Capitulo VIIII - Segunda Parada

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"Estaba tan ajustado el movimiento que solo el mas simple roce, provocaba una catástrofe corporal entre los dos, si el se movía yo me movía y viceversa. Se asomó como pudo y asintió dándome la indicación de que ya podía salir.

-¿A dónde vamos?-preguntó tomando mi brazo.-

-Primeramente, suéltame; en segundo pescaré un taxi e iremos a casa de mi tía Judy, queda a unas cuadras de aquí.

Caminé un poco cuando pesqué un taxi, Juan vino después, le di indicaciones al conductor que dudosamente nos miraba a través del retrovisor.

-Señor, usted no sabe quien es el ¿entendió?-dije lo mas amenazante posible.

-Sé quien es él pero no se preocupe, no me conviene decir nada.

-Perfecto, déjenos en la esquina. - indiqué, pagué y salimos rápido del vehículo.-

Esperé a que el taxi se fuera del lugar, corríamos peligro de muchas formas; una vez concluida esa parte, caminamos los dos hacia la cuadra de donde mi tía Judy vivía, ella siempre se la pasaba de viaje y ésta, no era la excepción.

La verdad es que hacía bastante tiempo que no iba a su casa, era muy grande y espaciosa pintada de color púrpura con toques de color café, busqué la llave debajo del buzón y di con ella enterrada en una bolsita de tela, me acerqué a la puerta de madera blanca y con fuerza, la manija cedió. Entré lo mas despacio posible, Juan estaba detrás de mi siendo cauteloso, cerré la puerta, y todas las ventanas de la planta baja, encendí el clima y me senté en el sofá.

-¡Dios mío! Esto es lo mas estúpido de toda mi vida, ¿acaso soy idiota? -murmuré en voz alta subiendo los pies a la mesita de la sala.-

-La verdad es que si eres idiota. -Juan respondió sentándose a mi lado y subiendo los pies me sonrió.-Es una bonita casa, tiene buen gusto...

-¿Quieres por un momento cerrar la maldita boca?-pregunté quitándome la chaqueta y los zapatos.- Necesito de verdad un masaje y dormir. -me levanté del sofá hiendo hacia la escalera.-

-¿A donde vas?-preguntó cuando ya iba a la mitad de la escalera.-

-A dormir, en el refrigerador hay comida, mi madre viene cada tres días a hacer el aseo y deja comida por si se llega a ofrecer, sírvete y dejame dormir.- murmuré subiendo la escalera.-

Entré a la habitación de huéspedes, me quité la blusa, el pantalón, deshice las trenzas, lavé mi cara cuando de un sobresalto Juan me asustó colocándose detrás de mi como un fantasma.

-¿Acaso no sabes tocar?

-La puerta no pero sé tocar otras cosas.-respondió mordiendo su labio menor.-

-No me mires así como me miras y...-descendí mi vista hacia ese lugar entre sus piernas.- no me desees como me deseas ahora.

-Imposible.-se acercó a mi lento.- Es algo imposible. Ya te lo dije, me gustas por terca y testaruda, por bonita e inteligente. -topé a la pared.- Sabes, también me gustas por que eres el tipo de chica que se vería bien a mi lado.

-¿Ah si? ¿Y cómo lo sabes?-pregunté enarcando las cejas esperando su respuesta.-

-Bueno pues...-hizo un gesto pícaro.- Hace un par de horas te veías bastante hermosa suspirándome a la cara. -su pulgar resbaló por mi labio menor.-

-¿Podrías por favor, retirarte y dejarme dormir?-pregunté con las mejillas mas enrojecidas que nunca.-

-No. No puedes darte ese lujo, yo estoy atrapado aquí contigo, si la gente se entera de que estás aquí conmigo, sola, muchas cosas interesantes pueden pasar. -su voz sonaba tan divertida que me dio coraje.-

Un pase al corazón (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora