carcajada.

—Es cierto.

Quito mis manos y me beso, primero lento y suave para aumentar el ritmo del beso y terminar siendo uno de nuevo y de nuevo.

🏰

—¡Los reyes del reino Rodent! —anunciaron una vez las grandes puertas se abrieron dejándome ver a los padres de MinSeok con el ceño fruncido.

—¡Bienvenidos a mi humilde palacio! —grité levantándome de mi trono.

—Esto no tiene nada de "humilde", príncipe —dijo de mala gana su madre.

—¿Dónde está mi hijo, Kim?

—Oh, mi hermoso ratoncito está descansando en nuestra habitación —el rey tenso su mandíbula.

—¡Mi hijo es puro como para que lo tengas en tu habitación!

—¿Mm? —me quede pensando —Puro ya no lo creo, rey Kim.

—¡No hables así de mi hijo!

—¿Padre? —se asomó desde la entrada del gran salón de ceremonias donde nos encontrábamos.

New King / ChenMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora