Capitulo XIII - Solo Mía

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"Su respiración estaba en mi oído, era lenta y fuerte a la vez, resbaló su boca a mi cuello haciéndome perder la razón cuando sus manos se deslizaban por mi cuerpo subiendo hasta mi cara, estaba tentándome de la manera mas cruel. Me giré confiada en que me recibiría con un beso, así lo fue, me recibió con el beso mas apasionado que yo hubiese sentido, sentí su cuerpo fornido querer fusionarse con el mío, era una cosa tremendamente sexual.
Sostuvo mi rostro entre sus manos y aun besándome de la forma en como lo hacia, la lluvia golpeteaba en la ventana de aquella habitación, sus besos fueron a mi cuello, suave, lento, era una caricia única, nadie podría interrumpir lo que a continuación pasaría.
-Nadie nos va a separar, lo prometo.-susurró frente a mi rostro.-

Me llevó hacia la cama entre besos y caricias, al caer sentí como una montaña de emociones y sensaciones se apoderaba de mi; era como vivir una aventura al extremo.
Juan, estaba cumpliendo su promesa, estaba adiestrándome en las artes sexuales, iba a mostrarme como es que el cuerpo humano podría hacerte morir y renacer al mismo tiempo.
-Jamás me había enamorado de alguien, de como lo estoy de ti.-le miré derretirse de deseo a través de sus ojos.- Me tienes increíblemente loco por ti.

Me quitó el bluson a tirones, se divirtió jugando con mi pecho con sus manos para después resbalarlas hacia los leggins grises; era demasiado fuerte como para rasgarlos de un solo movimiento o, la tela de éstos era tan delgada para hacerlo.
Su toalla resbaló de su cintura y yo, perdida en el sabor de la imaginación y la sexualidad, pude entender que iba a ser una verdadera Odisea el vivir así.

Observé sus ojos, me miraban fijamente cuando decidí cerrarlos al sentir su hombría dentro de mi, era una sensación diferente de mi primera vez con Juan, quizá, esta vez era especial; esta vez, iba a ser la primera de muchas. Su cabello estaba alborotado por todo su rostro, le daba un aspecto muy juvenil y tentador a la vez; su vaivén, infinitamente fuerte y seductor, me ahogaron en la delicia del placer, el aire me faltaba al igual que la voz, el gritar se me iba a hacer una fascinante costumbre.
Tenía una anatomía perfecta, dura y asquerosamente deliciosa, el era lo que toda chica querría en su cama siempre, y solo yo; era dueña de ese privilegio. Era solo mío.

Incó sus dientes en mi boca, me mordió el labio de una manera exquisita, era el beso sensual que uno se da, cuando quiere decir que le perteneces, yo le pertenecía; sea como sea, su aliento estaba perdido entre mi cuello y el hombro, vi los músculos de su espalda contraerse una y otra vez, sus tatuajes, eran la escena mas erótica de mi vida, la fantasía mas real de todo. Se levantó conmigo de la cama, enrosqué mis piernas alrededor de su cintura, se giró para quedar el abajo y yo encima; la vaquera le dicen, ya entendía el término.

No sabía como hacerlo, solo sabía que tenía que moverme, el clímax de ese momento me instruyó lentamente, sus manos estaban posadas en mi cintura, vi su rostro colapsar ante lo que estaba sintiendo; era la gloria terrenal.
Un cosquilleo inundó mis pies, subía por mis piernas y, lo sentí mas cuando se concentró en mi vientre, quizá un poco mas debajo, era el orgasmo el que se aproximaba a mi cuerpo.

Juan, gemía, estábamos teniendo los dos,al mismo tiempo, un orgasmo infernal; el mas fuerte de todos los que estaban por venir. Se levantó de golpe quedando a la misma altura que yo, sus brazos rodearon mi espalda, me besó intensamente, gruñó cuando sus dedos se enredaron en mi cabello, pegó su cara a la mía en un signo de posesión, yo era suya.
-Seré paciente. -abrió los ojos para mirarme fijamente, estaba siendo dominado por el deseo y no por la razón.- Seré muy paciente.

¿A qué se refería? En ese momento no lo sabía pero dio una risita diabólica, estaba planeando algo y me sentía indefensa por que no sabía de que estaba hablando.
-¿Paciente? ¿Acaso vas a atarme y vendarme los ojos?-pregunté con la respiración entrecortada.-
-No solo eso te voy a hacer.-acercó su voz a mi oído.- Te voy a hacer que me ruegues por mas.-susurró siniestramente.- Pedirás que te co*ja como nunca, pedirás y me rogarás que te amarre, que te cubra los ojos; pedirás, que todas las noches sean así o mucho mejor que la anterior.-ajustó mas el amarre de mi cabello haciéndome dar un jadeo muy tenue.-
-¿Es una advertencia?-pregunté sin aire.-
-Es una promesa.-respondió resbalando su lengua por la vena de mi cuello, se detuvo en el cuenco de mi hombro, logró llegar hasta la orilla de la cama, me volteó hacia el colchón.- Es una promesa, querida.-colocó mis muñecas a los costados, me embistió mas fuerte, mas duro, mucho mejor que la anterior.-

Me ahogué en mis propios gritos, me ahogué en el mar del placer y la sexualidad, iba a ser tan divertido que resultaba muy excitante. Lo sentí, una y otra vez lo sentí, sentí su deseo, su sensualidad; su sudor resbalar por cada centímetro de su cuerpo, el aroma mas embriagante del mundo, el del sexo.

