Ni tan Lejos ni tan Cerca

1K 18 5
                                    




Tras dejarme a punto del desmayo, Maca pidió disculpas y se fue a saludar a otra gente.

—¿Qué tal os va por... Granada era, no? —Rai preguntó a Esther, para no generar una situación incómoda. Yo no sabía donde meterme.

—Sí. —Esther sonreía ampliamente, parecía realmente feliz. No le podían ir tan bien las cosas como aparentaba. — Estamos muy contentas, trabajamos en el mismo hospital y la verdad que nos da tiempo a estar bastante tiempo juntas y con los niños.

—Deben estar enormes. —Fernando intervino, animando la conversación.

Pero yo dejé de escuchar. Sonreía y asentía, pero miraba al fondo de la sala. Maca estaba hablando con un enfermero del Central, mientras bebía una copa de vino blanco. Estaba preciosa, con el pelo recogido, como a mí más me gustaba, y con un traje negro. Quizás tardé demasiado en dejar de prestarle atención, porque antes de que me diese tiempo ella lanzó una mirada fugaz hacia mí. No pude evitar morderme el labio, y vi como ella sonreía volviendo su vista de nuevo.

La conversación continuaba, y debía volver a tierra antes de que los demás se diesen cuenta. Sacudí ligeramente la cabeza.

—La verdad es que se os echa de menos por aquí.

Uno de los camareros pasó con una bandeja con copas y cogí una de vino al vuelo, dándole un buen trago nada más la tuve conmigo.

—Y nosotras a vosotros... —Esther sonrió de nuevo. — Maca está deseando volver, no para de repetirlo. Pero de momento tenemos que seguir allí.

Levanté una ceja. ¿Maca de nuevo en el Central? Sonaba tan tentador y tan peligroso. Sería mejor no pensarlo, seguramente no pasaría.

La conversación no duró mucho más. Fernando acabó desapareciendo y Esther fue al encuentro de Maca. Rai y yo nos quedamos solos, pero tampoco hacía falta más.

—Hoy me voy a emborrachar. —Levanté la copa de vino para brindar con Rai y después le di un sorbo.

—Como todos los findes, vaya... —Él se rió y bebió a la vez que yo.

—Hoy es distinto. —Mientras hablaba, fui cogiendo algunos canapés que pasaban por mi lado y parecían irresistibles. — Acabo de tener una revelación.

—¿Ah, sí? —Rai levantó una ceja.— Miedo me das.

—Aunque esté de vuelta aquí, tengo que empezar de cero. No más Claudia, no más Maca. Necesito estar sola y encontrar un piso, y luego ya encontraré a alguien para mí. —Necesitaba decir en alto ese discurso interno que llevaba días rondando por mi cabeza para intentar autoconvencerme.

—Y piensas encontrar el piso que te va a enseñar Maca, ¿no? —Rai se acabó la copa de un trago, dejándola en la bandeja del camarero y cogiendo otra más. Yo hice lo mismo.

—El mercado inmobiliario está fatal... No voy a desaprovechar esa oportunidad. —Me encogí de hombros.

—Vero... que nos conocemos.

—¡Qué no va a pasar nada, hombre! Qué poca confianza en mí... —Tragué saliva. Nunca pasaría nada más con Maca porque ella estaba con Esther, y así iba a seguir. Quizás lo de Claudia solo había sido algo... pasajero. Ahora parecía que ellas dos eran felices. Le di un trago largo a mi copa de vino. No lo iba a pensar más.

Durante el resto de la cena no establecí más contacto con Maca. Noté algunas miradas detrás de mí, pero nunca me giré para no tentar a la suerte. Rai y yo parecíamos marido y mujer; toda la noche juntos. Efectivamente acabé emborrachándome, pero él también. Nos pusimos al día de las novedades con medio hospital, y con el otro medio brindamos más de cinco veces. Comí como nunca y me reí, me reí mucho. Esa noche había decidido olvidar, y había brindado por ello; tenía que cumplirlo. Al menos durante unas horas. Además, Claudia había dejado de llamarme, y no quería hablar con ella hasta que pasase el fin de semana. O unos días más.

Fiebre en la mirada [Maca y Vero // Hospital Central]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora