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Verso 6 Myeong

Myeong

Myeong nació en corea en una pequeña ciudad de la costa. Vivía con su padre en una casa casi al lado de la playa era una casa pequeña y modesta, ajustada a su nivel de vida que era normal. Le encantaba oír oler y sentir la brisa marina del océano y escuchar las historias que contaban los pescaderos acerca de criaturas míticas. O coger conchas de los moluscos y devolverlos al mar de donde provenían. O competir con su padre a ver quién podía lanzar la piedra más lejos. Casi siempre ganaba su padre, pues era muy atlético. Su madre trabajaba mucho siempre viajaba de un lado del mundo a otro puesto que era compositora, cada pocas veces la veía, y siempre intentaba aprovechar el tiempo con ella. Y siempre le traía regalos de países que ella visitaba, desde ropa, a joyas.

Pero todo ese mundo de felicidad se vino abajo cuando su padre se enteró de que estaba casada y tenía un hijo en la otra punta de corea, fue por una tontería, por una llamada, tras ese suceso la obligó a abandonar la casa y no volverlos a ver nunca. Tiro todas las fotos suyas y en las que salían los tres solo recortaba la cara de su madre, que eran unas cuantas. También sus cosas y se enteró de que la otra familia que tenía la hecho también de casa, no se alegró por ello pero tampoco hizo que se le ablandara el corazón.

La última vez que la vio le dijo que se tenía que ir de viaje a Seúl una temporada que se verían muy pronto, y claro ella sin saber nada se lo creyó, siempre le enviaba video llamadas pero ella nunca las contestaba, pensaba que estaría muy ocupada asique dejó de hacerlo. Si no era suficiente perdió su empleo por un asunto gravísimo y después de tanto alboroto. Siempre lloraba por las noches porque la echaba mucho de menos y cruzaba los dedos para oír el chasquido de la puerta al abrirse y escuchar las ruedecillas de la maleta de su madre para pasar dentro de casa.

Además su padre se volvió más frio con ella, cosa que ella no entendía, se preguntaba constantemente si era culpa suya que su padre con una actitud alegre, positiva y enérgica ahora fuera un hombre triste irritable y sin ganas de hacer nada. Se había formado una coraza alrededor de su corazón que no volvió a abrir hasta que un día recibió una llamada por teléfono no se acordaba de aquel acontecimiento pero si se acordó de sus consecuencias. La que llamaba era su madre desesperada pidiendo ayuda. Pero su padre colgó, sin más. Una hora más tarde llamó un hombre pidiéndole una cantidad enorme de dinero si quería que la liberaran. Su padre entrego el dinero pero un poco más tarde de la cuenta y su madre fue asesinado brutalmente.

Le enviaron una grabación mostrando la crueldad de como la torturaban. Llevo inmediatamente el vídeo a la policía para que lo investigaran. Pero no consiguieron sacar mucho solo que su madre había sido asesinada por una mafia, encontraron su cuerpo despedazado cerca de un polígono industrial abandonado sin ningún tipo de pistas acerca de sus asesinos, finalmente dedujeron que quién la asesinó una mafia que se dedicaba probablemente de drogas. Y supusieron que era una de las más grandes y peligrosas de Asia. Pero no llegaron muy lejos.

En el funeral vio al otro hombre que ocupo parte del corazón de su madre. Y a su hijo. Era pequeño. Unos cinco años. Eran occidentales. Le llamo el color azul casi violeta de sus ojos. Como los de su madre. Sintió algo de envidia al ver que ella no había heredado muchas cosas de su madre. A lo mejor sus pecas y sus labios, no estaba muy segura. Pero lo que más le gustaba eran sus ojos azul oscuro. El padre también los tenía azules pero eran más claros. Tenía unos rasgos robustos y secos pero que paradójicamente eran armoniosos como los de las esculturas antiguas que había en los museos de Europa. No se dirigieron ninguna palabra. Solo se miraron.

Llorando una pérdida compartida. De eso no se enteró hasta que su padre murió y le conto en una carta todo lo sucedido, murió de un infarto, pero ella sabía que el detonante decisivo de aquel trágico final fue la muerte de su madre, desde entonces, no se había cuidado tan bien como lo hacía antes, engordo de una forma preocupante a pesar de las advertencias de los médicos y de su familia, parecía que la comida era lo único que podía aplacar su dolor parcialmente, ella tampoco lo llevó muy bien, descubrir la verdad y ver a su padre en ese estado y no haber hecho lo suficiente para que levantase cabeza y perderlos a los dos el mismo año fue un duro golpe.