Perdí la noción del tiempo, perdí también la infinidad de movimientos; me sentía como una muñeca de trapo siendo manejada al antojo de alguien, estaba extasiada, cansada pero muy, muy contenta. Mi cabello efectivamente estaba mojado, era el sudor de la pasión emanando de mi piel, Juan; divertido, me acariciaba la nuca, me miraba sonriente, yo estaba acostada bocabajo.
-Eres increíble, ___________.-murmuró pícaro.- Llena de belleza. Llena de inteligencia. Nos vamos a divertir tanto.-prosiguió.- ¿Estás cansada?-preguntó ahora tocando lo que se asomaba de mi rostro.-
-Un poco. Tengo hambre.-dije murmurando débilmente.- Sabes que deberíamos ducharnos, vestirnos e irnos ¿verdad?
-Que te parece si mejor continuo haciéndote el amor.-respondió quedando sobre mi.- Que te parece si te sigo besando así.- tomó mi boca en un beso.- Que te parece si... eres solo mía.
-Tuya seré entonces.-contesté

Nos levantamos los dos de la cama besándonos como nunca, su abrazo me mantenía inmovilizada entre su cuerpo y mi voluntad, enredó su mano en mi pelo y, con suma fuerza colocándome en cuatro al borde de la cama entró en mi, era tan perturbarte la imagen del espejo justo a lado de nosotros, reflejándonos; ¿eramos animales? No lo sé, yo me sentía la gacela mientras que Juan, era el cazador; el león que iba a devorarme.

Haló de mi cabello obligándome a enderezarme casi a su altura, entre jadeos, entre gritos y tenues gemidos, se burló de mi al oído.
-Eres solo mía.

Abrí los ojos lentamente, me dolía la cabeza como a nada en el mundo y mi cuerpo, no respondía a la acción de levantarse, me dolía... me dolía, sentía como si un tren me hubiera pasado por encima.
-¿Sigo viva?-pregunté en voz alta.-
-¡Sí!-exclamó Juan a mi lado.- De todas...
-No me interesa saber con cuantas te has acostado.-murmuré celosamente.-
-De todas las mujeres que pueden interesarme, tu las opacas a todas, mi amor.-besó mi mejilla.- Iré a la cocina a preparar algo y traeré un poco de aspirina y paracetamol.
-Esta bien.-respondí reacomodándome en la cama cuando vi un manchon de color rojo intenso.- ¡Juan!-grité antes de que saliera de la habitación, corrió hacia mi y observó.
-¿Sangras? ¿Te duele algo? ¿Estas bien? -preguntó ayudándome a acomodarme mejor.-
-Juan...-murmuré.- Es mi virginidad. -le miré atenta.- Es la mancha de que dejé de ser virgen, tu... me las has quitado.-
-Tranquila. -me abrazó.- Iré por algo de comer, regreso enseguida, tu, descansa.

Juan se fue, con las pocas fuerzas que tenía me levanté de la cama para dirigirme hacia la ducha, abrí el grifo dando paso al agua fría; la tina estaba llenándose, me metí en el punto exacto de agua. Cerré los ojos por un momento, al momento de abrirlos, Juan estaba delante de mi, me miraba fijamente ocultando su sonrisa con sus dedos.
-¿Cuanto tiempo llevas ahí?-pregunté
-Lo suficiente como para darme cuenta de lo hermosa que eres. Tenías la mueca mas fascinante de todas,-se acercó a mi- tenías la mueca del placer que yo te provoco.
-Eres un adulador de primera.-reí
-Solo digo la verdad.-me besó.- Quiero hacerte mía de nuevo.-susurró
-Hazlo.

Salimos de la tina, suave, lento, intentando no alterar el romanticismo. Juan me tumbó a la cama de nuevo, bajaba sus besos por mi cuello, por la clavícula, luego jugó un rato con mi pecho, deslizó su lengua por mi abdomen; me impidió tocarlo, sostenía con fuerza mis muñecas; se regresó a verme, estaba divirtiéndose.
-Eres tan bella y tan inocente.-me sonrió cínicamente.- Tan... linda.
-Y tu tan pero tan cínico. -me reí.-
-Voy a enseñarte tantas cosas. Lo prometo.

Alguien entró a la habitación.
-¿_______?-preguntó con la voz quebrada, me cubrí con las sabanas e impresionada le lancé una mirada fuerte.-
-¿Qué haces aquí y como entraste?-Juan preguntó ya medio vestido.-¿Quién te dejó entrar?
-No tengo por que responder. "


He vuelto, mas activa, mas ingeniosa y esperen lo mejor de ésta novela.



Un pase al corazón (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora