Cuentas Pendientes

758 20 2
                                    




El fin de semana me lo pasé reponiendo fuerzas en casa de Rai. Decidí apartar de mi mente todo lo que tenía que ver con Maca, y no pensar más en qué ocultaba Claudia y en por qué se habían distanciado. Sabía que Maca venía de vacaciones a Madrid, pero no entendía porqué Claudia no me había dicho nada.

Rai tampoco había mencionado el tema, pero sabía que no solía hablar con ella. Le tenía cariño a Maca pero había creado como una especie de muro en su cabeza que le hacía no querer acercarse a ella por el daño que me había podido causar en su tiempo.

Fuera como fuese, Claudia intentaba que yo no supiese nada de Maca por todos los medios. Quizás hasta me hacía un favor, aunque ahora que lo sabía, pensar en poder encontrarme a Maca cualquier día al llegar a trabajar me mantenía un nudo en el estómago constante.

Por otra parte, Rai intentaba siempre que nos quedábamos en silencio arrancarme de una vez la confesión que quise hacerle en la cafetería. Pero yo me había arrepentido, no quería decirle a nadie que Claudia me recordaba a Maca, me sentía mal exteriorizándolo. Para intentar evitarlo, desviaba la conversación hacia cualquier tontería, o simplemente ponía los ojos en blanco y me dedicaba a hacer cualquier cosa para ignorarlo.

Llevaba desde que me fui a la mañana siguiente de casa de Claudia intentando no contactar con ella, y no responder a sus mensajes. Necesitaba un poco de paz mental, desde que había llegado a Madrid no paraban de complicarse las cosas, y de suceder situaciones absolutamente impensables. Ella me había mandado un par de Whatsapps preguntándome si estaba bien, y también me había llamado. Para no sentirme mal, había dejado el móvil en silencio en la habitación. Pero Rai, tan oportuno como siempre, la había invitado a cenar sin preguntar el sábado por la noche. Quería morir, mi cabeza era un caos.

Llevaba toda la tarde en pijama en el sofá, pero lo bueno se estaba acabando, Claudia llegaba en una hora.

—¿Vamos a pedir para cenar? —Pregunté a Rai mientras miraba la televisión sin ver realmente nada.

—Pensé que querrías cocinar para tu chica. —La frase la soltó serio, mirando al frente. Cogí un cojín y lo tiré con fuerza contra su cara. Soltó la risa borbotones.

—Deja de decir gilipolleces, coño. —Bufé y miré al techo. No me había hecho gracia.

—No sé, cada vez que se ilumina la pantalla de tu móvil aparece su nombre... ¿Voy a tener que dormir esta noche en el sofá? —Siguió riéndose, sabiendo que me estaba picando cada vez más.

—¿Pero se puede ser más cotilla? —Le di con el puño cerrado en el brazo e hizo un gesto de dolor.

—No sé, ya me dirás tú que hiciste la otra noche que no dormiste en casa... —Rai se acercaba mirándome inquisidoramente.

—¡Pero cómo iba a dormir aquí si estabas con una tía! — Rai sonrió de lado, su sonrisa de chulo me ponía enferma. Pesado. No se iba a quedar tranquilo hasta que dijese algo más. — ¿Y qué pasa si me acosté con Claudia? —Levanté una ceja, desafiante.

Sus ojos se abrieron de golpe, parecía que no se lo esperaba para nada.

—¡Yo estaba de broma! —Volvió a reír, todavía sin poder creérselo. — No me lo puedo creer, ¡te has acostado con la mejor amiga de tu ex! Eres una crack.

Al oír "tu ex" salté como un resorte en el sofá. Me puse seria, mirando a Rai de frente.

—Oye, tú. Es Claudia, Clau-dia, no la mejor amiga de mi ex. Ni que el mundo girase entorno a Maca, coño. —Me levanté de golpe tirando el cojín con fuerza al sofá. Rai lo cogió cuando dio el segundo bote y me miró extrañado mientras yo me dirigía al baño de mala gana.

Fiebre en la mirada [Maca y Vero // Hospital Central]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora