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HoSeok caminaba con prisa en medio de aquella noche fría y oscura. Se puso el gorro de su sudadera y resguardó sus manos congeladas en sus bolsillos. No tenía ni celular ni dinero, sabía que caminando no llegaría a su lujoso departamento en Gangman así que decidió tomar un taxi.
Levantó el cierre de su abrigo lo más que pudo y se cubrió la boca; no quería ser reconocido, no estaba listo aún, así que intentó ocultar su rostro lo mejor posible mientras hacía señas con su brazo a un taxista que pasaba por la carretera.
El hombre lo observó con desconfianza antes de quitarle el seguro al automóvil, evidentemente HoSeok lucía muy sospechoso, aún así lo hizo y en cuanto el castaño estuvo dentro, le indicó la dirección correspondiente intentando que su voz tampoco lo delatara.

—¿Está seguro que desea ir a esa dirección?, debe saber que le saldrá caro.

—Sí, estoy seguro, haga su trabajo y diríjame hasta allí. —Respondió a media voz.

Los ojos de HoSeok estaban rojos de tanto que había llorado, de hecho sentía unas fuertes ganas de hacerlo en ese momento, pero se contenía, no quería llamar más de la debida atención.
Él aún no era consiente de lo diferente que se veía, incluso caminando a plena luz del día con la cara descubierta, nadie lo hubiese reconocido, HoSeok no era ni un atisbo de lo que había sido, estaba tan delgado, pálido, sus ojeras eran prominentes, su cabello estaba un tanto mas largo y desprolijo, había que mirarlo con mucho detenimiento para ver de quien se trataba.

Mientras se dirigía a su destino, iba mirando por la ventanilla las luces de la ciudad. Se sentía tan extraño, tan fuera de lugar, como si estuviese en el cuerpo de alguien más, como si no estuviese viviendo su vida, se sentía inseguro como un niño que camina por primera vez solo sin la mano protectora de su madre. Él sabía que el sentirse así era por el encierro, después de todo había estado casi un año en esa casa, y había comenzado a ver aquello como algo normal, como algo cotidiano en su vida. Él despertaba amarrado cada mañana a la espera de su desayuno, pedía permiso para ir al baño o tomarse una ducha, esperaba a hacer algo diferente solo si TaeHyung estaba de humor para cambiar la rutina del día y si no, simplemente se dedicaba a leer libros, ver películas o escribir, esperando con curiosidad la comida del día y de la noche, pero por sobre todo, deseando que las noches llegasen con prisa, porque las noches le traían a TaeHyung. Él se acurrucaba a un lado y podía sentir su cálido y reconfortante calor, y cuánto adoraba verlo llegar con aquella bandeja decorada detalladamente con aquella comida elegida especialmente para él. También esperaba aquellos deliciosos postres que TaeHyung le preparaba , él impregnaba cada cosa que hacía con su esencia, en cada detalles ponía de manifiesto su amor y cariño, porque cada cosa que el rubio hacía para él, lo ponía tan feliz y eso determinaba si había sido un día bueno o había sido un día malo. Era algo esperado, algo que él anhelaba día a día, pero muy de vez en cuando, sobre todo cuando pensaba en sus padres, caía en la realidad, tal vez solo por unos cortos minutos, pero eran suficientes para darse cuenta que nada de esa rutina era normal, desde el mismo instante en que estaba amarrado o desde el instante en que no podía hacer lo que desease, hasta teniendo que pedir permiso para hacer algo tan común como tomarse una ducha, no, nada era normal.

HoSeok sentía un nudo en el estómago, quería saber lo que TaeHyung estaba haciendo en ese instante, se preguntaba si estaría bien, si estaría aún dormido, si estaría llorando. Su desesperación por saberlo era tan grande, que en más de dos oportunidades estuvo a punto de pedirle al taxista que diese la vuelta. Pero no. Se obligaba a no hacerlo, sabía que aquella sensación pasaría, que debía no ceder, que no era sano, que no era normal, que aquél muchacho, por más que se había ganado todo su amor, no dejaba de ser quien lo había secuestrado, quien no dudó en golpearlo y arrastrarlo a su automóvil y tenerlo maniatado durante meses.
Cuánto deseaba tenerle rencor, todo sería tan fácil si lo odiara, pero por más que pensaba en los males que el joven le había causado y lo mal que la había pasado en un principio; cuando su único objetivo era el estar lo más lejos posible del rubio, no lograba guardarle rencor.
Pensaba en todo lo bueno que TaeHyung había hecho por él, comparó su vida antes de conocerlo y después, y sin duda había una mejora. Supo lo que significaba en verdad el amor, el como era cuando le importabas a alguien, él había vivido toda su vida en una mentira, nunca se habían interesado por él, solo en su fama y su dinero. Lo que HoSeok temía ahora, era que aquello que había experimentado, existiera solo mientras el rubio permaneciese a su lado ¿Qué pasaría si todo aquello bueno se desvanecía ahora que ya no lo volvería a ver?, no, él estaba decidido a cambiar su vida, a ya no volver a lo de antes, a ya no rodearse de personas tóxicas, el dolor que sentía por no poder estar con TaeHyung algún día pasaría, el tiempo era la solución a todo.

Secuestré a un Idol || HopeV [PT1] CONCLUIDA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora