Atracción Oculta

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La música dejó de sonar y yo miré al suelo durante unos segundos. Me mordí el labio, tenía un nudo en la garganta. El público aplaudió y después la gente continuó hablando.

—¿Te cantas otra? —Jaime me puso la mano en la pierna y sonrió.

—No... —Negué con la cabeza. — No tengo un buen día hoy. A la próxima, ¿vale?

Asintió.

—Dile a Claudia que te dé mi número. Tenemos que hablar. —Sonreí. No sabía qué quería pero me daba la impresión de que no se iba a conformar con que cantase con él de vez en cuando.

Sin decir nada más, me levanté y puse un pie fuera del escenario. Me temblaba todo. Maca se había puesto a hablar con Claudia, y aunque intentaba disimular, no dejaba de mirarme de reojo. Respiré hondo. Tenía que ir allí y saludar, aunque solo quisiera huir. Caminé hacia donde ellas estaban sentadas con el paso más firme que pude, por dentro solo temblaba. En cuanto me vio acercarme, Maca se levantó como un resorte y sonrió, mirándome.

—Hola, chicas. —Me quité el pelo de la cara, sonriendo. No me atrevía a acercarme.

La boca de Maca temblaba, como cuando se ponía nerviosa, o enfadada, o tenía ganas de llorar. Me sonrió como pudo.

—Eres maravillosa cantando, Vero. —Claudia carraspeó antes de hablar y miró de reojo a Maca.

—La verdad es que me has sorprendido... —Maca volvió a sonreír. Le temblaba la voz. Se acercó algo indecisa hacia mí y me dejo un besó en la mejilla. — Hola, Vero.

El roce de sus labios con mi piel se ralentizó. Sentí el beso a cámara lenta, y me estremecí. Llevaba cinco años sin verla, pero más tiempo sin tenerla cerca. En cuanto se movió noté su perfume. Aunque el de Claudia se parecía, no era el mismo. Su olor me revolvió por dentro, me trajo una cantidad de recuerdos y sensaciones que me estaba costando gestionar.

—¿Y qué haces tú aquí? —Sonreí, intentando disimular y pasé mi mano por su brazo, en un gesto de cariño. Vi como miraba su brazo y después me miraba a los ojos, con esa mirada que solo Maca era capaz de lanzar, temblándole de nuevo el mentón.

—Hemos... hemos venido de vacaciones Esther y yo. Quince días. —Asentí y tragué saliva. Apreté mis labios y la miré a los ojos. Cada vez que hablábamos parecía que el tiempo se paraba. Esther no podía tardar mucho en aparecer en la conversación, eso estaba claro.

—Aha. —Asentí, sonreí falsamente. — ¿Cómo os va todo?

Claudia se acercó más a nosotras. Hasta el momento no se había atrevido por la tensión que se palpaba, pero la conversación se estaba desviando hacia preguntas para disimular. Se colocó a mi lado.

—Pues a Maca le va estresada, como siempre. —Rió. Maca puso los ojos en blanco y rió con ella también.

—Ser la jefa es lo que tiene, ahora me entiendes. —Claudia asintió. Las miré, no entendía del todo la conversación.

—¿Eres directora de nuevo?

—Sí, bueno, interina... Pero de momento estoy yo al mando. —Me guiñó un ojo. Se estaba soltando más y a mí me empezaba a poner nerviosa. Volví a tragar saliva. — Y tú acabas de reincorporarte al Central, ¿no?

—Hace una semana que he llegado, ya me había desacostumbrado a este caos. Pero estoy contenta, aunque no hay manera de encontrar piso.

A Maca se le iluminó la cara de repente, sonrió y después quiso ocultar su alegría.

Fiebre en la mirada [Maca y Vero // Hospital Central]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora