Verso 18 Cautividad

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Mei

Después de aquella llamada Mei no sabía qué hacer. Había estado incomunicada desde hacía mucho tiempo. Tenía un blanco enfermizo casi fantasmal de no haber visto el sol, solo acariciaba su piel los rayos que atraviesan las ventanas. Había estado así todo ese tiempo. En aquel lugar. No estaba mal en cuanto a comodidades tenía una cama donde dormir. Un baño y poco más. Cada mes le daban ropa nueva tanto vestido como ropa de muda.

Estaba totalmente aislada del mundo exterior y lo que se veía por las ventanas era siempre lo mismo. Campo y más campo. Lo único que si cambiaba era el cielo. Más nublado, soleado, lluvioso... Le daban siempre la misma comida por una rendija que solo se podía abrir desde afuera era una pasta que le daban a los presos en la cárcel para no gastar presupuesto en comida y en menús. No sabía a nada especial, pero hacía mucho tiempo que no comía comida de verdad y siempre le daban de beber agua. Estaba muy delgada a pesar de que le daban de comer pero esa comida no saciaba la necesidad de nutrientes que necesitaba su cuerpo. Tal era esa carencia que su pelo abundante y lustroso ahora parecía débil y se le caía a mechones. No había noche que no pensara en su familia... En su madre en su padre en la pequeña Shui... Se preguntaba si se encontraban bien. Y lo deseaba todas las noches. También echaba mucho de menos a Ming-wang. Tenía siempre los ojos irritados y rojos por las lágrimas que derramaba. Además tenía unas ojeras profundas y oscuras. Tenía todas las paredes rayadas con la cuchara con la que le servían todos los días la comida. Contando los días, las semanas y meses que había estado alli. No sabía cómo no se había vuelto loca aun. Alli encerrada sin conversar con nadie. No sabía cuánto la tendrían así. Y se sorprendía que no la hubieran matado. Estarían esperando a algo gordo. Pensó. Había pensado muchísimas veces en quitarse la vida pero no podía. No se atrevía. Mantenía la esperanza de que alguien la ayudara a salir de alli.

Al principio se revelaba. No tomaba la comida que le daban. Escupía en la comida. Le daba puñetazos a la puerta mientras gritaba que la dejaran salir de alli mientras soltaba un montón de palabrotas. Pero sus fuerzas con el paso del tiempo se agotaban. Paso de dar puñetazos a llorar amargamente. Y de llorar a guardar silencio. A cada anochecer hacia una raya en la pared para indicar otro día de encarcelamiento. Llego a preguntarse si había sido buena idea remover asuntos que no le interesaban. Incluso de haber conocido a @##%& o haberse unido a aquella compañía. Quizás, si no hubiera hecho eso estaría con su familia con su carrera terminada. Trabajando. Después incluso casada y con niños. Quien sabía. Pero ese fue el camino que escogió. Cada tres meses le pasaban un kit para comprobar si se encontraba con salud suficiente donde debía poner muestras de orina y heces además de saliva y sangre. Se había olvidado incluso cuando era su cumpleaños. Cada noche se repetía su vida para no olvidarse de quien era hasta

Caer rendida en la cama. Las ventanas solo se abrían dos centímetros dos horas para ventilar el edificio.

Todo ese tiempo fue eterno hasta que abrieron la puerta. Cuando vio a los dos hombretones esperándola en la puerta y ordenando a que saliera un pensamiento le atravesó la mente. Había llegado su hora. Pero pensó que así daría fin a su sufrimiento. Se levantó con dificultad del suelo. Y con paso lento se dirigió a los dos hombres. La ayudaron a subir el escalón y la acompañaron. Era de noche cuando la visitaron y la montaron en coche. Ni siquiera pregunto a donde la llevaban porque le iban a responder de todos modos.

El trayecto no fue muy largo cálculo más o menos media hora, tres cuartos de hora. El volver a ver el mundo fue una novedad para ella. Como si volviera a ser una niña pequeña. Miraba de un lado al otro de la ventanilla aunque no se veía gran cosa y a pesar de estar en medio de dos armarios no le importo. Cuando iban llegando deslumbro un edificio enorme. Era una fábrica, le desconcertó si es que iban a matarla ver a tanta gente allí reunida, en el aparcamiento había un montón de coches. El suyo aparco y el conductor salió, a continuación, sus dos guardaespaldas cada uno como en el coche a su lado. Entraron, como se esperaba todo estaba abandonado las cadenas de montaje estaban oxidadas y con polvo. Empezó a toser, a cada paso que daba se dio cuenta de que dejaba sus huellas en el suelo. Las luces sin embargo funcionaban y le costó acostumbrarse a esa luz tan intensa y fría.

Shui (내가 널 찾을 때까지) Hasta que te encuentre SUB EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora